Origen federal de los primeros radicales

Revolucionarios radicales de 1890

El radicalismo ha tenido un origen emparentado a personalidades que actuaron políticamente con Juan Manuel de Rosas y en las montoneras federales que le sucedieron hasta 1873, y en razón de ello es que muchos grandes escritores revisionistas ven en la UCR la primera expresión nacional y popular del siglo XX.  Dentro de esta tesitura, encontramos a Arturo Jauretche, Gabriel del Mazo o Raúl Scalabrini Ortiz, pertenecientes todos al grupo FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) de la década de 1930.

Quizás esto que escribamos suene a lirismo, pero el federalismo y sus montoneras no murieron a partir de la desaparición en escena de Ricardo López Jordán, ni se silenciaron sus ideales a la muerte por tuberculosis de Felipe Varela en 1870.  Al contrario, durante veinte años estuvieron preparándose para la nueva contienda que se avecinaba, ya con la pluma, ya con la experiencia de la derrota en los campos de batalla de sus antepasados. Los descendientes de las montoneras federales llegaron al poder el 12 de octubre de 1916 en elecciones limpias, sin olvidar, desde luego, los alzamientos armados que protagonizaron en 1890, 1893, 1895 y 1905.

Erigido como caudillo argentino, Hipólito Yrigoyen personificaba la vieja tradición del federalismo del siglo XIX, por varias razones: luchaba contra la oligarquía que había exterminado a los federales de antaño; modificaba el panorama político nacional tras el dominio imperturbable de los unitarios liberales; aplicaba medidas para el bienestar del pueblo; y evidenciaba políticas estatales y de nacionalización de los recursos (como el petróleo).  Pero también había motivos sanguíneos que determinaban la condición de caudillo de Yrigoyen.

“El peludo” y su génesis federal

Don Hipólito Yrigoyen ha mantenido resguardada su vida privada de la habladuría popular, lo que generó un sinfín de dudas sobre su verdadero origen.  Cuando incursionó en política, allí afloraron algunos datos que daban cuenta de una novedosa fuerza llena de apellidos de familias federales, lo que hacía suponer, seguramente, que el caudillo radical provenía de alguna de ellas.

El dato no era errado. Había sido su padre el vasco francés Martín Yrigoyen, hijo de un miembro de la Sociedad Popular Restauradora y de su brazo armado, la Mazorca.  El abuelo del caudillo radical fue fusilado a fines de 1852, en los primeros juicios que se siguieron contra los funcionarios de la Santa Federación.

Sin embargo, otra versión sobre don Hipólito Yrigoyen decía que su madre, Marcelina Alem, hermana de Leandro (creador del radicalismo), había tenido un romance con Juan Manuel de Rosas, y que de esa relación efímera habría nacido el futuro líder de la UCR.  Cuando asumió Hipólito Yrigoyen en 1916, la oposición hizo llegar esta noticia hasta los periódicos de la época, no pudiéndose corroborar semejante paternidad.  La duda persiste quizás hasta nuestros días: “El Peludo” Yrigoyen, ¿fue hijo de Juan Manuel de Rosas? Recordemos que nació en 1852, cinco meses luego de la batalla de Caseros.  De lo que no hay dudas, al menos, es que el primer presidente radical tuvo una familia de neto corte federal.

La crueldad manifiesta contra los funcionarios que sirvieron al Restaurador de las Leyes, fue terrible en los primeros años que siguieron a su destitución.  Entre 1852 y 1855, las máximas figuras de la Sociedad Popular Restauradora fueron enjuiciadas y asesinadas en medio de una política local atestada de unitarios y masones.  Leandro Antonio Alén fue uno de los sentenciados a morir fusilado y ahorcado junto a don Ciriaco Cuitiño, Manuel Troncoso y Silverio Badía, entre otros.

En los tiempos de la Santa Federación, don Leandro Antonio Alén figuraba como vigilante primero de a caballo de la Mazorca (o Más Horca) rosista.  El padre del fundador de la UCR fue fusilado a las 9 de la mañana del 28 de diciembre de 1853, sobre el paredón de la Iglesia de la Concepción en Buenos Aires. Más tarde, y por un lapso de cuatro horas, su cuerpo y el de Cuitiño fueron exhibidos públicamente.  Se dice que con tan sólo 10 años de edad, Leandro Nicéforo Alem contempló el cuerpo inerte de su padre asesinado, y que esa imagen lo volcaría decididamente a la creación de una fuerza política capaz de desterrar el salvajismo de los liberales, la ambición de la oligarquía y el fraude que llevaron a cabo con creces.

Cuando el tío de Hipólito Yrigoyen fue más grande, decidió cambiarse el apellido: de Alén pasó a llamarse “Alem”, en razón de que la población solía referirse a su persona como “el hijo del ahorcado”.

Elpidio González y el fundador del revisionismo

Elpidio González había nacido el 1° de agosto de 1875 en Rosario.  Ocupó diversos cargos públicos durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen: Ministro de Guerra de 1916 a 1918, y jefe de la Policía Federal Argentina a partir de aquel último año y hasta 1921.  Elegido para acompañar a Marcelo T. de Alvear como vicepresidente de la Nación, González volvió a cumplir funciones en el segundo mandato de Yrigoyen (1928-1930), siendo Ministro del Interior.

Gente que lo ha tratado hasta su muerte, decían que Elpidio González murió muy pobremente.  Esto dice un portal del partido al cual perteneció: “No solamente se rehusó [Elpidio González] a percibir la pensión como ex vicepresidente que por ley le correspondía, sino que para ganarse la vida debió ingresar a la conocida firma productora de anilinas “Colibrí”, para desempeñarse como corredor de comercio percibiendo una modestísima remuneración que le obligaba a vivir austeramente”.  Dignísimo.

Su padre había sido el coronel Domingo González, militar que abrazó la causa de las montoneras federales. Bajo las órdenes del caudillo y general Juan Saá, Domingo González se sublevó en la zona de Cuyo hacia 1866 y 1867, siendo parte de la última gran revuelta federal que hubo en el país. Cabe agregar que el padre de Elpidio González fue también un viejo servidor de Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza.

La estrategia de la sublevación de 1866/67 estaba a cargo de tres caudillos federales: Felipe Varela, Ricardo López Jordán y Juan Saá.  El primero lucharía por el noroeste, el segundo en el litoral, y Saá en la zona de Cuyo.  El Quijote de los Andes (Varela), le dio un nombre a esta contraofensiva gaucha federal: “Revolución de los Colorados”.

Para terminar este resumen, agregaremos que el fundador del Revisionismo Histórico, Adolfo Saldías, también fue un ferviente militante de la Unión Cívica Radical en sus primeros años de existencia. Saldías, quien había recuperado la figura de Juan Manuel de Rosas para la patria, salvándola de la mentirosa diatriba unitaria que le endilgó maledicencias jamás probadas, gracias a documentación que le cedió Manuela Robustiana Rosas (hija del Restaurador), participó de las sublevaciones armadas radicales de 1890 y 1893 (Revolución del Parque), siendo encarcelado en ambas oportunidades.

En ocasión del suicidio de Leandro Nicéforo Alem en julio de 1896, el día 4 de ese mes Adolfo Saldías es uno de los que acompañan la caravana con rumbo al cementerio de la Recoleta llevando los cordones de la caja mortuoria que contiene los restos del creador de la UCR.

Una vez en el antiguo cementerio del Norte, la multitud se apresta a escuchar los cuantiosos discursos preparados para despedir a Alem.  En representación del radicalismo porteño, hace uso de la palabra Adolfo Saldías.

Como en toda organización política, la UCR tuvo en sus primeros tiempos serios conflictos internos, pues convivían sectores intransigentes y conservadores o ‘acuerditas’ para con el régimen imperante.  Adolfo Saldías, si bien al principio apoyó plenamente a Alem (intransigente), con el correr de los años y las frustraciones armadas, se hizo conservador, aliándose con un antiguo colaborador de Juan Manuel de Rosas llamado Bernardo de Irigoyen.  En los primeros años del siglo XX, Irigoyen y Saldías serán designados gobernador y vicegobernador, respectivamente, de la provincia de Buenos Aires, pero ya como hombres cercanos al unitario liberal Bartolomé Mitre.

Dejamos para el final a Bernardo de Irigoyen, hombre que ha sido leal a la Confederación Argentina de Juan Manuel de Rosas y que transitó, al menos hasta 1898, por las filas de la Unión Cívica Radical.

Como contraprueba de la falacia unitaria, Irigoyen estudió Jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires y se graduó en 1843, en tiempos “bárbaros” e “iletrados”… Había sido designado por el Restaurador de las Leyes oficial de la representación argentina en Santiago de Chile, con la expresa misión de defender los derechos nacionales sobre el estrecho de Magallanes, zona geográfica que el traidor Domingo Faustino Sarmiento quería entregársela a los chilenos.

El luego hombre del radicalismo de Alem e Hipólito Yrigoyen, fue comisionado en 1851 para que reuniera “los documentos justificativos de los derechos sobre la Patagonia, y también para que, en Roma, llevase a cabo un arreglo de las relaciones de la Santa Sede con los gobiernos americanos”, señala el historiador revisionista Fermín Chávez.

Al caer la administración de Rosas después de Caseros (1852), Bernardo de Irigoyen se inició en la oscura masonería recién en 1859. Algo parecido sucedió con el padre del revisionismo histórico, Adolfo Saldías, quien se hizo masón el 19 de agosto de 1873, pero éstas ya son otras historias, otros relatos.

Autor: Gabriel O. Turone

Bibliografía

Barovero, Diego. “Elpidio González, el asceta de la política”, Villa Mercedes, San Luis, 2003.

Cárdenas, Felipe (H). “Hipólito Yrigoyen, ese enigmático conductor”, Revista “Todo es Historia”, Año I, N° 2, Junio 1967.

Chávez, Fermín. “El Revisionismo y las Montoneras”, Ediciones Theoría, Buenos Aires, Junio de 1966.

Gallo, Rosalía Edit y Giacobone, Carlos. “Radicalismo Bonaerense. 1891-1931”, Editorial Corregidor, Buenos Aires, Abril 1999.

Lappas, Alcibíades. “La Masonería en la Argentina a través de sus hombres”, Primera Edición, Octubre de 1958.

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