¿Quién se quedó con el Desierto?

Lejos de asegurar tierra a sus protagonistas criollos y gauchos estableciendo una distribución justa y adecuada de la misma, pasará a manos de agiotistas, acaparadores, viejos y nuevos latifundistas que acrecentarán su poderío político y económico y les asegurarán el connubio de intereses externos.

Tras la sangrienta “Conquista del Desierto” fue tal el escándalo por el vergonzoso reparto de tierras en favor de un grupo reducido de especuladores, que hasta los militares protestaron por el atropello.

Manuel Prado, que participó en la campaña con el grado de comandante incorporado a la columna de Villegas, escribió: “los soldados habían conquistado veinte mil leguas de territorio. Y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió, sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo.

Al verse después, en muchos casos, despilfarrada la tierra pública, marchanteada en concesiones fabulosas de treinta y más leguas, al ver la garra de favoritos audaces clavadas hasta las entrañas del país, y al ver cómo la codicia les dilataba las fauces, y les provocaba babeos innobles de lujurioso apetito, daban ganas de maldecir la gloriosa conquista, lamentando que todo aquel desierto no se hallase aún en manos de Reuque o Sayhueque. Pero así es el mundo, los tontos amasan la torta y los vivos se la comen”.

Propietarios beneficiados con la conquista del desierto

En el trabajo titulado ¿Quién se quedó con el desierto? (1979), Silvia Cristina Mallo da un pormenorizado detalle de las familias y particulares que más se han beneficiado al término de la Campaña al Desierto emprendida por el Ministro de Guerra, teniente general Julio Argentino Roca (1878-1885). Vamos a ver el nombre de un ex presidente de la Nación (Victorino de la Plaza), de un hermano de Roca (Rudecindo Roca), del padre del aviador Jorge Newbery (Rafael Newbery), de un acérrimo unitario (Salvador del Carril) y el padre del ex presidente radical Marcelo T. de Alvear (Torcuato de Alvear), por nombrar algunos. La mayoría, casi de modo excluyente, se distinguía por ser amigo del general Roca.

Veremos en números y cifras, la culminación de una empresa que terminó robusteciendo las riquezas terrenales de unas pocas familias oligárquicas y de raigambre militar, varios de cuyos integrantes han promovido una política agropecuaria liberal y de espaldas a los intereses nacionales, tal los dictámenes de la división internacional del trabajo regido desde su epicentro inglés.

No se pone aquí en duda la acción llevada a cabo contra las tribus maloneras que atormentaban los mojones fronterizos y sus economías, sino, más bien, la terminación que tuvo la misma. El elemento criollo, en esta etapa de la vida argentina, fue empleado para beneficiar a los que a continuación enlistamos, pues, luego de transcurridos los hechos de sangre y fuego, en los que puso lo mejor de sí, el gauchaje mal pago vuelve a su morada y se halla con que nada le había quedado ya.

Jorge Oscar Sulé, citando al Comandante Prado, va a indicar este cuadro paupérrimo vivido por los paisanos de los fortines y comandancias: “Cuando nos manden a la basura por inútiles, iremos todos ladrando de pobres, sin pan para los cachorros mientras ellos (los proveedores aventureros) serán ricos y panzones, cebados con sangre de milicos, dueños sin que les cueste un medio, de todas estas tierras que dejamos jalonadas con huesos de nuestras osamentas”. Vicente Quesada recordará una frase de Julio Argentino Roca a poco de andar su primera presidencia: “El capital inglés es el mito del progreso”, y vaya si se lo ha llamado a los proveedores de Albión para sacar los provechos ganados a través del pobre gaucho de nuestros fortines.

Indudable fue –y queda demostrado-, que la incorporación de tanta tierra se llevó a cabo en un proceso harto desigual. Prado anota en “La Guerra al Malón”, que gauchos y milicada “Habían conquistado veinte mil leguas de territorio y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron –siquiera en la estercolera del hospital- rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo”. Aquí transcurre buena parte del drama del Martín Fierro de José Hernández. Aquí comienza a gestarse el matrerismo y la domesticación de nuestro ser nacional por excelencia, y de no ser por el manifiesto de la obra martinfierrista, pocos sectores de la vida nacional acusaban esta penosa realidad.

Algunos periódicos argentinos de entonces sí se hicieron eco de la situación, por lo que seguían “reclamando por la desenfrenada fiebre de tierras y por la especulación que ello entrañaba, fraude y más fraude”, anota la revisionista Cristina Minutolo de Orsi, para quien, no obstante, hay que saber diferenciar la buena intención de Roca al momento de asumir como presidente en 1880, en tanto que el teniente general, mal o bien, tiene por eje principal “la grandeza de la nación”. A su vez, la premisa se sostiene por el intelecto y la creación de sus hombres ministeriales y por “la fiebre creadora que a todos (ellos) animó”.

Antes de pasar al infame listado de los que se enriquecieron tras la empresa roquista, Sulé agrega que “lejos de asegurar tierra a sus protagonistas criollos y gauchos estableciendo una distribución justa y adecuada de la misma, pasará a manos de agiotistas, acaparadores, viejos y nuevos latifundistas que acrecentarán su poderío político y económico y les asegurarán el connubio de intereses externos”. Punto entonces:

Propietarios con más de 30.000 Has.

Martínez, Carlos - 250.000 hectáreas
Unzué, Saturnino - 250.000
Ugarte, Marcelino - 177.500
Penco, Juan - 145.000
Poviña, Luis - 135.000
Del Carril, Salvador - 130.000
Drysdale, Tomás - 122.500
Cambaceres, Antonino - 120.000
Armstrong de Elortondo - 102.500
Bares, Juan - 102.500
Fontán, Felipe - 102.500
Mattaldi, Eugenio - 102.500
Alvear, Diego de – 97.500
Alvear, Torcuato – 97.500
Drysdale, José – 95.000
Pradere, Francisco – 95.000
Drysdale, Juan – 90.000
Casbas, Juan – 87.500
Tornquist, Ernesto – 82.550
Naveyra, Manuel – 80.000
Piñeyro, Francisco – 80.000
De la Torre, Ambrosio – 80.000
Alston, Juan – 75.000
Castex, Eduardo – 67.500
Mezquita, Marcelino – 67.500
Leloir, Alejandro – 62.500
Belastegui, Melchor – 60.000
Berraondo, Martín – 60.000
Cañas, Juan – 60.000
Duggan, Tomás – 60.000
Humphreys, Federico – 60.000
López, Ramón – 55.000
Nazarre, Pedro – 55.000
Read, Jorge – 55.000
Bemberg, Otto – 50.000
Casbas, Miguel – 50.000
Parera, Faustino – 50.000
Quintana, Bruno – 50.000
Real, Jacinto – 50.000
Corbett, Jorge – 47.500
Pico, Pedro – 47.500
De la Plaza, Victorino – 47.500
Serantes, Teodoro – 47.500
Greene, Juan B. – 45.000
Ham, Santiago – 42.500
Roca, Rudecindo – 42.500
Costa Argibel, Andrés – 40.000
López, Cecilio – 40.000
Molina, Agustín – 40.000
Newbery, Rodolfo – 40.000
Paats, Guillermo – 40.000
Quintans, Francisco – 40.000
Scaravelli, Aníbal – 40.000
Bourde, Alfonso – 40.000
Bourde, Juan – 40.000
González Cháves, A. – 37.500
Ricketts, Jacobo – 37.500
Bustos, José – 35.000
Fernández, Alberto – 35.000
Zaldarriaga – 35.000
Bianchi, Sebastián – 32.500
Durañona, Mateo – 32.500

Familias con más de 30.000 Has.

Shaw, Juan é hijos - 147.500 hectáreas
Chas, Tomás y Joaquín – 60.000
Devoto, Antonio y B. – 60.000
Guerrero y señora – 55.000
Pradere Hnos. – 52.500
Quintana Hnos. – 40.000

Copropietarios con más de 30.000 Has.

Cassey E. y Moss, J. - 270.000 hectáreas
Belloq y Larramendi – 60.000
Grigg y E. Mullhall – 55.000
Paso, Demaría y Rosa – 55.000
Lartigue y Pla – 47.500
Herrera y Balcarce – 40.000
Fernández y Poblet – 35.000

Compañías

Luro, Santiago y Cía. - 100.000 hectáreas
Mallman y Cía. – 65.000

Por Gabriel O. Turone

Bibliografía

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Mallo, Silvia Cristina. “¿Quién se quedó con el Desierto?”, Revista “Todo es Historia”, Mayo 1979, Nº 144, Año XII.
Portal www.revisionistas.com.ar
Sulé, Jorge Oscar. “Los Heterodoxos del ‘80”, Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” de General San Martín, Villa Maipú, Prov. de Buenos Aires, 2008.
Triana, Alberto J. (Padre Aníbal Röttjer). “Historia de los Hermanos Tres Puntos”, Segunda Edición, Buenos Aires, 1958.

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