Daniel Mackinlay

Daniel Mackinlay (1772-1826)

Como puerta de entrada al continente la ciudad de Buenos Aires fue durante el siglo XIX, un hito en la ruta de muchos viajeros ingleses. Fue también el destino final de otros tantos que, al tomar el camino de América con intención de establecerse, eligieron estas playas para cuna de sus hijos.

No se ha recogido la historia personal de cada uno de ellos. La mayoría se limitó a trabajar honradamente para sí y para su nueva patria. Algunos se destacaron en distintas actividades, sus nombres cobraron notoriedad y aún hoy se recuerdan con alguna fluidez. Esporádicamente, sin embargo, cobra actualidad algún aspecto de la vida de los menos conocidos, aquellos cuya biografía es solamente el principio de una historia familiar.

Daniel Mackinlay, antiguo propietario de las barrancas que hoy llamamos Parque Lezama, es un ejemplo de estos últimos. Hijo de una antigua familia escocesa, había nacido en Londres el 9 de noviembre de 1772 dentro del grupo social llamado gentrie (1). Su vida, prácticamente ignorada, aparece enlazada desde la adolescencia con la de Ana Lindo, con quien contrajo matrimonio.

Nacida en Jamaica en 1782, era hija de un español, que fue importante plantador de algodón, y de una aristócrata francesa.

Desde el principio la barrera religiosa separó a las dos familias, impidiendo por completo toda relación entre los jóvenes, quienes finalmente optaron por huir en una propicia noche de baile, siguiendo la modalidad del rapto que allí se llamaba entonces elopement (2).

Cumplidos dos días de penoso viaje, su huida a campo traviesa los llevó a la aldea de Gretna-Green, cerca de la frontera con Escocia, donde contrajeron matrimonio y formalizaron su unión –como muchos otros- ante la presencia de un herrero facultado para otorgar el expediente nupcial. El episodio con ribetes de leyenda concluyó con el viaje de la pareja al Río de la Plata.

En octubre de 1812 adquirió en remate público por 19.000 pesos la casaquinta de cuarenta y dos habitaciones que había sido de Manuel Gallego y Valcárcel (3), antiguo secretario del Virreinato y hombre muy discutido por sus contemporáneos, quien había fallecido en 1808 (4).

Por momentos solitaria, la barranca –llamada de Marcó (5)-, era en esa época lugar propicio para duelos, y de hecho hubo varios. Después de 14 años de habitar la quinta, Daniel Mackinlay murió en Buenos Aires el 3 de abril de 1826.

En la Iglesia Anglicana de Buenos Aires se colocó una placa recordando su fallecimiento y el de su tercer hijo, Enrique, nacido en 1815 y muerto a los 13 años, en 1828.

La viudez y los años llevaron a Ana Lindo a refugiarse en Inglaterra, desde donde siguió con asiduidad los acontecimientos políticos y sociales rioplatenses.

En carta a uno de sus hijos, fechada en 1848, decía: “Por M. Duguid sabemos que se ha levantado el bloqueo francés. Nos sorprende que no hayamos visto nada de eso en los periódicos. Los franceses están muy indignados de que Rosas Haya hecho tan buen truco y hablan mucho de obligarlo a pagar. Pero todos se inclinan a creer que va a acabar en humareda y charlatanería francesa. Si continúa la paz viviré con la esperanza de ver a algunos de ustedes. Mi querido Alejandro nos prometió venir conforme se levantara el bloqueo y espero sinceramente que cumplirá su palabra y que vendrá. Me sentiría feliz de abrazarlo otra vez antes de morir, porque ya soy una señora muy vieja. El mes que viene cumpliré 66 años”.

Alejandro fue el mayor de los hermanos. Nacido el 23 de noviembre de 1805, se dedicó al comercio y a la ganadería. En 1833 junto con Diego Black y otros colocó la piedra fundamental de la primera iglesia escocesa. Tres años más tarde, poseía una propiedad rural en el actual Partido de Avellaneda. Murió en Buenos Aires sin dejar descendientes.

Daniel, a quien erróneamente se ha identificado con su padre, se casó con Fidela Casati, tuvo su registro como corredor de Bolsa en la calle Representantes Nº 6, y en 1841 (6) fue uno de los fundadores de la Sala de Residentes Extranjeros, precursora de la actual Bolsa de Comercio que presidió entre 1865 y 1866. En 1864 fue nombrado cónsul general de la República Argentina en Montevideo.

Los Mackinlay vendieron la propiedad de sus padres en 1846 al norteamericano Carlos Ridgely Horne, “gringo federal del círculo rosista” (7), y la barranca fue llamada de Horne, o quinta de los ingleses.

Después de Caseros, en 1853, la antigua casona fue escenarios de combates entre las fuerzas porteñas y las del coronel Hilario Lagos.

Horne, que se inclinaba por los sitiadores, fue expulsado del Estado de Buenos Aires por decreto del 8 de agosto de 1853 y se radicó en Montevideo. Desde allí giró solidariamente, y con la mayor puntualidad, 200 libras mensuales a Juan Manuel de Rosas hasta que este falleció en 1877 (8).

Edificio del Museo Histórico Nacional

En 1857 vendió la quinta por apoderado, en 2.500 pesos oro, al acaudalado caballero salteño José Gregorio Lezama, quien edificó el edificio de estilo italiano que hoy ocupa el Museo Histórico Nacional.

En 1887, por iniciativa del intendente Antonio F. Crespo, se tramitó la adquisición del parque para destinarlo a un paseo público que, con el nombre de Paseo del Sud, habría de sumarse a la obra de Sarmiento conocida como parque Tres de Febrero. Al fallecer, en 1889, el último propietario particular, la Municipalidad adquirió toda la propiedad a su viuda, Angela Alzaga, y se comprometió a convertir el parque en paseo público conservando el nombre de Lezama. En 1897, gracias a la inteligente acción del doctor Adolfo P. Carranza, director del Museo, se produjo la permuta del parque y la casa a cambio de la del Jardín Botánico, propiedad de la Nación, donde tenía su sitio la institución.

Carranza, que amaba el Museo, sentía la presencia del alma de la patria contenida en cada uno de los objetos que iba rescatando. Durante veinticinco años custodió nuestro pasado……….

Referencias

(1) Nobleza no titulada. Clase social, en sus comienzos británica, formada por la nobleza de tipo medio y bajo.
(2) El término elopement (en inglés) significa huir y no regresar nunca al lugar del cual se huyó. Este término se viene escuchando desde 1338, y se le llamaba así cuando una esposa dejaba a su esposo para escaparse con su amante. Años después, en 1800, se usaba el término cuando una joven pareja decidía fugarse para casarse, generalmente porque su unión no era aprobada por los familiares. Luego vino la Gran Depresión, y el término evolucionó un poco. Seguía tratándose de jóvenes parejas que se fugaban para casarse, pero ahora por motivos económicos, no tenían lo suficiente para tener una boda tradicional y su familia tampoco.
(3) Gallego compró la propiedad en 1802 a Luisa Tadea Barragán, iniciando enseguida la construcción de la casona.
(4) Se criticó duramente su actuación durante las Invasiones Inglesas y se lo sindicó como culpable, junto con Sobremonte, de la pérdida de la ciudad. Murió en Buenos Aires el 31 de octubre de 1808, haciendo publico por testamento el casamiento secreto que había contraído con Ana Josefa Andonaegui. Sus albaceas procedieron a vender los valiosos muebles y la importante biblioteca que poseía. Liniers planeaba convertir la casa en sede del Seminario Patriótico de Fernando VII en Buenos Aires, pero esto no llegó a concretarse, y se produjo el remate de la propiedad en 1812.
(5) En alusión a Ventura Marcó del Pont, antiguo propietario.
(6) El 6 de mayo de 1841 un grupo de comerciantes extranjeros, presididos por el consul de los Estados Unidos de Norteamérica, Amory Edwards, se reunió –previa autorización de Juan Manuel de Rosas- con el propósito de formar una Sociedad de Residentes Extranjeros que sirviera al mismo tiempo de Bolsa de Comercio.
(7) En la residencia Horne realize importamtes fiestas para honrar al Restaurador.
(8) Según una carta de la nieta de Horne existente en el Museo Histórico Nacional.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Leiva, David A. – Los Mackinlay, antiguos propietarios del actual Parque Lezama – MHN, Ed. Manrique Zago, Buenos Aires (1998).
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