Vaimaca Perú

Llegada a Montevideo de los restos del cacique Vaimaca Perú

 

En el seno de la nación charrúa y en el territorio de la Banda Oriental, alrededor de 1780, nace Vaimaca Perú.  Desde su infancia demostró valor y al entrar en la edad de la pubertad, poseía una arrogante fisonomía, resaltada por sus formas atléticas perfectamente depuradas.  Era honrado, sabía hacer justicia y la confianza en su fuerza le fue abriendo el camino que concluyó a los treinta años cuando fue elegido jefe guerrero en virtud de sus notables méritos como defensor de su tribu y de su patria.  Según testimonios que se conservan, en 1814 pasó voluntariamente al servicio de Artigas, con un número considerable de sus guerreros.  El prócer dejó escriturado el principal derecho de los indios, como símbolo de su proyecto soberano de Nación, al coronar al escudo de la Banda Oriental con la vincha de plumas charrúas. (1)

 

Algunos testimonios recuerdan que “era un espectáculo ver al charrúa cargando a la cabeza de su horda salvaje desnudo y montado en pelo, teniendo por sola arma su terrible lanza, derrotado a los batallones adversarios, medio vencidos por adelantado por el terror que les infundía tan formidables enemigos”.

 

Derrotado Artigas en 1820, los indios, negros y pobres se quedan sin su protector.  Vaimaca, dispuesto a continuar defendiendo su tierra, fue uno de los charrúas que acompañó a Fructuoso Rivera en la reconquista de las Misiones Orientales en 1828.

 

El general Rivera, en 1829, lo mantiene agregado a su Estado Mayor, y le da el comando de un cuerpo indígena de las Misiones.  Ese mismo año de 1829, en ocasión de la paz, Perú se retiró con sus compañeros al Ibicuy.

 

Fue uno de los que respondiendo al llamado de Rivera concurre a Salsipuedes donde había sido convocado bajo el traidor engaño que los necesitaban “¡para volver a ayudar a la Patria!”; donde salva su vida porque, cuando se está cometiendo la matanza, recrimina a quien había sido, en otras oportunidades, compañero de armas: “Mirá, Frutos, tus soldados matando amigos”.  El entonces presidente evita que sea asesinado, tomándolo prisionero.

 

Respecto a este gesto de Rivera, existen varias interpretaciones.  La primera y más común que fue un gesto de compasión ante la recriminación por parte de alguien que había luchado junto a él, pero es poco imaginable que en el entorno de una matanza que tuvo meses de preparación, basada en el engaño a los que se estaba sacrificando, se recurra a la compasión.

 

Otra versión, más creíble, se refiere a que Rivera salvó la vida de Vaimaca, evitando que fuera degollado, para llevarlo como celebre prisionero, dando realce a su campaña, tal como lo afirma el relato de Oxehufvud.

 

Una vez hecho prisionero, y junto con su esposa y sus compañeros, fue enviado a Montevideo.  El 25 de noviembre de 1832, Francois De Curel inicia las tratativas para llevarse cuatro charrúas para Francia, “con el objeto de presentárselos a S.M. el Rey de Francia, a las sociedades científicas y otras personas de distinción e ilustración”.  Bajo ese pretexto Vaimaca Perú es llevado a dicho país, junto a su compañera Guyunusa, el médico Senaqué y el joven guerrero Tacuabé. 

 

La Exposición de Francois De Curel

 

El 25 de febrero de 1833 son embarcados en el buque Faicón. En el buque van 33 personas, entre ellas el nombrado Francois de Curel y su hijo.  También se encontraría Arthur Onslow (quien realizó un dibujo de los cuatro charrúas, donde puede observarse a Micaela Guyunusa grávida y apoyada sobre una mano, mirando a Tacuavé, que es el único que se encuentra de pie) Entre los pasajeros figuran, además: “Los indios Laureano, Perú, Senaqué y Micahela”.

 

El buque llega a Saint Maló el 7 de mayo de 1833, de allí el grupo es llevado al Havre y luego a París. Entre los datos que aportan los investigadores se señala que no sólo se transportó a estos indígenas sino que también se llevaron avestruces (ñandúes) como evidencia de las características llamativas de la zona.

 

Se los ubica en una casa alquilada por De Curel en el Nro. 19 de la calle Chaussé D’Antin, en el distrito 9 de París.  En esa residencia se realiza su “exposición” a partir del 13 de junio de 1833, cobrándose una entrada de 5 francos al principio, debiéndose rebajar posteriormente a 2 francos por la poca aceptación que tenía la misma. Este rechazo es una primera evidencia que la opinión pública francesa no estaba de acuerdo con el trato que recibían nuestros indios.

 

Francois De Curel escribe una invitación en la que expresa: “Estos individuos forman parte de una quincena de prisioneros conducidos a Montevideo en junio de 1832.  El Presidente de la República Oriental del Uruguay me ha permitido traer a Europa a estos cuatro, escogidos entre los que más interés ofrecen por sus rasgos fisonómicos.  El primero es un cacique temible; el segundo es un sedicente médico que, a la pretendida ciencia de la magia medicinal, une realmente el conocimiento de plantas curativas capaces de cicatrizar las heridas.  El tercero es un joven y feroz guerrero, renombrado por su habilidad para domar los caballos salvajes; la cuarta es una mujer, compañera del joven guerrero.  Estos cuatro individuos ofrecen vivientes modelos de la constitución física y los caracteres morales ten bien descriptos por el sabio autor de la Historia Natural del género humano.  Ellos representan los verdaderos tipos de la Tercera Raza de hombres, denominada raza cobriza…”

 

Luego de ser sometido a diversos estudios y de agotado el interés científico, es exhibido en un circo junto con sus hermanos charrúas, en donde sufren un trato cruel e inhumano.  A consecuencia de este maltrato y de la tristeza por estar lejos de su suelo natal, Vaimaca muere el 13 de septiembre de 1833.

 

El cacique Vaimaca Perú conservó su temple hasta en los más difíciles momentos de su cautiverio, actitud registrada por un periodista francés testigo de su infortunio y que entabló amistad con el charrúa: cuenta este periodista que Perú pidió una entrevista con el rey de Francia para pedirle hombres y un barco para regresar a nuestro país.  Actitud admirable si se tiene en cuenta que era un hombre que lo había perdido todo: patria, familia, ejército y corona.

 

Boicot a la exhibición

 

Las condiciones a que habían sido sometidos y las sucesivas muertes de Senaqué y posteriormente Vaimaca Pirú vuelcan a la opinión pública francesa contra la exhibición, por lo cual la misma, con nombre simulado debe salir precipitadamente de París para instalarse, luego de evitar algunos controles policiales,  en Lyon.  El rechazo de la opinión pública significa que esta muestra sea “boicoteada” y en consecuencia dejase de ser redituable, en buen ya no fue negocio para el especulador Francois de Curel, aquel que había prometido tanto y que solo cumplió un avergonzante papel de violador de los derechos humanos.

 

En Lyon se les ubica por última vez.  El Prof. Figueira encontró un registro donde figura Tacuavé y su esposa (sin  duda Guyunusa) y establecen la profesión de aquel como “saltimbanqui”, es decir, trabajaba en una especie de circo.(2)

 

Fuera por aquella persecución que sufrían, a Tacuavé se le cambia el nombre, en los avisos se le presenta como “el Hércules de los Hércules”, de nombre Jean Soulasol, siendo  llamativa su fuerza maxilar y “fuerza indígena”, según dice el aviso.

 

El 22 de Julio de 1834, a las 9, en el Hospital Hotel Dieu de Lyon muere María Micaela Guyunusa en un agudo cuadro de tuberculosis. Ocupó la cama Nro. 9 de la Sala Montazet.

 

En un último gesto de rebeldía, de defensa de la  vida, Tacuavé toma a la niña de diez meses en sus brazos y se echa a correr.  Todavía hoy, en Lyon, hay una calleja que le llaman “Camino  del indio”, y es arraigada tradición decir que por allí pasó un indio corriendo con un bebe en brazos.

 

Después todo es nebuloso. Ya no se sabe que pasó con Jean Soulasol, ni con aquella niña, que aún no había cumplido un año de vida y cuyo nombre no se conoce con certeza, a pesar que muchas veces se le han adjudicado varios, sin fundamento. Como ya fue dicho, documentalmente se la identifica reiterando en nombre de la madre: Micaela.

 

Versiones hasta ahora no confirmadas dicen que Tacuavé se casó con una suiza.  También son variadas las creencias, más pasionales que científicas, que indican que sería posible que en suelo francés, o europeo, podrían haber descendientes tanto de Tacuavé como de la hija de Guyunusa, (3) pero justo es  pensarlo, abandonando toda pretensión subjetiva, y según concluye J.J. Figueira, Tacuavé por más de su juventud estaba condenado a la no aclimatación y lo mismo ocurriría con el frágil organismo de la niña, cuyo desarrollo fetal estuvo lleno de contratiempos.

 

Demófilo habla de Perico

 

Existe un curioso artículo firmado  por Demófilo, en el que se hace referencia a Vaimaca Pirú o Perú como “Perico”.  En él, luego de detallar los sucesos de Yacaré-Cururú, expresa Demófilo:

 

(…) “….Entretanto  Perico, cautivo en Montevideo, arrastraba su miserable existencia, tratado como un vil criminal, y, debiendo, a la conmiseración de algunas almas caritativas hasta los andrajos con que cubría sus carnes, y el triste medio real que le servía para satisfacer, de cuando en cuando, uno de los más apetecidos goces del indio, – un trago de aguardiente.”

 

“En  este estado, un europeo, un francés cuyo nombre no queremos recordar, formó el proyecto de sacar provecho de Perico llevándolo a Europa para presentarlo allí en exhibición al público, como se hace con las bestias bravas y extrañas, que, en todas partes del Mundo, se llevan a satisfacer la ociosa curiosidad europea. No le fue difícil al especulador realizar su  idea.  ¿Quién era Perico para que se reparase en lo que se iba a hacer con él? Un Charrúa, un perro pagano que había osado defender su natural libertad y la independencia de su nación contra el primer Magistrado de la República, ¿ qué consideraciones  podía merecer? Perico vagando silencioso por las calles, y vigilado por la Policía como un bicho maligno y ponzoñoso, no era un objeto que inspirase tanto interés que moviese a alguno a que alzase su voz para defenderlo y evitar un atentado vil contra la dignidad del  hombre. ¿Fue vendido Perico? ¿Fue entregado como un regalo? ¿Fue seducido y violentado? ¿Para qué lo hemos de decir? ¿Qué importa con qué medios se valieron para sacrificarlo a la codicia de un infame especulador transatlántico? Baste saberse que el atroz intento se consumó. Llevaron al infeliz a Europa”.

 

“Allí, en la célebre capital de Francia, en ese ponderado centro de cultura y civilización, sirvió de alimento a la frívola curiosidad de un pueblo novelero que de todo hace fiesta. Conducido de salón en salón, de café‚ en café, de plazuela en plazuela, hecho juguete de muchachos, convertido en espantajo de niños y mujeres, provocando las risadas burlescas del vulgo, y sujeto a los tocamientos y al examen de un enjambre de semisabios, consumíase lentamente, viéndose en tanta  humillación y entregado a tan indigno tratamiento.  Su alma altiva y soberbia no podía soportar una vida llena de tamaña bajeza y servilismo. Hallábase devorado por una pena que poco a poco lo iba acercando a su fin; sus tiranos, en tanto, no cesaban de ejercitar con él su inhumana industria.  La amargura y tétrica melancolía que teñía de sombras el semblante, era atribuida a estupidez e indiferencia por la tribu de mirones que de continuo lo rodeaban. ¡Ah, si hubiesen podido ver por entre esta aparente impasibilidad la horrible agitación que conmovía el interior del hombre del desierto!  Si hubieran visto la desesperación que roía sus entrañas,  ¡cuan  digno de lástima les hubiera parecido! ¡cuánto se hubiesen arrepentido de haberlo fatigado tan inconsiderablemente!  El desdichado no tardó en sucumbir a sus pesadumbres.  La muerte, precedida de esa larga y horrible agonía con que el alma robusta de un salvaje en su vigor se desprende de la materia corporal, puso término a su mísera existencia”.

 

“¡Pobre Perico! ¡cuánto no hubieras dado tú en aquellos instantes de martirio por tener un fin igual al de tu compañero Rondó, recibiendo como éste en la pelea, la muerte deliciosa del guerrero, después de haber hecho morder la tierra a más de un enemigo! ¡Tan lejos de tu patria y de los tuyos en tierra extraña! ¡sin tener el consuelo siquiera de poder desahogar tus penas en presencia de quienes te pudiesen comprender! ¡mirada tu deplorable situación por los aborrecidos seres que te rodeaban, con la indiferencia con que se mira extinguirse la vida de una bestia repugnante!  Quebrantado de agudísimos dolores y atormentada la imaginación con visiones horribles, ¡Oh Charrúa, Charrúa desgraciado! ¡cuánto no habrás sufrido en tus últimos momentos! ¡¡cuanto no habrás maldecido al hombre atroz que, de libre y jefe de valientes, te redujo a la condición de siervo degradado !!  y ¡¡cuán indignados ojos no habrás elevado al cruel europeo que te hizo víctima de su inhumana codicia !!”

 

“El resto de los Charrúas ha ido sucesivamente pereciendo en las contiendas civiles que vinieron después. Las mujeres y sus  hijos pequeños, repartidos en todo el País y colocados bajo una especie de patronato, también han desaparecido en gran parte; y no pasarán muchos años que el idioma charrúa no tenga en el Mundo un sólo individuo humano que lo hable”.

 

Repatriación de los restos

 

Tras realizarse varios intentos de repatriación de Vaimaca Perú, que llevaron unos cuántos años y en donde intervinieron organizaciones identificadas con la etnia charrúa, la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento y hasta el propio gobierno de la época, los restos del cacique, procedentes del Museo del Hombre de París, llegaron a Montevideo el 17 de julio de 2002.  Quedaron en custodia en la brigada militar hasta la tarde del viernes 19 de julio, cuando a las 15.00 horas fueron depositados en el Panteón Nacional con honores fúnebres, tal como lo dispuso el gobierno.

 

Referencias

 

(1) Cabe destacar que los charrúas no fueron los únicos indios de la región que lucharon fielmente y hasta el final junto a Artigas.  Debe recordarse a la provincia de Misiones (que hasta el día de hoy conserva la bandera Artiguista, al igual que Entre Ríos) estaba gobernada por los indios de Andrés Guacurarí -o Andresito Artigas- que termino prisionero en la Isla das Cobras; también estuvieron los guaycurúes y abipones, ingresados a nuestro territorio a expresa solicitud del prócer.

(2) Un investigador ubicó una declaración de viajeros, en los Archivos Comunales de Lyon, donde figuran “…Tacamabé (sic) et S Epouseé [Tacuavé y su esposa], allí es donde figura como profesión “Saltimbanqui”; de “23” años de edad, de “Montevide”, procedente de “París”. El propio Figueira informa que “el día 7 de julio del año 1834 se alojó en la pensión “Parret”.

(3) Ha escrito Maruca: “Se dice que en Estrasburgo existe una familia que desciende de los citados indígenas.  Es posible que la indiecita se haya adaptado al nuevo sistema de vida, cosa que les fue imposible a  sus  padres y compañeros de tribu”.  En la exposición de la duda Maruca demuestra más que nada un deseo al que lo empuja su pasión, pero debe tenerse claro que esta suposición se reitera de tiempo en tiempo, pero, en los hechos, nada ha podido comprobarse.

 

Fuente

ADENCH (Asociación de Descendientes de la Nación Charrúa) – Montevideo, Uruguay

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

I.N.D.I.A. (Integrador Nacional de Descendientes de Indígenas Americanos) – El cacique charrúa Vaimaca.

Martínez Barbosa, Rodolfo – El último charrúa (De Salsipuedes a la actualidad)

Portal www.revisionistas.com.ar

Vaimaca Peru, Chef tribu indienne, décésé à 55 ans, Chaussée d”Antin Nro. 27, le 13 septembre 1833.

 

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