Pavón y sus consecuencias

Dr. Santiago Derqui (1809-1867)

Santiago Derqui y Juan Esteban Pedernera asumieron como presidente y vicepresidente de la Nación, el 5 de marzo de 1860.  La lucha por el poder, al término de la presidencia de Urquiza, se libró entre Alberdi, del Carril y Derqui.  El primero quedó descartado por su deslucida actuación en el Tratado con España.  Entonces Alberdi le insinuó a Urquiza la reforma de la Constitución para que éste pudiera ser reelecto (1).  Pero el entrerriano, en uno de los gestos recomendables de su vida, desechó esta sugerencia.  Del Carril, vicepresidente durante la gestión de Urquiza, quedó también desechado, culpado por no actuar con presteza en resguardo de la vida de Nazario Benavídez, en momentos en que estaba en ejercicio de la presidencia por ausencia de Urquiza.  Ya sabemos que el caudillo sanjuanino fue inmolado por el liberalismo, con el que simpatizaba del Carril.  Quedaba Santiago Derqui, por el que Urquiza se decidió, y según Coronado, recomendó a los gobernadores provinciales tal candidato (2).  Se inicia así, con alguna excepción, una larga serie de designaciones presidenciales, poco más o menos decididas por el presidente saliente.

Mientras tanto, Mitre, que fue desde el 11 de setiembre de 1852 afirmando su liderazgo en la provincia de Buenos Aires, con una actuación sin parangón –de la que fue buena muestra, en la etapa que relatamos, su infiltración entre los pocos cautos Derqui y Urquiza-, logró ser elegido gobernador titular de esa provincia en mayo de 1860.

La República aparecía con tres cabezas: el presidente Derqui, residente en Paraná; Urquiza, aún el hombre fuerte de la Confederación, gobernando a Entre Ríos desde Concepción del Uruguay, pues provisoriamente había desfederalizado a dicha Provincia al descender de la presidencia; y Mitre, gobernador de lo que, a pesar de Cepeda y del Pacto de San José de Flores, aún continuaba llamándose Estado de Buenos Aires.

En estas circunstancias, el gobierno de Derqui solicitó a Mitre que en cumplimiento del mencionado Pacto procediese a entregar la aduana de Buenos Aires a la Confederación.  Mitre envió a Vélez Sarsfield a Paraná, quien con suma habilidad, obtuvo el 6 de junio de 1860 un convenio de todo punto de vista favorable a Buenos Aires: 1) La Convención nacional ad-hoc se reuniría en Santa Fe y no en Paraná, y los convencionales serían naturales de las provincias o residentes en ella, todo según quería Buenos Aires; 2) El Congreso de Paraná prorrogaría sus sesiones para que pudiesen incorporarse los senadores y diputados nacionales que representarían a Buenos Aires, una vez que se reformase la Constitución; 3) La aduana de Buenos Aires y su ejército continuarían administrados por la Provincia, hasta que, incorporados los legisladores nacionales porteños al Congreso, éste dispusiera sobre la manera de hacer efectiva la garantía que el Pacto de San José de Flores otorgaba a dicha provincia, de cubrir su presupuesto hasta cinco años después de su incorporación; 4) Buenos Aires adelantaría un millón y medio de pesos mensuales para gastos de la Confederación; 5) Los productos porteños quedaban libres de derechos de introducción en las aduanas provinciales, y viceversa.  Por consiguiente, el punto crucial del Pacto de San José de Flores, la nacionalización de la aduana de Buenos Aires, se postergaba.

Con motivo de la celebración del 9 de julio, en 1860, Derqui y Urquiza visitaron Buenos Aires.  Desfiles, banquetes, tedeum, abrazos, funciones de gala en el teatro Colón, fuegos de artificio, jalonaron dos semanas de confraternidad entre quienes no hacía un año habían dirimido supremacías en los campos de Cepeda.  La masonería adhirió jubilosa a los festejos.  El 18 de julio, el Gran Oriente elevó a Derqui, Mitre, Urquiza, Sarmiento y Gelly y Obes, los dos últimos, ministros de Mitre, al grado 33 de la organización, el más alto al que se podía aspirar.  El 27, en el Templo de la Logia Unión del Plata, se realizó una tenida de proporciones, en la que los tres protagonistas máximos de nuestra política se abrazaron y juraron “obligarse por todos los medios posibles a la pronta y pacífica constitución definitiva de la unión nacional”. (3)

La política de conciliación inaugurada, se selló con el nombramiento que realizó Derqui, de Norberto de la Riestra, hombre del entorno de Mitre, como su ministro de Hacienda (agosto de 1860).  En setiembre sesionó la Convención nacional ad-hoc con los resultados ya conocidos; parecía que la República entraba por los carriles de su definitiva unión y pacificación.  Pero desde aquí en más, diversos sucesos que fueron aconteciendo, enfriaron primeramente, enturbiaron a renglón seguido y, finalmente, disiparon, el clima de entendimiento existente entre los tres personajes.

Ya hemos visto que en la Convención nacional hubo un acuerdo entre urquicistas y mitristas, admitido por Derqui, que zanjó los problemas existentes.  Urquiza intentaba ganarse a los liberales porteños, frente a un Derqui que comenzó a dar señales de querer manejarse con independencia del entrerriano, y que parecía inclinarse a apoyarse en los liberales.  Una carta de Derqui a Mitre del 17 de octubre, es reveladora: “Ya comuniqué a Ud. en ésa mi resolución de gobernar con el partido liberal donde están las inteligencias, y por eso tengo que trabajar en el sentido de darle mayoría parlamentaria, sin lo que no podría hacerlo; y tengo seguridad de dársela”. (4)

Darle mayoría parlamentaria en el congreso de Paraná a los liberales, significaba desalojar a los afectos a Urquiza.  Para ello Derqui apeló a la reforma constitucional sancionada; ahora se requería que los diputados y senadores fueran naturales de las provincias que los elegían o con dos años de residencia inmediata en ellas.  Y había legisladores urquicistas en Paraná que no llenaban estas exigencias: eran los “alquilones” de Urquiza, en la jerga despreciativa de los porteños.  El 26 de octubre, Derqui decretó la elección de diputados y senadores nacionales para reemplazar a los que estando en funciones, no reunían los recaudos que ahora reclamaba la Constitución.  En realidad, la pretensión de Derqui era una enormidad jurídica: significaba aplicar con efecto retroactivo la reforma de la Constitución que no podía regir sino para el futuro  Los legisladores “alquilones” en ejercicio, tenían derechos adquiridos que no podían desconocerse.

Las provincias se negaron a aplicar este decreto y Derqui quedó burlado en sus propósitos, y por supuesto, Urquiza se puso alerta y quedó resentido.

En noviembre, los tres influyentes políticos se encontraron nuevamente, esta vez en el Palacio San José.  Fue evidente el enfriamiento de las relaciones entre Derqui y Urquiza.  En lo único en que se pusieron de acuerdo los tres, fue en solicitarle la renuncia al gobernador sanjuanino José A Virasoro.  La nota no le llegó a éste, pues el 16 de noviembre, mientras desayunaba rodeado por su familia, fue bárbaramente ultimado por los liberales de esa provincia.  Este asesinato tenía sus autores morales: en un artículo de “El Nacional”, periódico porteño, Sarmiento proclamó que los liberales sanjuaninos tenían “el derecho de deshacerse de un tirano a todo trance”.  Pelliza afirma que este diario anunció seis días antes, el asesinato de Virasoro.  Los revolucionarios proclamaron gobernador a Antonio Aberastain.  Se presume documentalmente que el gobierno de Mitre los financió. (5)

Derqui, de acuerdo con Mitre, envió a San Juan una comisión presidida por el federal Juan Saa y los mitristas Paunero, Conesa y Lefuente.  Los cuatro integrantes se encontraron en San Luis y decidieron adoptar una actitud pacífica.  Pero al llegar Saa a Mendoza, en viaje a San Juan, se encontró con cartas de Urquiza, autorizadas por Derqui, que querían satisfacer al colérico gobernador de Entre Ríos, en las que se le daban instrucciones en el sentido de desconocer al gobierno revolucionario y detener a los culpables del homicidio de Virasoro; enterados Conesa, Paunero y Lafuente, se apartaron de la misión.  Con tropas mendocinas, Saa se dirigió a San Juan donde Aberastain decidió resistir, pero derrotado éste en la Rinconada del Pocito, 5 de enero de 1861, fue fusilado por un subordinado de Saa.

Son ahora los liberales con Mitre a la cabeza, los que se rasgan las vestiduras.  Ante los reclamos de Mitre, Urquiza contesta: “Seguro estoy que si triunfan las fuerzas de Aberastain, se hubiesen ensañado igualmente.  Cierto es que es horrorosa la muerte de los hombres que se llaman decentes; despreciable la de los pueblos, la de los pobres paisanos que se sacrifican sólo por respeto y decisión y aquéllos por pasión y conveniencia.  La muerte de los asesinados en Villamayor es despreciable, porque era de mazorqueros; la de San Juan, el 16, lo mismo…” (6)

Otro hecho terminó de envenenar las relaciones ya deterioradas.  Aprobadas las reformas de la Constitución por la Convención Nacional, debía materializarse el ingreso de los legisladores porteños al Congreso Nacional que sesionaba en Paraná.  Los diputados fueron elegidos no por la ley nacional de elecciones, que de acuerdo a la Constitución Nacional consideraba a cada provincia como un distrito único, sino por la ley provincial en la materia, que dividía la provincia de Buenos Aires en siete distritos electorales: uno comprendía a la ciudad de Buenos Aires y los otros seis dividían a la campaña.  Esto así, porque el gobierno de Mitre entendía que la Constitución Nacional y las leyes de la Confederación no debían regir en Buenos Aires hasta tanto no se produjera precisamente la incorporación de los senadores y diputados porteños al Congreso Nacional.  Derqui, consultado por Mitre, había aprobado esta forma de elección, pero Urquiza no quiso saber nada, cuando los doce diputados y dos senadores de Buenos Aires van a Paraná, a los senadores les permitieron incorporarse a su Cámara respectiva, pero los diputados fueron rechazados en el correspondiente cuerpo del Congreso.

Fue un acto inútil, que terminó de deteriorar las ya trabajosas relaciones.  Hacia esta época, abril de 1861, comenzaron los aprestos militares en Buenos Aires y en la Confederación.  El temor mutuo y el desánimo comenzaron a producir frutos amargos.

Urquiza, según el ministro inglés Thornton, en nota a su gobierno, “está muy deseoso de separarse enteramente del resto de la República y formar una Nación independiente, que estaría compuesta por las dos provincias de Entre Ríos y Corrientes”, según le informaban “muchas personas inteligentes y bien formadas”.  Hablando con Urquiza, Thornton advirtió que esa idea rondaba por la mente del caudillo. (7)  Por su parte, Norberto de la Riestra, ahora ministro de Mitre, le sugiere a éste la independencia de la provincia de Buenos Aires.  Mitre recoge la idea y se deciden tres misiones diplomáticas: Lorenzo Torres a Asunción, José Mármol a Río de Janeiro y Francisco Pico a Montevideo, cuyos objetivos eran escudriñar las opiniones de esos gobiernos para el caso de que Buenos Aires se emancipara.  (8)

A fin de evitar la guerra, mediaron los representantes diplomáticos peruano, inglés y francés, quienes fracasaron a pesar de la entrevista entre Derqui, Mitre y Urquiza en el buque de guerra inglés “Oberón” (agosto de 1861).  Las relaciones entre Derqui y Urquiza, que había aceptado el comando general de las fuerzas de la Confederación, terminaron de desquiciarse cuando aquél olvidó cartas que cayeron en poder de Urquiza.  Por esas notas, dirigidas por Mateo Luque y Eusebio Bedoya al presidente, Urquiza se enteró de los proyectos de éste: independizarse de la tutela del entrerriano, trasladar la capital de Paraná a Córdoba y otorgar el mando del ejército confederado a Juan Saa.  Quizás este hecho, que según expresiones de Urquiza significaba una traición de Derqui, contribuyó como ninguno para que marchase desanimado a enfrentarse con las fuerzas porteñas comandadas otra vez por Mitre.

El nuevo encuentro fraticida se produjo en los campos de Pavón, el 17 de setiembre de 1861.  La caballería entrerriana arrolló completamente la caballería porteña, llevándola a cruzar el Arroyo del Medio en su persecución.  En el centro, la infantería y artillería porteñas prevalecieron un tanto; pero el desastre de su caballería hacía presagiar, al llegar la noche, que al día siguiente, la brava caballería entrerriana, ayudada por su infantería y artillería, terminaría con la resistencia mitrista.  Pero durante esa noche ocurrió algo totalmente imprevisto: Urquiza ordenó la retirada de sus tropas y emprendió la vuelta a Entre Ríos.  El aparente vencedor, Mitre, en vez de avanzar, retrocede, cruza el Arroyo del Medio y acampa en las inmediaciones de San Nicolás, unos treinta kilómetros al sur del campo de batalla, donde el 19 de setiembre recibe noticias de la retirada de Urquiza, y por ende, ¡oh sorpresa!, que es el ganador de la batalla.  ¿Ha habido un acuerdo con Urquiza?  Este es un pasaje de nuestra historia no suficientemente dilucidado.  Lo concreto es que desde su campamento en San Nicolás no se nueve hasta el 6 de octubre, cuando logra rehacer su caballería, 17 días después.  El 11 de octubre ocupa Rosario.

Mientras tanto, Urquiza se instala en Concepción del Uruguay, y aquí recibe instancias de Derqui, del gobernador de Santa Fe Pascual Rosas, y de otros personajes, a fin de lograr su retorno al frente de guerra.  Pero se niega.  Entrevistado por enviados de Derqui, manifiesta, explicando de alguna manera su misteriosa actitud: a una observación enérgica del diputado Aráoz haciéndole presente lo que debía a sus glorias y a su responsabilidad como jefe del partido nacional, el general sin dejarlo terminar respondió rápidamente: “En cuanto a jefe de partido, no lo soy, ni pesa sobre mi responsabilidad alguna; he sido traicionado.  No insistan ustedes, fueron sus últimas palabras.  Yo no he querido la guerra, se ha podido evitar y no se ha querido; se me ha considerado inútil al saber la derrota del enemigo.  Mi resolución está tomada.  ¡Que me formen consejo de guerra!. (9)

El que no pierde el tiempo es Sarmiento, quien al enterarse de la retirada de Urquiza, le escribe a Mitre, el 20 de setiembre: “Necesito ir a las provincias.  Usted sabe de mi doctrina.  Los candidatos están hechos de antemano…  ¿Valgo yo menos que cualquiera de los torpes que mandan un regimiento de caballería?…  No trate de economizar sangre de gauchos.  Esto es un abono que es preciso ser útil al país.  La sangre es lo único que tienen de seres humanos…  En la época grandiosa que atravesamos yo no me quedaré maestro de escuela, pegado a un empleo, ni periodista.  Me debo a algo más…  No deje cicatrizar la herida de Pavón.  Urquiza debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste.  Southampton o la horca…  Valgo más que todos esos compadres que me prefiere…  Sobre Santa Fe tengo algo muy grave que proponerle.  Desde 1812 este pedazo de territorio sublevado es el azote de Buenos Aires.  Sus campañas desoladas por sus vándalos…  Buenos Aires recobra su antiguo dominio y jurisdicción, el Rosario será gobernado por sus jueces de paz…  Puede darse a Córdoba  Santa Fe como frente fluvial y resguardo de sus campos de pastoreo, tomando el Carcarañá como línea divisoria…  Estoy ya viejo y necesito hacer algo…  Puedo en las provincias, y deseo ser el heraldo autorizado de Buenos Aires…  ¡Qué golpe de teatro embarcarse e ir al Paraná!  Quién podría sugerirle la idea de quemar ordenadamente, los establecimientos públicos, esos templos polutos.  Un abrazo y resolución de acabar”. (10)

Mientras tanto Derqui, que pretende continuar la lucha prescindiendo de Urquiza, pronto se convence que sin éste y su invencible caballería, era imposible todo intento de revertir la situación, y el 5 de noviembre se embarca en una cañonera inglesa y se exilia en Montevideo.  Asume el vicepresidente Pedernera, quien envía nota tras nota a Urquiza para que éste abandone su actitud y hasta solicitándole órdenes; el señor de San José contesta con un mutismo absoluto.

Finalmente, el 25 de noviembre, la esfinge habló para indicarle a la Legislatura de su provincia lo que debía hacer, y que ella cumplió sumisamente: 1) La provincia de Entre Ríos reasumía su soberanía hasta que en paz las provincias volviesen al imperio de la Constitución; 2) Entre Ríos se declaraba en paz con todas las demás provincias, inclusive Buenos Aires; 3) Entre Ríos sería depositaria de todos los bienes y pertenencias existentes en su territorio que fueran propiedad de la Confederación, incluso de las aduanas, que de paso se constituirían en garantía de la deuda de la nación respecto de esa provincia.

Pedernera, que ha debido hipotecar la casa de gobierno de Paraná para sufragar algunos gastos elementales –tal era la penuria del erario de la Confederación- enterado de la decisión de la Legislatura de Entre Ríos, que significaba que Urquiza abandonaba la causa de la Confederación, de las doce provincias restantes y hasta del partido federal, declara en receso el gobierno nacional entregando los bienes de éste a personeros de la provincia de Entre Ríos, lamentándose haber conocido el nuevo “pronunciamiento” de Urquiza por terceros y no por éste  En Paraná, los pobladores reciben con espanto la noticia, según revela el coronel Santa Cruz. (11)

El acuerdo entre Urquiza y Mitre, según parece, fue logrado después de largas gestiones de Juan de la Cruz Ocampo, primero, y de Salvador María del Carril, posteriormente.  Significaba la entrega de la Confederación al mitrismo y la reclusión de Urquiza en su feudo donde no sería molestado.

Se abría para la República una etapa que en los cálculos debía resultar pacífica, pero que continuó siendo sangrienta.

El primer episodio ocurrió en Cañada de Gómez, en cuyas inmediaciones acampaban unos 500 federales, efectivos que habían lidiado en Pavón.  En la madrugada del 22 de noviembre, mientras en el campamento se dormía, los soldados fueron rodeados sigilosamente por fuerzas de Mitre al mando de Venancio Flores, oficial oriental, y masacrados vilmente.  Para el ministro de guerra de aquél, Gelly y Obes, los muertos federales ascienden a 300, mientras que el parte de Flores acusa 2 heridos leves entre los mitristas.  Gelly y Obes escribe: “El suceso de la Cañada de Gómez es uno de los hechos de armas muy comunes, por desgracia, en nuestras guerras, que después de conocer sus resultados aterrorizan al vencedor cuando éste no es de la escuela del terrorismo.  Esto es lo que le pasa al general Flores, y es por ello que no quiere decir detalladamente lo que ha pasado…  Esto es la segunda edición de  Villamayor, corregida y aumentada”. (12)  Mientras, Sarmiento se regocija con el suceso: Los gauchos “son animales bípedos implumes de tan perversa condición que no se que obtenga con tratarlos mejor”.  (13)  Así comenzaban las fuerzas de Mitre su tarea de copamiento del interior de la República.

Referencias

(1) Alberdi le sugirió en carta a Urquiza del 6 de mayo de 1859, como paso previo, la elección de un presidente maleable dispuesto a hacer reformar la Constitución que permitiría ahora la reelección presidencial.  A renglón seguido se elegiría nuevo presidente a Urquiza “por doce años más, llamado por todos los prestigios de la gloria y la legalidad”. 

(2) Coronado, Juan, Los misterios de San José – Buenos Aires (1871), T. I, página 110.

(3) Lazcano, Martín V., Las sociedades secretas, políticas y masónicas en Buenos Aires – Buenos Aires (1927), T II, página 355.

(4) Mitre, Bartolomé, Archivo, Tº VII, página 27.

(5) Victorica, Julio – Urquiza y Mitre – Buenos Aires (1968), página 183.

(6) En Mitre, Bartolomé, Archivo, Tº VII, página 190.

(7) Cit. Por Scobie, James R., La lucha por la consolidación de la nacionalidad argentina 1852-1862, Buenos Aires (1964), página 339.

(8) El gobernador delegado, Pastor Obligado, le escribía a Mitre el 17 de julio de 1861: “Mármol salió ayer (para Brasil)…  Sus instrucciones fueron limitadas en lo concerniente al caso de independencia absoluta, suprimiéndosele esa parte que creímos inconveniente que fuese escrita, dejándolo a su prudencia tácitamente, que hiciera alguna indicación sobre el particular… El Dr. Torres saldrá hoy para el Paraguay…  lleva instrucciones análogas a las de Mármol…  Pico saldrá mañana o pasado para Montevideo” (En Mitre, Bartolomé, Archivo, Tº VIII, páginas 101/2).  González Calderón, al comentar esta nota de Pastor Obligado, manifiesta: “Yo no exageraba, pues, al decir más arriba que la situación en que habían colocado a Buenos Aires los errores de los hombres que la dirigían ocasionaba peligros inminentes para la integridad nacional, que más de una vez estuvieron a punto de hacer pedazos con tal de salvar su exclusivismo político (González Calderón, Juan A. – Historia de la organización constitucional – Buenos Aires (1930), página 291.

(9) Cit. Por Rosa, José María – Historia Argentina – Tº VI, página 375.

(10) Mitre, Bartolomé, Archivo, Tº IX, páginas 360/3.

(11) Bosch, Beatríz, Historia de Entre Ríos (1520-1969), Ed. Plus Ultra, Buenos Aires (1978).

(12) Mitre, Bartolomé, Archivo, Tº IX, páginas 277/8

(13) Esto después de espetar: “Sandes ha marchado a San Luis.  Si Sandes va déjenlo ir.  Si mata gente, cállense la boca” (Museo Mitre, Sarmiento-Mitre.  Correspondencia.  1846-1868, Buenos Aires (1911).

Fuente

Cárcano, Ramón J. – Urquiza y Alberdi.  Intimidades de una política – Buenos Aires (1938).

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

Petrocelli, Héctor B. – Historia Constitucional Argentina – Keynes – Rosario (1993).

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