Primeros cementerios de Flores

Bóveda de la familia Flores en el Cementerio de San José de Flores

El primer cementerio de Flores fue inaugurado el 2 de setiembre de 1807, inhumándose en esa fecha al vecino Pedro Ximénez, español, natural de Murcia.  Hasta entonces, el párroco autorizaba los entierros en parroquias limítrofes, ya fueran Monserrat, la Piedad o la Recolección.  Este primitivo cementerio estaba situado al Este de la iglesia, edificada entonces sobre la actual Rivera Indarte casi al llegar a Ramón L. Falcón.  Enterratorio humilde, durante mucho tiempo sólo se inhumaron allí negros esclavos y alguno que otro vecino pobre.  Las familias de distinción que tenían casa en Buenos Aires y quinta en Flores no lo utilizaban, prefiriendo sepultar a sus deudos en iglesias tradicionales.

Juan Pedro de Córdoba, propietario de Monte Castro, dispuso por testamento ser enterrado en San Francisco, y sólo si moría en su chacra y para evitar los gastos del traslado, debía serlo en Flores.  No obstante, en ese cementerio se dio sepultura en octubre de 1829 al cadáver de Tomás Grigera, el famoso alcalde de las quintas y fundador del pueblo de Lomas de Zamora.  El padre Nicolás Herrera así lo consigno: “El día veinte y cuatro di sepultura con misa de cuerpo presente al cadáver de don Nicolás Herrera, de setenta y cuatro años, viudo. (1)

Y el 31 de julio de 1830 ese camposanto albergó los restos mortales de Antonio Millán, el vecino fundador del pueblo. (2)

El constante crecimiento de la población de Flores y su ubicación en el corazón mismo del pueblo, movieron al gobierno para ordenar a la autoridad eclesiástica su traslado por decreto del 24 de mayo de 1830.  El doctor Martín Boneo, en nota dirigida a Juan Manuel de Rosas el 17 de setiembre de 1832 señaló su cumplimiento, informando que el nuevo cementerio estaba ubicado:

“a proporcionada distancia de la población, por la parte del Sud, teniendo una extensión muy superior a la población actual de todo este partido, componiéndose de treinta y ocho varas de frente y setenta y ocho de fondo, todo cercado de pared sólida, con una sala de depósito y un osario.  Se han gastado sólo tres mil pesos en esta obra –informados- la mayor parte de limosnas recaudadas del vecindario por el que escribe, lo restante de multas remitidas por el Juez de Paz y algunos ahorros de los fondos de fábrica que se han hecho con este fin.  Los herederos del finado don Esteban Villanueva y don Norberto Quirno han cedido el derecho que creen tener al terreno en que ha sido construido este edificio, hasta de una extensión de media cuadra cuadrada”. (3)

Este terreno estaba ubicado entre las calles Varela, Culpina, Remedios y Tandil.

“El 20 de Setiembre de 1832 fue bendecido el nuevo Cementerio por el cura que firma, autorizado por el ilustrísimo señor Obispo y Vicario Apostólico acompañado del Juez de Paz y vecindario y dos eclesiásticos más que solemnizaron la función habiendo sido cantada.   Este edificio se ha construido con donativos del vecindario y del Gobierno de la Provincia.  Martín Boneo”. (4)

En efecto, una circular de Rosas del 1º de junio de 1831 había dispuesto que los jueces de paz de la campaña entregaran los importes de las multas a beneficios de las iglesias.  Terminada la de San José de Flores, este dinero se aplicó al cementerio del pueblo.  Años después fue ampliado y refaccionado.  El propio doctor Boneo consignó la noticia:

“El día 27 de octubre de 1850 se le dio doble extensión al Cementerio de esta Parroquia, refaccionando todo el antiguo y bendiciendo todo lo nuevo.  Esta obra tuvo de costo 12.500 pesos de los fondos de la Iglesia”. (5)

Muchos antiguos vecinos de Flores fueron inhumados en esta necrópolis, contándose entre ellos algunas figuras destacadas de la sociedad porteña como Rafaela Aramburu de Lezica, esposa de Ambrosio Lezica, que fue sepultada el 14 de octubre de 1833; o los de don Joaquín Belgrano, que corrieron igual suerte el 14 de mayo de 1849.  Este último había dispuesto en su testamento ser enterrado en Flores, y habiendo fallecido en la ciudad el 2 de julio de 1848, un año después se trasladaron sus restos del Cementerio del Norte al del pueblo. Allí descansaba su esposa Catalina Melián desde el 18 de febrero de 1832.

Pocos días después de la Batalla de Caseros (3 de febrero de 1852) comenzaron a ser inhumados en Flores algunas víctimas de la batalla.  El 1º de febrero, Juan Monsalvo, militar “que murió ayer herido de bala, en la acción de la Cañada de la Paja”, José Martínez, Francisco Toledo y Luis Gibes “heridos de bala en la batalla de Caseros” y también dos jóvenes que murieron “el 6 fusilados en Caseros”.

El 2 de febrero de 1856 se sepultó en el cementerio del pueblo el cadáver del infortunado general Gerónimo Costa, fusilado por orden del gobernador Obligado después de estar tres días en capilla.  Su cuerpo había sido abandonado en el sitio de la ejecución después del fracaso de la sublevación que encabezara.  Doña Mercedes Rosas de Rivera, hermana del Restaurador y esposa del doctor Miguel Rivera, uno de los médicos más caracterizados de Buenos Aires, se presentó al gobernador pidiendo autorización para retirar su cadáver, ya que “estaba persuadida que la mano de la autoridad no podía extenderse hasta la mansión de los muertos”.  Así pudo ser inhumado en Flores, pueblo que al día siguiente se asoció con un solemne tedeum a los festejos por la derrota del propio Costa.

En abril de 1863, a pedido del cura párroco, se destinó un espacio del cementerio para sepultar a los protestantes y disidentes.  El presidente de la Municipalidad entrevistó al señor Silveira “que ocupa un terreno a continuación del Cementerio para que lo cediese con este fin”, aunque personalmente consideraba inconveniente “aumentar más el Cementerio allí por lo inmediato ya a la población”. (6)

En el interín, la Municipalidad local dispuso que el cementerio pasase de la jurisdicción eclesiástica a propiedad pública, lo que se comunicó al padre Ramos y Otero por nota del 25 de julio de 1865, suscrita por el presidente de aquella corporación Bartolomé Vivot.  No obstante, las partidas de defunción continuaron siendo asentadas en la iglesia.

En mayo de 1867 varios vecinos del cuartel 2º se presentan a la Municipalidad de Flores pidiendo que interceda ante su colega de la Capital para que deje sin efecto el proyecto de establecer un denominado “Cementerio del Sur” en aquella vecindad, situación que motivó una enérgica protesta ante el gobierno, ya que la Municipalidad de Buenos Aires “no tenía jurisdicción en este municipio”.  Pero a raíz de haberse aprobado el proyecto de ensanche de la Capital por las cámaras provinciales, el terreno del llamado cementerio del Sur, hoy Parque de los Patricios, se segregó del partido de Flores quedando fuera del alcance de la Municipalidad local.

Mientras tanto, la inmediación del cementerio de Flores con la zona urbanizada preocupaba seriamente a la municipalidad, que en diciembre de 1867, se dirigió al agrimensor Arana para que le informara sobre los terrenos de propiedad pública donde fuera posible la “plantación de un nuevo cementerio provisionalmente, por encontrarse el actual en muy malas condiciones higiénicas”.  Arena eligió un terreno al Sur entre las chacras Zavala y Ramos de treinta mil varas cuadradas, pero no se llegó a ningún acuerdo sobre este asunto.

En marzo de 1869, los municipales autorizan al presidente para que se dirija al gobierno de la provincia, ofreciendo pagar el valor correspondiente, para establecer un nuevo cementerio en los terrenos de la Chacarita.  Pero ello no pasó de un proyecto, entretanto se decidió instalarlos en los terrenos al sur, linderos con el bañado y arrendados hasta entonces al antiguo juez de paz Isidro Silva, inaugurándose en setiembre de 1871 y clausurando definitivamente el antiguo cementerio desde el 1º de enero de 1872.  El artículo 4º de la ordenanza correspondiente disponía que:

“Las personas que quieran construir bóvedas en el nuevo cementerio, por razón de la inhabilitación de las que tengan en el viejo, lo solicitarán de la Municipalidad.  La corporación dará el terreno gratis para la nueva construcción, con relación al local que hayan ocupado en el primero”.

En estas condiciones se trasladaron los restos del primitivo cementerio al actual.  Allí están depositados, en la bóveda de Tomasa Millán de Pereyra, su hija, los despojos de Antonio Millán.  Al frente de la puerta principal, a unos cien metros, se destaca la blanca bóveda de la familia de Flores, que tiene una interesante historia.

En 1867 se presentaron a la Municipalidad los herederos de Ramón Francisco Flores solicitando comprar un terreno en el cementerio para construir una bóveda con el fin de trasladar a ella los restos del general José María Flores y otros miembros de la familia.  El presidente de la Municipalidad Gervasio Castro en sesión del 4 de octubre propuso se les donase el terreno que solicitaban en atención a que el fundador Flores “había hecho donaciones de varios terrenos en el pueblo, como eran para Plaza, Corrales, etc. y cuyos recomendables antecedentes son notorios en el partido”.

Los municipales acordaron por unanimidad: “Que se les hiciera saber de oficio a los herederos del fundador Flores: que la Municipalidad atendiendo al mérito de que había sido acreedor dicho finado había dispuesto destinar en el Cementerio de este Pueblo, un terreno de tres varas de frente por tres de fondo de los terrenos que se hallen desocupados, el cual servirá para los que fallecieren de sus familias”.

Luego de habérseles mostrado los terrenos vacantes, los Flores se mostraron disconformes, pretendiendo que se les concediese en la calle principal como correspondía al fundador del pueblo.  Ello motivó “una larga discusión en que participaron todos los Señores Municipales”, quienes decidieron finalmente concederles el solar que pretendían comprometiéndose los Flores a su vez, a edificar una bóveda de gran valor para mayor adorno del cementerio.

Así surgió la bóveda actual que ostenta en lo alto la fecha 1868 y debajo, encima de la puerta de entrada, la siguiente inscripción:

“Aquí yacen los restos mortales de la familia Flores, fundadores de este pueblo”.

Referencias

(1) Libro 2º de Defunciones de la Iglesia de Flores.  Folio 104

(2) Idem.  Folio 124

(3) Archivo General de la Nación, Sala X, 24-7-23

(4) Libro 2º de Defunciones de la Iglesia de Flores.  Folio 177 v.

(5) Libro 4º de Defunciones de la Iglesia de Flores.  Folio 123 v.

(6) Archivo Histórico Municipal.  Actas 1863.  Legajo 3.

Fuente

Cunietti-Ferrando, Arnaldo J. – San José de Flores.  El pueblo y el partido (1580-1880) – Buenos Aires (1977).

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

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