Apolinario Figueroa

El Gral. Martín Miguel de Güemes y sus gauchos

Natural de Salta, donde fue bautizado el 29 de setiembre de 1771, siendo su padre el general Antonio de Figueroa Mendoza y Suárez de Cabrera, a cuyas órdenes desempeñó algunas comisiones Públicas. Fue su madre María de Toledo Pimentel e Hidalgo Montemayor, salteña.

Producido el movimiento emancipador, Apolinario Figueroa se puso a la cabeza de las milicias salteñas incorporadas al Ejército Auxiliar, y el 14 de diciembre de 1810 se le reconoció el grado de teniente coronel. Al recibirse del mando del Ejército del Norte el general Manuel Belgrano en 1812, Nombró a Figueroa jefe de la milicia urbana de Salta.

Actuó en la batalla de Tucumán, formando parte en el ala derecha de la caballería al mando del coronel Juan Ramón Balcarce. De un informe de éste en una certificación de servicios pedida por Figueroa, dice: “…. Y como jefe de la División de Caballería que cubrió el ala derecha de nuestro ejército, en la memorable jornada del 24 del último setiembre, me consta también por haber visto la energía y militar resolución con que se comportó en el ataque del citado día, siguiendo mis movimientos y hasta la restitución de V. E. a esta plaza, en la mañana del 26 del mismo mes”. (Informe de Balcarce del 4 de enero de 1813). Figueroa mandaba el cuerpo de “Decididos”.

Por su comportamiento mereció ser elegido por Belgrano para acompañar a Díaz Vélez en la expedición de perseguir al enemigo hasta Salta, yendo Apolinario Figueroa a la cabeza del Regimiento de “Infantería de Milicias Patrióticas”. En la batalla de Salta fue herido, leyéndose en el parte de Belgrano lo siguiente: “…. como igualmente los hijos de Salta al mando del coronel de la Milicia Urbana creada por mí, D. Apolinario Figueroa, cuyo ardor lo condujo a tanta inmediación del enemigo que se encontró envuelto con él, recibió un sablazo del general Tristán, que sólo rompió su casaca; y éste a merced del buen caballo que montaba logró escapársele, según que el mismo Tristán me lo ha referido”. Por su actitud valerosa en esta acción, Figueroa recibió la graduación de coronel el 9 de abril de 1813, y el general Belgrano lo designó gobernador de la provincia de Potosí.

Las derrotas de Vilcapujio y de Ayohuma impusieron el repliegue del ejército y Figueroa debió abandonar la sede de su gobierno. Cuando en 1815 el ejército de Rondeau avanzó en aquella región, Figueroa volvió a ocupar la Intendencia de Potosí, siendo promovido a coronel efectivo con fecha 8 de julio de aquel año. La derrota de Sipe-Sipe impuso nuevamente el repliegue del Ejército Auxiliar y la retirada de Figueroa de su cargo. Cuando se produjo la desinteligencia entre Rondeau y Güemes, fue el coronel Apolinario Figueroa y su hermano Felipe, los que mediante el gran prestigio de que gozaban entre sus comprovincianos, arreglaron la entrevista que tuvo lugar entre ambos disidentes, en Los Cerrillos, a fines de marzo de 1816.

Colaboró a las órdenes de Güemes en la defensa de la frontera Norte del país, siendo destacado por Belgrano en 1817, a la provincia de Salta, para la defensa de la misma, permaneciendo en ella hasta fines de 1819. Se batió a las órdenes de Güemes en el rechazo de todas las invasiones realizadas a la provincia de Salta. En una nota del coronel Figueroa, dirigida al Cabildo y Junta Gubernativa, fechada en aquella ciudad el 4 de mayo de 1822, decía entre otras cosas:

“Mas, puesto en inacción el Auxiliar del Perú y antes de su disolución por las funestas convulsiones de las Provincias; ansioso siempre de obrar militarmente sobre el enemigo común; regresé a ésta del Tucumán, para estar en aptitud de cooperar a la defensa del país”.

El coronel Figueroa mantuvo a su costa las partidas patriotas con las cuales hostilizó al enemigo, bajo el superior comando de Güemes, según consta en el mencionado documento del 4 de mayo de 1822, agregado al expediente por el cual solicitaron sus deudos el pago de los sueldos no abonados a Figueroa durante la guerra de la Independencia. En 1810 y en 1811, según consta de documentos agregados al mismo, el coronel Figueroa proporcionó al Ejército Auxiliar crecido número de caballadas y animales para el consumo del mismo, sí como otros elementos de aprovisionamiento de un ejército.

En 1922 desempeño interinamente la gobernación de Salta. En “La Gaceta de Buenos Aires”, del 27 de junio de 1821, se lee el siguiente elogio del coronel Apolinario Figueroa: “… es un salteño apreciable por todas sus circunstancias, de excelente carácter, de probidad, y relaciones”.

Retirado de la milicia al terminar la guerra de la Independencia, introdujo en 1825 del Perú la caña de azúcar, llamada de la India, para los ingenios azucareros en Campo Santo. Fue también diputado a la Legislatura de la Provincia.

Alejado de su provincia a causa de los graves trastornos políticos que se produjeron en el país, emigró al Perú, falleciendo en Lima en 1842. Fue un patriota sincero, muy respetado y prestigioso.

Había formado un hogar ejemplar con María Mercedes Fernández Cornejo, bautizada el 17 de setiembre de 1772, de familia distinguida de Salta, hija del coronel Juan Adrián Fernández Cornejo Rendón y de Clara de la Corte Palacios, matrimonio del que nacieron 3 hijas: Isabel, Lina y Dionisia y 5 hijos: José Gabriel, Manuel Clemente, Pedro Pablo, Antonio Celedonio, Manuel Santiago y Mariano Damacio.

Este patriota, de gran volumen en la opinión pública de su provincia, perdió toda su inmensa fortuna en la Guerra de la Independencia, al servicio del Estado, como tantos ilustres hijos de la noble provincia de Salta.

La actuación distinguida del coronel Figueroa en la batalla de Salta fue la siguiente: Viendo el general Tristán flaquear su ala izquierda, abandonada por su Jefe, el marqués de Yaví, acudió hacia ella para contener el desbande; pero ya las milicias de Salta estaban encina y su heroico coronel, Apolinario Figueroa, distinguiendo al General enemigo en medio de la confusión, tuvo la inspiración de poder dar término a la batalla por un acto singular y se lanzó sobre él, a gran carrera de su caballo; y una vez a tiro, descargó su pistola sobre Tristán, no dando en el blanco, rompiéndole apenas el capote. Se echó con su caballo encima del General, el que se defendió tirándole con su espada un tajo a Figueroa, que le partió la casaca, sin herirlo, aumentando la acometividad de éste, pero Tristán logró huir gracias a la ligereza de su caballo, como queda dicho.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).

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