Martín Farías

Bóveda situada en el Cementerio de Flores donde se hallan los restos de Martín Farías

Había nacido este hombre de buena posición en el pueblo de Pergamino, provincia de Buenos Aires, en 1795, aunque su actuación política sucederá en el pujante pueblo de San José de Flores.

En esta última localidad, lindante pocas leguas de Buenos Aires, se aquerenció al parecer de muy joven, emprendiendo una brillante actividad como terrateniente que le deparó gran fortuna y buen vivir. Se dice que Farías tuvo una esmerada educación y gustos refinados, siendo poseedor de una valiosa colección de piezas de artesanía gauchesca y de cuadros y muebles que, a su muerte, han sido adquiridas por coleccionistas privados.

En el pueblo de San José de Flores, donde ha transcurrido casi toda su vida, era frecuente verlo recorrer la zona “montado a caballo con lujosos aperos de plata”, dice el escritor Arnaldo Cunietti. Gracias a su actividad agrícola-ganadera, poseyó grandes extensiones de tierra que iban desde el Riachuelo hasta donde hoy se ubica el Matadero Municipal en el barrio porteño de Mataderos, una legua al sur de Flores, abarcando más de 160 cuadras cuadradas de terreno. (1)

Farías tuvo, al parecer, dos moradas: una, en San José de Flores, y la otra “justo en el límite extremo donde se juntaban las chacras de Lastra y Ramos Mejía, en una curva del Riachuelo que allí cambia su nombre por Matanzas”, agrega Cunietti.

Hacemos notar que Farías también incursionó en el rubro comercial, abriendo el 12 de febrero de 1829 en el pueblo de Flores una “fonda con billares cerca de la iglesia, sobre el Camino Real (hoy Rivadavia)”, a la que los pobladores dieron en llamar “Café de Martín Farías”. En este establecimiento se solían reunir los jóvenes del pueblo que adherían a las ideas políticas federales. Tanto ascendiente tenía Farías en San José de Flores que, a poco de inaugurarse la fonda, la noticia ya había empezado a correr entre los periódicos de la época, saliendo un aviso a tal fin en las hojas de El Tiempo en su edición del 21 de enero de 1829.

Juez de Paz de la Federación

En tiempos del gobernador bonaerense Juan José Viamonte, y por Decreto del 28 de Agosto de 1829, Martín Farías fue nombrado Juez de Paz de campaña de San José de Flores “por el resto del presente año”, según reza el documento. Esta investidura, asimismo, fue ratificada durante el primer gobierno de Juan Manuel de Rosas mediante el Decreto del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires fechado el 12 de enero de 1830. En el mismo decreto, habría de ser nombrado como Juez de Paz de Las Conchas don Juan Pío Dolz, quien para ese mismo año aducía tener problemas económicos para solventar su vida, por lo que pidió renunciar al cargo para poder atender una pulpería.

Se caracterizaban los Jueces de Paz de la campaña bonaerense por ser hombres probos, como nuestro biografiado, pero también era una función que no todos podían cumplimentar dado que hasta fines de la década de 1830 asumir como Juez de Paz significaba el tener que abandonar “la dirección de los negocios privados”, y porque “sus titulares no estaban rentados por el gobierno”. El ejemplo más claro de esta embarazosa situación, la notamos en el arriba nombrado Juan Pío Dolz, Juez de Paz de Las Conchas (actual Partido de Merlo), quien fuera antiguo partidario del desgraciado Manuel Dorrego. Él mismo, debió renunciar al cargo en 1830 no sin antes exponer sus lamentaciones:

“(Serví) todo el año 28 el penoso y gravoso cargo que se me confiere en este año 30, habiendo pasado solo un año de pérdidas y quebrantos que es necesario repararlas: en este estado me hallo, acabo de llegar de regreso de la Banda Oriental del Uruguay adonde me fue forzoso refugiarme (2) a causa de haber desempeñado el expresado cargo abandonando mis intereses. Hoy para repararlos me veo en la necesidad de atender personalmente al despacho de una pulpería que es mi única agencia para poder subsistir sin poder sufragar los gastos de mozo; atendiendo también la construcción de una casita para poder vivir. Todo esto necesariamente debo atenderlo para hacerme cargo del juzgado que se me confiere.”

En el caso particular anterior, observamos que Dolz era de profesión pulpero, mientras que Martín Farías había sido estanciero. Durante el rosismo, la mayoría de los Jueces de Paz fueron hombres con actividades ganaderas (hacendados, estancieros y criadores), luego le seguían los agricultores (labradores y quinteros), después los dedicados al comercio (pulperos y comerciantes) y, finalmente, los que trabajaban como peones o capataces. No es difícil distinguir que los que más duraban en las funciones de Jueces de Paz eran, al menos hasta que la actividad fue rentada, los ganaderos. La queja o lamento de Dolz, por ende, era legítima. Pero, de todos modos, esto no quería significar que la casta de Jueces de la campaña sea exclusiva ni mucho menos. Antes que la ostentación de la fortuna personal (que no la tuvieron en demasía los jueces ganaderos), más importante resultaba el ser buen marido, tener una familia bien constituida y haber nacido en la provincia de Buenos Aires o tener muchos años de residencia en ella.

La otra característica para ser Juez de Paz, decíamos, tenía que ver con la probidad y la lealtad a la “Santa Causa Nacional de la Federación”. Por ejemplo, era menester no haber servido a los “decembristas” (hombres de Juan Lavalle) de 1828 a 1829, requisito que holgadamente había superado el propio Martín Farías cuando, en agosto de 1829, había sido designado Juez de Paz de Flores en reemplazo de un unitario y partidario lavallista llamado Juan Francisco Ezequiel Maderna. Por otra parte, si se probaba “que se es “Federal Neto” o “Buen Federal”, que se respeta el Orden y las Buenas Costumbres, la Propiedad, (y) que se tiene respeto entre los vecinos”, había que dar por sentado que pronto llegaría el nombramiento como Juez de Paz de la Federación.

A pedido de la Comisión de Solares, en el año 1830 Martín Farías hizo levantar un plano catastral de San José de Flores para conocer la cantidad de chacras, estancias, quintas y casas que existían en la zona, e incluso para contrastarlo con los datos que en 1822 había obtenido Antonio Millan, apoderado de la familia fundadora del pueblo.

Durante el tiempo en que Farías fue Juez de Paz, San José de Flores vio levantada su segunda Iglesia, la cual fue inaugurada por el gobernador Rosas el 11 de diciembre de 1831, si bien los trabajos continuaron hasta bien entrado el siguiente año. Observamos en El Lucero del 12 de octubre de 1832, que por solicitud de Martín Farías y del Comisario del pueblo, don José María Moreno, se “proporcionaron algunos hombres de delitos leves para los trabajos de la obra”. En el mismo periódico, el mismo Farías y un grupo de destacados oficiales (entre ellos, el general Rondeau y el coronel Cornelio Zelaya) suscribieron una nueva donación ante el hecho de que se iban a suprimir “algunas piezas de carpintería por escasez de fondos” para el nuevo templo de Flores. Por esta iniciativa, y para tal objeto, se recaudaron 3974 pesos fuertes de la época, lo que incluyó “limosnas que otros fieles les entregaron”. Hasta las multas recaudadas por el Juez de Paz Farías fueron entregadas para la erección de la Iglesia construida por Felipe Senillosa, enterando la para nada desdeñable cifra de 1136 pesos fuertes.

Hacia 1832, vemos que Martín Farías también cumplió por pocos meses funciones de Comisario sustituto del pueblo bonaerense, cargo que lo llevó a oponerse a una solicitud presentada por Bartolo Gutiérrez, el 16 de junio de 1832, para “instalar en su casa una Lotería de Cartones, con la finalidad de “pasar las noches de invierno por medio de una diversión casera” (sic)”. El argumento esgrimido por Farías era que en tales comercios, los juegos ocasionaban abusos y trastornos a la tranquilidad pública. Pero no todo quedó ahí, pues el mencionado Gutiérrez volvió a insistir en la instalación de la lotería, abriéndola a la fuerza aunque por unas pocas horas, dado que el Juez de Paz Farías envió a la fuerza policial y detuvo a su dueño. El escándalo fue mayúsculo para el montaraz pueblo de Flores, por lo que en estrados judiciales se decidió soltar a Bartolo Gutiérrez bajo la promesa –cumplida- de abandonar la iniciativa. Hasta el gobernador Rosas debió intervenir en el asunto.

Farías fue amigo personal y de confianza de Juan Manuel de Rosas, a quien permaneció fiel aún después de haber renunciado al cargo de Juez de Paz de San José de Flores el 18 de julio de 1833, de acuerdo al siguiente documento oficial:

“Libro 62 – DOCUMENTOS OFICIALES DEL AÑO DE 1833 – Ministerio de Gobierno.

Nº 74 – Julio 18. ADMITE el Gobierno la renuncia que hace del cargo de Juez de Paz de San José de Flores D. Martín Farías.”

Este último dato da por tierra con la versión comúnmente aceptada de que Farías se alejó del cargo en el año 1831. Así y todo, mientras el Restaurador Rosas se hallaba en su empresa del Sur contra los indios maloneros (Campaña al Desierto), Martín Farías, como conspicuo miembro del Partido Federal, fue uno de los principales protagonistas en la famosa Revolución de los Restauradores del 11 de octubre de 1833, brillante acción política ejecutada por doña Encarnación Ezcurra con la finalidad de mantener en vigencia los principios políticos de su esposo Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires.

El 12 de octubre de ese año, el coronel Juan Izquierdo había recibido la orden del lomo negro Balcarce de avanzar “desde Luján hasta San José de Flores con las tropas del 2º Regimiento de Campaña”, para ubicarse en la actual zona del barrio de Monte Castro. Una vez en ese punto, debía arrestar al Juez de Paz don Martín Farías y a los mayores Fernando Visillac y Jorge Wellis, tipificados como ardorosos simpatizantes de los Restauradores y, por ende, “activos defensores de la revolución contra el gobierno” de Juan Ramón González Balcarce. Sin embargo, lo que finalmente ocurrió es que el coronel Izquierdo se plegó al bando de los Restauradores, secundando en el levantamiento al general Agustín de Pinedo. El objetivo final de los sublevados, como era la renuncia de Balcarce a la gobernación, aconteció el 4 de noviembre de 1833. De este modo, el retorno al poder de Juan Manuel de Rosas estaba cada vez más cerca.

En 1835, Martín Farías revistaba como integrante de la Sociedad Popular Restauradora y bajo la clasificación de “federal comprometido” con la causa. Cuando hubo de retirarse a sus negocios ganaderos y agrícolas, un peón suyo de nombre José Antonio Campot le había robado dinero, siendo detenido y llevado a prisión por el Comisario de la 4ª Sección de Buenos Aires el 23 de octubre de 1837. El cargo específico fue “por robo de dinero a su patrón D. Martín Farías”.

Llegamos al ocaso de Don Martín Farías, cuyo deceso ocurre en su casa de San José de Flores el 5 de agosto de 1870. Sus restos fueron sepultados en el actual Cementerio de Flores, en una bóveda cercana al peristilo y al sepulcro de otro que, como él, también ejerció como Juez de Paz de Flores: hablamos de Juan Nepomuceno Terrero.

Referencias

(1) Cuando por pedido del Intendente Municipal Guillermo Cranwell y de los responsables de la razón “Juan C. Boerr y Cía” se aprobó, en diciembre de 1888, la mesura de los terrenos donde iba a instalarse el nuevo Matadero Municipal y sus dependencias, dichas parcelas medían 337.500 m2 (o 33 hectáreas). En el pasado, esos terrenos habían pertenecido, en partes iguales, a don Martín Farías y a don Nicanor Maldonado.

(2) Dolz se tuvo que refugiar en Uruguay por orden de la administración de Juan Lavalle, en razón de haber sido Juez de Paz de Manuel Dorrego.

Por Gabriel O. Turone

Bibliografía:

Cunietti-Ferrando, Arnaldo J. “San José de Flores. Un pueblo a dos leguas de la ciudad”, Buenos Aires, 1991.
“Flores 200 años. Barrio y Cementerio”, Ministerio de Cultura – Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2006.
El Lucero, Nº 889, Buenos Aires, Viernes 12 de octubre de 1832.
Gelman, Jorge. “Crisis y reconstrucción del orden en la campaña de Buenos Aires”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Tercera serie, Nº 21, 1er. semestre de 2000.
Índice del Archivo del Departamento General de Policía, desde el año de 1831, Tomo 2, Buenos Aires, Imprenta de La Tribuna, 1860.
Miranda, Arnaldo Ignacio Adolfo. “Cafés de Flores y Caballito”, Buenos Aires. Los Cafés – Sencilla Historia, Volumen 2, Ediciones Turísticas, Buenos Aires, Argentina, 2000.
Portal www.revisionistas.com.ar
Prignano, Ángel Oscar. “Buenos Aires: El barrio de Flores y sus hechos”, Junta de Estudios Históricos de San José de Flores, Buenos Aires, 2002.
Tuma, María Elena – Area de Patrimonio Histórico del Cementerio de la Chacarita.

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