Fusilamiento de Domingo Cullen

Ombú de la Posta del Arroyo del Medio, sitio donde fue fusilado Domingo Cullen

 

El 6 de junio de 1837 es asesinado en Chile el ministro de relaciones exteriores y administrador de la república, Diego Portales, por jefes del ejército chileno entendidos con el mariscal Andrés Santa Cruz; pero la guerra que Chile ya le ha declarado el 11 de noviembre de 1836, va a comenzar.  La Argentina cuenta con setecientos mil habitantes, Bolivia con un millón y medio y Perú con igual cantidad.  El gobernador de Salta, Felipe Heredia, hermano de Alejandro, escribía en la circular del 21 de octubre de 1836 al pueblo salteño: “El gobierno de Bolivia ha trabajado… durante tres años, halagando la idea ilusoria de que algunas provincias argentinas (Salta, Jujuy, Catamarca y Tucumán) se agregasen voluntariamente a sus estados; (pero)… el noble orgullo de los verdaderos argentinos los haría elegir en cualquier circunstancia la muerte antes de humillarse (ante Santa Cruz), el Tirano más ambicioso que ha podido ver el suelo americano”.

 

En 1834 Diego Portales había dado a conocer al gobierno argentino las proposiciones de los unitarios de Mendoza que ofrecían reincorporar la región de Cuyo a Chile si los ayudaba a sacudir el dominio federal.

 

Estanislao López, “la más fuerte columna federal”, murió cristianamente el 15 de junio de 1838.  Domingo Cullen, su ministro, fue elegido gobernador el 28 de junio; pero Rosas, de acuerdo con Pablo Echagüe, gobernador de Entre Ríos, no lo reconoce, y es derrocado.  Cullen huye a Santiago del Estero y se refugia en casa del gobernador Ibarra.  En Santa Fe será gobernador, Juan Pablo López, apodado “Mascarilla”, hermano de Estanislao.  Al pedirle Mascarilla un secretario,  Rosas le contesta el 2 de noviembre de 1838: “Expídase interinamente con cualquier paisano que sea federal a prueba, honrado, y que no pertenezca al forajido Cullen… seguro que no errará tanto Usted, como erraría si se expidiese con un sospechoso, aunque fuera un sabio, porque estos son los que más yerran”. (1)

 

El 24 de enero de 1839 Fructuoso Rivera le escribía a Cullen: “Importa que Usted se ponga ya de acuerdo con los gobiernos de todas las provincias argentinas que estén dispuestas a sacudir el yugo de fierro que les ha impuesto un tirano astuto y falaz”.  Y en otra por el estilo: “Supongo que Usted habrá recibido mis anteriores, que le remitió nuestro común amigo don Blas Despouys, (francés complicado en la conjura, y cuñado de Cullen) y que, a más, Usted habrá tenido noticias mías por el gobernador de Corrientes (Genaro Berón de Astrada)”.

 

Cuando el 20 de enero de 1839 Santa Cruz es definitivamente derrotado en Yungay por el general chileno Manuel Bulnes, a pesar del apoyo de Francia, que bloqueó los puertos de Chile y ayudó eficazmente con armas y dinero al dictador boliviano, que ahora vencido escapa al Ecuador, Rosas decreta la amnistía para los desterrados y los emigrados, en señal de júbilo celebrando la terminación de la guerra, y pone en libertad a todos los presos políticos, inclusive al general Paz, el 20 de abril de 1839, que de Luján se traslada a Buenos Aires, con la promesa de no alejarse más de una legua de la ciudad.  El general Paz, en carta al ministro Arana, da su palabra de honor militar de no tomar las armas contra el gobierno y de observar su libertad bajo fianza; pero, como veremos, no cumplió.  La guerra con Bolivia se dio por finalizada oficialmente el 26 de abril de 1839.

 

En cartas de los días 5 y 18 de marzo de 1839 Rosas reclama de Ibarra –jefe del federalismo del Norte a la muerte del general Heredia- la entrega de “ese traidor feroz, el gallego Domingo Cullen, (había nacido en las Islas Canarias, de origen irlandés, y se había radicado en Montevideo y luego afincado en Santa Fe), cómplice de los Reinafé y unitario conspirador”.  Sepa Usted –le dice- “que todas las ocurrencias desfavorables a la Confederación, a su honor, dignidad y sosiego… son consecuencias de sus pérfidas maniobras.  (El ampararlo) le está perjudicando a Usted inmensamente en su buena opinión y fama…  Le ha hecho a Usted mucho mal y lo está haciendo al crédito de la República”.

 

Ibarra, además, había recibido al agente de Rivera, el francés Juan Pablo Duboué, portador de todos los datos de la inminente invasión del ejército riverista amparado por la escuadra francesa; y lo había recomendado a otros gobernadores, a la par que había facilitado hombres y armas a Pedro Nolasco Rodríguez para invadir la provincia de Córdoba y luchar contra López “Quebracho”.  Vencido Rodríguez en su intentona de revolución en Córdoba, el 28 de marzo de 1839, y habiéndose encontrado cartas de Cullen que lo comprometían en la coalición contra Rosas, es remitido a Buenos Aires y fusilado antes de llegar a San Nicolás, por orden de “Quebracho”, el 21 de mayo de 1839, como reo de lesa nación.

 

Al tiempo que Rosas exige a Ibarra la entrega de Cullen, la Confederación Argentina se hallaba bloqueada por la escuadra francesa en el río de la Plata, en combinación con los unitarios que organizaban desde el Uruguay la expedición de Lavalle; se preparaba en el Sur la insurrección de los estancieros de la provincia de Buenos Aires y en la ciudad estaba por estallar el complot urdido alrededor del coronel Ramón Maza.  El Litoral era amenazado por el ejército de Rivera, continuaba la guerra contra Bolivia; Alejandro Heredia ha sido asesinado en Tucumán y su hermano Felipe ha sido derrocado en Salta, y se preparaba la coalición del Norte contra Rosas.

 

Rosas, en carta a Tomás Brizuela, gobernador de La Rioja, le manifestaba que “la permanencia del tal Cullen allí, en el estado actual de aquellos pueblos, con las nuevas administraciones (de tipo unitario), los embrollará”.

 

Escribe cinco cartas más a Ibarra y, después de decirle en su carta del 15 de abril de 1839, que “el bribón y cachafaz de Cullen, desde el gobierno de Santa Fe andaba siempre estudiando cómo traicionarnos y cómo anarquizar la República”; y, después de analizar, su intervención en la preparación del asesinato de Facundo Quiroga y otros turbios manejos, como la invasión de Rodríguez a Córdoba para derrocar a Manuel López, añade: “No puedo, ni por un solo instante, creer que Usted quiera comprometer su honor y buen nombre, ni exponer la causa federal y la unión y la tranquilidad de las provincias por salvar a un malvado, desde que sepa lo que es, y se penetre, como debe penetrarse, de los gravísimos males que causará a la República, si no lo remite inmediatamente, bien asegurado con dos barras de grillos y con la suficiente custodia… (Cullen, cómplice con los Reinafé, es un hombre) sediento de sangre argentina, (que) desde el inmerecido asilo que le dispensa V. Excia., está conmoviendo los pueblos y renovando en ellos la desastrosa guerra de los parricidas unitarios”.

 

El 13 de abril le había dicho: “Recuerde Usted las relaciones y las maniobras secretas de varios unitarios en Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy con el ejército enemigo…  el asesinato de don Alejandro (Heredia en Tucumán) y la deposición del mando de don Felipe (Heredia, su hermano) en Salta…  Mientras dichas provincias no vuelvan sobre sus pasos (no podré, como encargado de las relaciones exteriores), sacar de la completa derrota y conclusión de Santa Cruz todas las ventajas a que podemos y debemos aspirar en nuestras ulteriores relaciones con aquella república (de Bolivia)…  la línea que divide el territorio de ambos estados es irregular y perjudicial a esta república…  Pero para todo eso es necesario que las provincias fronterizas uniformen su marcha con la autoridad general que las representa en el Exterior, y que se subordinen…  Esta clase de hombres (que se dicen federales) y son unitarios enmascarados, perdió a de la Torre, a Reinafé, a Yanzón en San Juan, a Heredia, a Berón de Astrada, a muchos otros y los perderá a ellos…  porque yo, no he de variar la marcha política que he seguido hasta aquí, ni las demás provincias de la Federación han de ser indiferentes a los males que les están causando.  Y si yo no procediese así, sería un enemigo de mi Patria”.

 

El 22 de junio de 1839, al pisar el territorio de la provincia de Buenos Aires, en el arroyo del medio, en la Posta de Vergara, Cullen, después de recibir los auxilios religiosos que se le ofrecieron por orden de Rosas, fue ejecutado por “reo de lesa nación”.

 

“Cullen era, en realidad –como afirma el historiador Carlos Ibarguren- agente de los unitarios y de los franceses para combinar la acción de éstos con los gobernadores de las provincias del interior y del norte en un levantamiento contra Rosas.  Detrás de Cullen apareció Juan Pablo Duboué, comisionado secreto de Rivera y los franceses para el mismo fin”. (2)

 

Cullen es fusilado por andar en tratos con el enemigo: los franceses, los colorados de Rivera y los emigrados unitarios argentinos.  Es uno de los organizadores de la revolución de Córdoba, dirigida por el coronel Rodríguez, y está organizando conspiraciones en las provincias.

 

El cónsul francés Roger había revelado al cónsul inglés Hood sus planes y este, desde Montevideo, al cónsul inglés Mandeville en Buenos Aires, el 11 de octubre de 1838, quien los comunicó a Rosas.  Roger había manifestado: “Su alianza con Rivera y Cullen para la destrucción del ejército del general Rosas y del sistema federal y fomentar una rebelión en Entre Ríos y Corrientes, unidos con Santa Fe a la causa de Francia”. 

 

“Rosas, al fusilar a un hombre que se ha aliado al enemigo y que realiza los más grandes esfuerzos para derrocar a la autoridad legítima, cuando el país está en guerra, ha hecho -sostiene el historiador Manuel Gálvez- lo que todos los gobiernos en su caso”. (3)

 

“Rosas pudo mandar aprisionar a Cullen desde el primer momento que huyó de Santa Fe –dice Manuel Cervera en su Historia de Santa Fe-.  Sólo cuando tuvo contra él datos ciertos de su defección y actuación revolucionaria peligrosa (previno a los gobernadores) sobre los procederes de Cullen y la necesidad de entregarlo”.

 

El 17 de febrero de 1839 Duboué ha llegado a Santiago del Estero y se ha entrevistado con Cullen y ha enterado a Ibarra de las comunicaciones bélicas de Rivera y Luis Leblanc, almirante de la escuadra francesa bloqueadora.  Rosas, al interceptar la correspondencia del francés con Montevideo, se enteró del complot e hizo publicar en La Gaceta Mercantil de Buenos Aires todas esas cartas comprometedoras para Cullen, Duboué, Rivera, los franceses y los emigrados unitarios.  Duboué sigue luego a Catamarca y se entrevista con el gobernador José Cubas el 20 de febrero y continúa a La Rioja y habla con el gobernador Tomás Brizuela, quien remitió las proposiciones del francés al juicio de Ibarra.  Luego, en su viaje a las provincias de Cuyo, fue apresado por el gobernador de Mendoza, Juan Correas, y procesado por conspirador y espía, y las actuaciones fueron remitidas a Rosas.  El 29 de mayo, desde Buenos Aires, ordenó Rosas al gobierno de Mendoza que “disponga lo conveniente para que, en caso de no haber sido remitido a esta el expresado Juan Duboué, sea fusilado”.

 

El gobernador de Mendoza fusiló a Duboué el 21 de agosto de 1839 y así lo comunicó a Rosas: “Fue ejecutado el expresado Duboué, pagando con su muerte el enorme crimen de sedicioso y anarquizador de los pueblos de la República”.

 

Referencias

 

(1) Archivo de Santa Fe.

(2) Juan Manuel de Rosas – Carlos Ibarguren.

(3) Vida de Juan Manuel de Rosas – Manuel Gálvez.

 

Fuente

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

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Röttjer, Aníbal Atilio – Rosas, prócer argentino – Ed. Theoria, Buenos Aires (1972).

 

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