El Mirador de Salaberry

Mirador de Salaberry

Mirador de Salaberry

 

Fue la segunda construcción hacia la mitad del siglo pasado, en la actual superficie del barrio de Mataderos; la primera fue la casa de los Moyano en la esquina de Av. del Trabajo (hoy Eva Perón) y Escalada, pero esa construcción ya no existe, mientras que ésta se yergue como un vigía, aunque ahora acompañado por edificios más altos, que lo van empequeñeciendo paulatinamente.  Para llegar a él, debemos dirigirnos por la Av. de los Corrales hasta la Av. General Paz en su altura del 13.500, doblar a la izquierda por un sendero de tierra, donde nos llamará la atención un árbol añoso, que fuera salvado por un jardinero japonés, que rellenó el hueco que se iniciaba en la bifurcación del tronco y estaba irremediablemente destinado a secarse, con escombros, ladrillos y lo taponó con cemento; fue podado, cuidado y hasta hoy muestra su follaje rejuvenecido y si sigue recibiendo las atenciones de las personas que lo aman, podrá agregar a sus casi 150 años otros 100 seguramente.

 

En el año 1858 iniciar una construcción de esas características en plena “pampa” llamaba la atención; un edificio alto, en un descampado total, ante una interminable llanura apenas interrumpida por las lomas luego llamadas “del mirador” por una construcción similar que hubo en Provincias Unidas, ya dentro de la actual superficie de la provincia de Buenos Aires, no tendría significado, pero los hermanos Salaberry, viejos tamberos de la zona de Las Heras, a indicación de un ingeniero italiano, pensaron que bien podría servir para otear el horizonte.  Los indios estaban lejos, había algunos por Lobos, otros más adentro de la provincia, pero un malón fue siempre un temor pánico para los habitantes de nuestras tierras y todas las previsiones parecían pocas; cien o doscientos kilómetros eran devorados por la velocidad de los caballos que montaban en pelo las tribus indias, por eso poderlos distinguir desde un alto mirador cuando aparecía en el horizonte la “polvadera” era una posible salvación.

 

Pero los indios nunca llegaron a menos de 100 kilómetros de nuestra zona y el mirador tuvo otra finalidad; desde arriba de la terracita que tiene una dimensión de 3.30 x 1.80 m, aparte de poder ver hermosas macetas con vistosas flores que son visibles desde el Puente de Chicago, se ve la tapa de un enorme tanque de agua con capacidad para 15.000 litros; el tanque ocupa todo el espacio, cuya mitad es una ficticia ventana y la finalidad fue –mediante cañerías- poder abrevar a los animales que venían conducidos por Reseros por el “Camino de las Tropas”, la actual Av. General Paz, hacia su sacrificio en el cercano Mercado Nacional de Haciendas y Matadero Municipal de principios del siglo XX.

 

Para llegar hasta la terraza se sube por una escalera que en la parte interior tiene un total de 37 escalones; luego sale al exterior y la escalera caracol –de hierro original de la construcción-, tiene otros 27 escalones y al llegar arriba la vista abarca un panorama hermoso, pudiéndose distinguir por un largo trecho la Av. General Paz y prácticamente todas las casas que forman buena parte de la zona compuesta por el barrio de Mataderos y las de Villa Insuperable, Lomas del Mirador, Villa Madero, Tablada, etc.  Demás está decir que desde esta terraza puede gozarse de un espléndido sol en invierno y en la noche de los meses de verano, resulta gratificante poder disfrutar una constante y suave brisa que invita a platicar y a recordar.

 

Las paredes de esta construcción son de barro, como eran las de todas las construcciones que se realizaban en aquella época, pero tienen un espesor de 45 centímetros y entre ellas hay “cañerías” de aire lo que permite que no se conozca la humedad y la casa esté fresca en pleno verano y muy acogedora durante el invierno.

 

Hay todavía materiales originales; la familia Salaberry importó de Italia hasta el roble para las puertas y los ventanales y en la primitiva cocina aún se hallan empotradas en la pared, la ganchera donde eran colgados los cucharones, espumadera, etc. y algunas de las puertas interiores conservan aún las manijas originales, de hierro artístico ovalado.

 

De la planta baja se desciende al sótano, de reducidas dimensiones; allí hubo un hermoso aljibe, que ahora los ocupantes han convertido su brocal en algo útil; al levantar la tapa, se descubre el pozo totalmente seco, que debe tener una profundidad de unos 4 o 5 metros.  Enfrente del aljibe aparece taponada con cemento una “entrada a un túnel” que fue la vía de escape prevista por el constructor ante el temor al malón, vía de escape que según dice, llegaba hasta la actual Av. de los Corrales hasta el camino de Bonaparte, o actual diagonal calle Coronel Cárdenas.

 

Don Juan Salaberry y dos hijos, que llevaron los nombres de Juan y Guillermo vivían en sus tambos en la zona de Las Heras, provincia de Buenos Aires.  Luego los nietos, solían realizar frecuentes reuniones en el mirador; en una de tantas –nos cuentan- se matizaba con una guitarreada y el cantor repetía el estribillo

“Abrete tierra o dame su amor”; menos mal que sucedió al día siguiente, porque justamente donde estuvo parado el cantor la tierra comenzó a hundirse!  Era el lugar donde se iniciaba el aljibe que por entonces no era visible.

 

En la construcción de planta baja y jardín con parra, durante un tiempo se realizaban reuniones de la Unidad Básica política, fiestas y reuniones para adoctrinamiento y cantos.  Durante un tiempo también se utilizó el Mirador para la actuación de una “troupe”: se tendió un cable de acero de la terraza del mismo hasta sobre el Puente de Chicago y por él los equilibristas hacían las delicias de los concurrentes, recordándose especialmente la actuación de una señorita que, anudado su cabello en el cable, descendía suavemente ante las exclamaciones de los mataderenses.

 

Hoy el Mirador de Salaberry pertenece a una familia, en forma privada, que lo ha ido embelleciendo en su parte interior.  Su fachada es la misma desde hace más de 150 años y sigue siendo admirado por los vecinos como la representación más antigua de su ser y que bien las autoridades hubieran podido convertirlo en un lugar turístico.

 

Fuente

Vecchio, Ofelio – El Mirador de Salaberry

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