Manuel López

General Manuel López (1780-1860)

 

Manuel López (a) “Quebracho” nació en Pampayasta, Departamento de Tercero Arriba, Córdoba, en el año 1780, siendo sus padres Marcos López y Juana María Lasso de la Vega. Hombre de campo, empezó a figurar en tiempos del gobernador Manuel Antonio Castro, que lo nombró juez de 3º Abajo, en 1817, después de haber estado consagrado López a las tareas rurales desde su niñez.  El general Bustos lo llevó a la comandancia del Departamento Tercero, cargo que desempeñaba en la época en que aquél gobernador fue derrocado por Paz en la batalla de San Roque, el 22 de abril de 1829.  Cuando el general Paz invadió la provincia de Córdoba, el 8 de este mes y año, al llegar a la jurisdicción departamental de López, lo hizo llamar, lo que el último obedeció y le hizo saber a Paz que aunque había recibido orden de Bustos de retirar las caballadas, reunir las milicias y hostilizarlo, nada de esto había hecho y le pidió que para salvar las apariencias y no presentarse en el campo de Paz con las apariencias de un tránsfuga, simulase arrestarlo al día siguiente, a lo que accedió el general invasor.  Al llegar a Tio Pujio, el 9, acamparon parte del día y al anochecer se prosiguió la marcha, despidiéndose entonces López, quien prometió a Paz tener su “departamento en sosiego y obediencia”.  “Le hice el presente de un buen sable, dice Paz en sus memorias, que aceptó muy gustoso”.

 

López permaneció, pues, en la comandancia de su Departamento cuando Paz venció a Bustos y tomó las riendas del gobierno de Córdoba y continuó en el puesto por todo el resto del año 1829.  Pero en febrero de 1830, con motivo de la segunda invasión de Juan Facundo Quiroga a la provincia, López se sublevó con las milicias de su departamento y marchaba a incorporarse al célebre caudillo riojano, cuando éste sufrió la derrota de Oncativo, el 25 de febrero de 1830.  En el camino supo López tan desagradable noticia, por lo que debió abandonar precipitadamente la provincia y esperar para obrar hasta el año siguiente.

 

Cuando en febrero de 1831 marchó el ejército federal a las órdenes del general Estanislao López para tratar de derrocar al general Paz que había organizado la Liga del Interior, el comandante Manuel López se le incorporó el día 11 de aquel mes, más allá del Paso Ferreira, con los milicianos del Tercero.  Cuando el general Quiroga se apoderó de la plaza de Río IV, el general López destacó al comandante Manuel López para que marchase en persecución de los coroneles Juan Pascual Pringues y Juan Gualberto Echevarría, que habían logrado escapar de Río IV.  Debía colaborar con López el comandante Ramón Lira, que se hallaba destacado en aquellos parajes.  El 26 de marzo de 1831, Manuel López obtenía un triunfo en el Arroyo de San José, distante una legua al sur del Río III, sobre una fuerza enemiga, a la que le había muerto medio centenar de hombres y cantidad de prisioneros, siendo jefe de la última el capitán Ciriaco Echenique, que mandaba 100 hombres de línea al iniciarse el encuentro.

 

A comienzos de abril, el teniente coronel Manuel López operó en combinación con el coronel Gervasio Espinosa, efectuándose la reunión de los dos jefes federales el 8 de aquel mes, en el Paso del Ahogado, “a las oraciones”.  Tanto López y Lira, por una parte, como Espinosa por otra, habían tenido encuentros con las fuerzas de Echevarría, los días 7 y 8 de abril, respectivamente, antes de efectuarse la reunión de Espinosa y López.  Lira murió en el encuentro sostenido con su fuerza y la de López contra Echevarría

 

El 29 de junio de 1831, López alcanzó al coronel Echevarría en las Puntas del Sauce, jurisdicción de Fraile Muerto (actual ciudad de Bell Ville), siendo completamente derrotado y tomado prisionero y ejecutado inmediatamente en el lugar llamado La Carlota.

 

Habiendo subido al gobierno de Córdoba José Vicente Reinafé, nombró a López juez general del Departamento de Tercero Arriba y de Tercero Abajo, que debió aceptar no obstante las objeciones que hizo a Reinafé para rechazar el nombramiento.  En 1834 López contuvo una horda de indios ranqueles, chilenos y boronas.

 

Producido el asesinato del general Quiroga, el 16 de febrero de 1835, en Barranca Yaco, el gobernador Reinafé ordenó a Manuel López, comandante del Tercero, que levantase un sumario al cura de Villa Nueva, Máximo Ferreira.  Cuando el gobernador de Córdoba recibió intimación de los de Buenos Aires y Santa Fe, de abandonar la silla del poder, se disponía a resistir por la fuerza aquella imposición, y al efecto ordenó la concentración de las milicias de la Provincia, pero los comandantes Isleño, Luque y Manuel López le negaron obediencia en lo relativo a sus departamentos.  Finalmente, los Reinafé tuvieron que huir y entonces Rosas y Estanislao López declararon categóricamente a los cordobeses que no aceptaban otro gobernador que el comandante Manuel López, el cual subió al gobierno el 17 de noviembre de 1835.

 

Uno de los primeros actos del gobernador López fue hacer capturar a Santos Pérez, el autor material del asesinato de Quiroga.  En enero de 1836, la Legislatura confirió a López que sólo era coronel de milicias, la misma jerarquía del ejército de línea.

 

Durante su mandato puso en orden el gobierno, hizo posible la enseñanza primaria en varios pueblos del interior de Córdoba.  Asimismo se preocupó en mantener cuidado el sistema de postas de la provincia, el cual era vital para el desarrollo del comercio, eliminó los últimos pueblos de indios que quedaban en la sierra.

 

El 8 de febrero de 1836 salió a campaña con el objeto de arreglar las milicias delegando el mando en su ministro general Calixto María González, reasumiendo el mando en el mes de mayo del mismo año.

 

En aquella época decretó la erección en la plaza pública de Córdoba de una columna en memoria de los héroes libertadores: Dorrego, López, Rosas y Quiroga, la que debía estar terminada el 25 de mayo de 1836.  En el mes de julio de este último año, López derrotó en La Carlota una partida de indios del Sud, matándole 4 caciques y 152 indios de pelea y rescatando 37 cristianos.  El 24 de agosto de 1836, la Legislatura autorizó al gobernador de Buenos Aires para entender en los negocios de paz, guerra y relaciones exteriores, según lo tenía sancionado en acuerdo el 19 de agosto de 1831.

 

López había sido elegido por la Legislatura gobernador en propiedad el 30 de marzo de 1836.  Uno de sus primeros actos fue pedir autorización a la Legislatura para rebajar los sueldos al personal de la administración, y obtenido el permiso pedido, logró con ello una economía de 10.500 pesos anuales, suma que aplicó a la defensa de la frontera Sud que estaba amenazada constantemente por indios ranqueles y araucanos unidos.  Varias invasiones se realizaron con resultado fatal para los invasores gracias a las medidas previsoras del gobernador López.

 

Mediante un decreto del 8 de junio amplió las facultades concedidas a Juan Manuel de Rosas, para que con una libertad sin límites y sin restricción alguna, pudiese obrar en todo asunto que tendiese directa o indirectamente a la paz, guerra y relaciones exteriores, siempre que fuera en honor, libertad, integridad e independencia de la nación o de cada una de las provincias que la forman “haciendo respetar la causa sagrada nacional de la federación”. 

 

El 1º de diciembre fue investido con “facultades extraordinarias” por el término de un año para todo lo concerniente a la guerra exterior (con Bolivia) en que estaban comprometidas las provincias argentinas y para la defensa y seguridad de las fronteras de la provincia contra las invasiones de los salvajes; y el 20 de febrero de 1839 fue nuevamente investido con las facultades necesarias, al solo objeto de proveerse de los recursos que demandase la empresa de la restauración del orden y sosiego público.  El 25 de febrero de 1839 el general López derrotaba en La Trinchera a los comandantes Santiago Oroño y José Manuel Salas; y el 28 de marzo del mismo, a Pedro Nolasco Rodríguez, en Las Cañas, rebeldes al gobierno legal.

 

En 1840 llevó a cabo un censo de la población; el mismo arrojó que Córdoba tenía 103.280 habitantes de los cuales 47.503 eran varones, 55.758 mujeres y en 19 casos no se especificaba el sexo; de ellos 13.795 vivían en la capital.  Las mayores concentraciones de población se localizaban en la ciudad de Córdoba y en los departamentos San Javier, Tulumba, Pocho, Río Seco, Río Segundo y Santa Rosa. 

 

Cuando el general Lamadrid penetró en la provincia de Córdoba en octubre de 1840, el día 10 López fue depuesto por sus comprovincianos  y elegido José Francisco Alvarez, logrando el gobernador derrocado huir a la campaña con un grupo de gente armada, no habiendo sido capturado porque no lo persiguieron.

 

López que había sido reelegido gobernador de Córdoba el 28 de junio de 1840, volvió a ocupar el sillón del mando en diciembre de aquel año, después del triunfo obtenido por Oribe en el Quebracho Herrado.  A los pocos días salió a campaña, delegando el mando en Claudio Antonio Arredondo.  En octubre de 1841 se ausentó de nuevo y no reasumió el gobierno hasta setiembre de 1842, continuando sin interrupción hasta el 28 de junio de 1844, en que fue reelegido por la Legislatura por otro período de 3 años. 

 

Justo José de Urquiza, embanderado entre los seguidores de Rosas, había recibido órdenes de perseguir sin tregua, alas fuerzas encabezadas por Fructuoso Rivera, en la Banda Oriental.  El 27 de marzo de 1845 los derrotaba en “India Muerta”.  La noticia llegaba a Córdoba el 8 de abril siguiente y causó júbilo en los federales.  El gobernador Manuel López ordenó repicaran las campanas de los templos y dirigió una nota al Provisor del Obispado, Gaspar Martierena, haciéndole saber “del espléndido triunfo obtenido por las armas de la Confederación a las órdenes del ilustre Excelentísimo Señor General Urquiza sobre las del feroz caudillo de la anarquía Fructuoso Rivera”, el “pardejón” Rivera, como despectivamente lo llamaban. López agregaba en su documento “Quiera Dios que sus resultados sean decisivos, para afianzar la causa del orden y con ella la tranquilidad de los Pueblos, destruida tanto tiempo hace por el desorganizador e implacable bando unitario”.  Martierena no vaciló en hacer cumplir lo dispuesto y ardieron las torres campaneras de la ciudad con repiques prolongados durante horas, así nadie dejaba de enterarse de la novedad tan halagadora para el gobierno y sus amigos.  Y se sucedieron los festejos.

 

En setiembre de 1845 López tenía un ejército de 5.000 hombres. En esta época ya había sido promovido a brigadier general del ejército de la provincia por la Legislatura.  El 28 de junio de 1847 fue reelegido nuevamente para un nuevo período gubernativo de 3 años.  El 7 de diciembre de este último año delegó el mando en su ministro Calixto María González, por haber tenido que salir a recorrer algunos puntos de la frontera del Sud, para afianzar la tranquilidad y seguridad de los habitantes.

 

Careciendo la ciudad de Córdoba de un cementerio público, López dictó un decreto, el 19 de abril de 1843 disponiendo la creación de uno al Oeste de la capital.  El 9 de febrero de 1847, el gobernador López promulgó el “Código Constitucional provisorio de la provincia de Córdoba”; la duración del gobernador en el mando se fijaba en 6 años, pudiendo ser reelegido tantas veces cuantas lo creyese conveniente la Legislatura, para “sostener la tranquilidad pública, la libertad e independencia de Sud América y la santa causa nacional de la Confederación Argentina”.

 

Después de la batalla de Caseros tuvo la debilidad de volverle la espalda a Juan Manuel de Rosas, aunque tal actitud no la asumió solamente él en Córdoba.  El 16 de abril de 1852 delegó el mando en su hijo José Victorio, “para reparar su quebrantada salud”.  Pero el 27 del mismo mes estalló un motín en la ciudad que depuso al gobernador delegado, el que corrió grave peligro de ser muerto, salvando la vida gracias a la energía y decisión del joven Angel Pizarro.  Fue presto en prisión hasta el 9 de octubre de 1852, en que fue ordenada su excarcelación, pero debiendo rendir cuenta de su administración a una comisión nombrada por la Legislatura y compuesta de los diputados Manuel de la Lastra, Dr. Lucrecia Vázquez y Dr. Manuel Lucero.

 

La gestión de gobierno en la provincia de Córdoba había comenzado el 30 de marzo de 1836 y se prolongó hasta la revolución del 27 de Abril de1852, es decir, duró un período de diez y seis años. Por cierto, se debe excluir el breve paréntesis de la llamada revolución unitaria del 10 de octubre de 1840, en la que participó Vicente Fidel López.

 

Habiendo solicitado Manuel López trasladar su residencia a Entre Ríos, la Legislatura accedió el 5 de abril de 1854 a tal pedido, dejando una fianza que respondiese al resultado de los reclamos particulares, sobreseyéndose, por gracia, en la causa en cuanto a la acción pública, declarándole borrado de la lista militar de la provincia, sin opción a sueldos que hubiese devengado.

 

En 1853 Manuel López junto con los generales Celedonio Gutiérrez, José Manuel Saravia, etc., estuvieron en combinación para hacer estallar un movimiento rebelde en varios puntos del interior, pero que no se verificó.

 

El general Manuel López falleció en la ciudad de Santa Fe, el 5 de octubre de 1860, cargado de años y dejando por fortuna unos campos en el Tercero, sin valor entonces, heredados de sus padres, y una casa vieja y un sitio en Córdoba.  Estaba casado con María de los Santos Arias de Cabrera, descendiente del fundador de la ciudad de Córdoba,

 

Fuente

Arcondo, Aníbal – La Población de Córdoba según Censo de 1840 – Córdoba (2000).

Bischoff, Efraín U. – Historia de Córdoba

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

Ghirardi, Olsen A. – Vicente Fidel López en Córdoba.

Paz, Gral. José María – Memorias póstumas – Segunda Parte.

Portal www.revisionistas.com.ar

Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).

 

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