Partido de Morón

Plaza Gral. San Martín, Morón, Pcia. de Buenos Aires

 

Los primeros pobladores de esta zona fueron los querandíes o pampas, luego araucanizados. Pueblos nómades de la región pampeana, se amparaban con sus familias en paradores con coberturas de cueros o “tolderías”, y en un principio se movilizaban a pie, pero tras el contacto con los españoles incorporaron tempranamente el caballo, primero como alimento y luego como montura. Originariamente, eran cazadores especializados de guanacos y venados.

 

Como otras parcialidades indígenas, aprovecharon esta región extensos pastizales y abundantes cursos de agua, de los cuales el principal era el río de las Conchas (así llamado por la gran multitud de conchas que se criaban en sus orillas), luego río Reconquista (en homenaje a las fuerzas patriotas que derrotaron a los ingleses en 1806). Las nacientes del mismo se deben al aporte conjunto de los arroyos de Choza y Durazno en el partido de General Rodríguez.

 

Luego de recorrer 84 km recibiendo aguas de numerosos afluentes, desemboca en el río Luján en el Tigre.

 

Es un típico río de llanura con numerosas curvas y recodos. Uno de sus afluentes es el arroyo Morón.

 

Aquel paisaje era muy distinto al que hoy conocemos, se trataba de altos pajonales, interrumpidos de cuando en cuando por un ombú o un pequeño monte de chañar. La ausencia de árboles se explica por la densidad del pajonal, que sombreaba las semillas e impedía su desarrollo.

 

A pesar de todo, había árboles, pero no en plena llanura sino en las márgenes de los ríos y arroyos. Sauces, ceibos, sarandíes formaban un espeso bosque en galería bajo el cual vivían aves acuáticas como las garzas, peces y reptiles como la tortuga de agua; mamíferos como nutrias, zorros o gatos monteses. La feracidad de estos territorios tan cercanos a Buenos Aires hizo que fueran rápidamente transitados por los españoles a su llegada al Río de la Plata.

 

La conquista y el reparto de la tierra

 

En 1582, a dos años de haber fundado Buenos Aires, Juan de Garay dotó a los vecinos más prominentes de la ciudad con tierras de chacra y estancia, las primeras destinadas al cultivo y las otras a la crianza de ganado. La concesión de estos terrenos se efectuó por medio de un sorteo, por lo cual las mismas fueron denominadas suertes. El reparto de suertes de estancia se prolongó hacia el norte hasta el actual partido de Zárate y hacia el sur hasta La Magdalena. En cuanto a las suertes de chacra, parte de las mismas fue distribuida en la costa de San Isidro y el resto sobre el río de las Conchas (actual río Reconquista). Puede presumirse, en consecuencia, que las actuales localidades de Hurlingham y Villa Udaondo fueron ocupadas por el español desde aquel entonces.

 

Entre quienes bajaron con Garay desde Asunción para fundar la ciudad se encontraba el capitán Juan Ruiz de Ocaña, hijo de uno de los soldados españoles que habían arribado al Río de la Plata con don Pedro de Mendoza. Este no había resultado favorecido con tierras en aquel primer reparto, pero antes de 1589 recibió en merced unas tierras situadas al este del arroyo Morón. Esta circunstancia determinó que durante todo el siglo XVII esta zona fuera denominada Cañada de Juan Ruiz. Un testimonio posterior -el testamento de la viuda de Ruiz de Ocaña, doña Bernardina Guerra, fechado en 1638- nos informa que las mismas tenían media legua de frente al arroyo y una legua y media de fondo en dirección a la ciudad, de lo que resultaba una superficie de alrededor de 1800 hectáreas. Los sucesivos gobernadores del Río de la Plata continuaron con la política de asignar títulos de propiedad a aquellos vecinos de Buenos Aires que los solicitaran, siempre que estos pudieran demostrar que contaban con casa poblada en la ciudad, que habían participado con armas y pertrechos en su defensa y que descendían o estaban emparentados con los vecinos fundadores.

 

La segunda merced más antigua de nuestra zona data de 1589, en que el teniente de gobernador y justicia mayor de Buenos Aires, Hernando de Mendoza, otorgó una legua de tierras en la Cañada de Juan Ruiz a Pedro Verdún de Villaysán, contador de la Real Hacienda.

 

Posteriormente, en 1596, el gobernador Juan Ramírez de Velasco entregó a Mateo Sánchez una fracción de similar extensión, y en 1609 el gobernador Hernandarias hizo lo propio con García Hernández.

 

El pago de la Cañada de Juan Ruiz se halló tempranamente conectado con la ciudad de Buenos Aires. Ya el título de propiedad de Verdún de Villaysán hace mención al camino real que conducía a Córdoba, a cuya izquierda se encontraban los terrenos que pertenecían a éste. Pronto aparecieron rutas secundarias, como el llamado Camino de Andrés Lozano, que ya en 1613 bordeaba las tierras que el gobernador Diego Marín Negrón otorgó en merced a Andrés Lozano de Saravia, y que corría en dirección a un vado sobre el río de Las Conchas.

 

El proceso de ocupación de la tierra en nuestro partido no supuso, que sepamos, el desalojo de tribus indígenas. En realidad, nada sabemos del Morón anterior a la conquista española. Aunque el arroyo pudo haber servido eventualmente de parada a las tribus nómades de querandíes que circularon por la región hasta los tiempos de la conquista, se carece de yacimientos arqueológicos que permitan determinarlo. En las primeras décadas del siglo XVII el pago de la Cañada de Juan Ruiz se hallaba aún muy próximo a la frontera con el indígena, y aunque posteriormente esta frontera se adentró en dirección al río Salado, puede considerarse que hasta la década de 1740 nuestro partido estuvo todavía en la zona de riesgo de malones. No existe ningún documento escrito, sin embargo, que permita afirmar que durante el gobierno de Hernandarias se erigió un fortín dentro de los límites actuales de nuestro partido: esta aseveración proviene de la interpretación de una pieza cartográfica realizada por el historiador Raúl Molina, que escritores locales posteriores han tomado por segura, pero que nunca ha sido respaldada por evidencias escritas o arqueológicas con el objeto de superar el campo de las presunciones.

 

El origen del nombre

 

En casi todos los pagos de la campaña bonaerense, las familias propietarias solían prestar su nombre a los accidentes geográficos. Como muchas de estas familias vendieron sus tierras y fueron reemplazadas por otras, con cierta frecuencia los toponímicos cambiaron. Eso fue lo que sucedió, precisamente, con el partido de Morón.

 

Desde bastante temprano, los porteños hablaban de la Cañada de Juan Ruiz para referirse a las tierras aledañas al arroyo Morón, haciendo alusión a la familia del primer vecino que recibió una parcela junto a este curso de agua. Pero desde mediados del siglo XVIII, el pago fue conocido como Cañada de Morón: ello se debió a que al vender los descendientes de Juan Ruiz de Ocaña las tierras que pertenecieron a éste, una fracción de las mismas cayó en propiedad de Isabel Torres Briseño, viuda del capitán Diego Morón. Temporariamente, entre fines del siglo XVII y principios del XVIII, hubo también quien llamara al pago Cañada de Oliva, en recuerdo del capitán Juan de Oliva, un comerciante que fuera dueño de una chacra que se extendía desde el arroyo Morón al río Reconquista.

 

Lo interesante en este caso es que en la década de 1740 los tres nombres llegaron a coexistir, al ser el pago conocido indistintamente como Cañada de Juan Ruiz, Cañada de Oliva o Cañada de Morón. Esta última denominación terminó por imponerse, aunque hubo hasta 1780 quien lo llamara Cañada de Juan Ruiz, algo que para entonces era una suerte de arcaísmo caído en desuso.

 

No todos los que investigaron este tema han aceptado el mismo origen para el nombre del partido, y han propuesto otras soluciones para el problema. La más difundida es la que afirma que el mismo proviene del término morón, que significa montículo de tierra, y que haría alusión a las lomadas que caen al arroyo. A quienes sostienen esta tesis bastará con recordarles que la presencia de suaves ondulaciones puede observarse en toda la región norte de la provincia de Buenos Aires (no casualmente denominada por los geógrafos Pampa ondulada) y no particularmente aquí.

 

Veamos lo que opinan algunos de nuestros primeros historiadores sobre la procedencia del nombre del partido. El doctor Didier Villegas afirma que el nombre originario del pago fue Morán, debido a que un tal Pedro Morán fue propietario de terrenos sobre la confluencia del arroyo con el río Reconquista, pero que éste cambió con el tiempo en Morón. Eusebio Giménez, por su parte, alega que proviene del pueblo de Morón, en Andalucía, de donde serían oriundos los primeros pobladores de esta zona. Y Adolfo Farías Alem insinúa que se debió a que Petrona Piña de Aguilar, bisnieta del capitán Juan Ruiz de Ocaña que poseyó los terrenos en que hoy se encuentra la ciudad, tenía especial veneración por San Pedro de Morón, el santo de su nacimiento. Estas tres teorías, desafortunadamente, no han pasado de ser meras presunciones, ya que sus autores no adjuntan pruebas documentales que permitan sostenerlas.

 

Morón en tiempos del virreynato (1776-1810)

 

El pago de la Cañada de Morón no se constituyó en entidad administrativa independiente hasta 1785, en que por decisión del cabildo de la ciudad de Buenos Aires fue convertido en partido. Cuando esto sucedió, se le otorgó un territorio que se extendía desde el actual barrio porteño de Flores hasta el fortín de Lobos, en la frontera con los indígenas, y tuvo por máxima autoridad a un alcalde de la Santa Hermandad, nombrado por el cabildo, quien dirimía los conflictos entre los vecinos y perseguía a cuatreros y vagabundos.

 

Para entonces ya se había formado un reducido caserío en torno a la primitiva iglesia de Nuestra Señora del Buen Viaje, que ocupaba un conjunto de diez cuadras alrededor de la actual plaza de Morón y que fue el germen de lo que dos siglos más tarde sería nuestra populosa ciudad. Sin embargo, la mayor parte de la población del flamante partido era rural y vivía diseminada en chacras a orillas del arroyo Morón y del río Reconquista, dedicada al cultivo de trigo. El fortín de Lobos, por su parte, albergaba a varias decenas de soldados y sus familias, y se encontraba bajo las órdenes de un sargento mayor de milicias. La legislación colonial establecía que en el partido de Morón, considerado tierra de pan llevar, la agricultura tenía prioridad por sobre la ganadería. Estaba por lo tanto prohibida la crianza de animales, a excepción de las bestias de tiro al servicio de las labores agrícolas, como los bueyes para arar o los caballos atahoneros, y de los estrictamente necesarios para el consumo. Pero la documentación de la época nos indica que estas disposiciones fueron desobedecidas, y que en Morón no faltaron grandes criadores de ganado vacuno.

 

Su existencia generó conflictos entre dos actividades productivas cuya convivencia era entonces sumamente problemática, ya que la falta de alambrados impedía a los labradores contener a los animales ajenos, lo que a menudo les acarreaba la pérdida de sus cultivos. Las disputas entre uno y otro sector daban generalmente lugar a pleitos judiciales en los que el alcalde de la Hermandad se veía obligado a intervenir.

 

La presencia del camino real, que conducía a Chile y Perú, fue fundamental para el partido. Este camino, que es hoy la avenida Rivadavia, pasaba por el pueblito de Morón para dirigirse luego al río Reconquista, al que atravesaba por el que fue llamado desde entonces Paso del Rey. Un sitio alternativo para vadear el río era el llamado Paso de Morales, llamado así porque se hallaba sobre las tierras pertenecientes a Domingo Morales, en lo que luego sería la ciudad de Hurlingham. Como ninguno de estos vados tenía puente y debían pasarse a nado o en balsas hechas de cuero, el vecino Pedro Márquez construyó en 1771 un puente de madera sobre el Reconquista, el primitivo Puente Márquez, al que se llegaba a través del camino de Gaona. Existía en la zona una posta, que ofrecía caballos de refresco a los mensajeros oficiales del virrey que transitaban hacia el norte del país.

 

A finales del período colonial, el partido de la Cañada de Morón sufrió los primeros recortes en su territorio. Entre 1800 y 1805 se creó el partido de la Cañada de la Paja, que se extendía de Merlo hasta el fortín de Lobos. En 1806 Merlo volvió a integrarse a nuestra jurisdicción, pero San Salvador de los Lobos se segregó definitivamente para constituirse en partido. En 1807, finalmente, también San José de Flores se separó para convertirse en circunscripción independiente.

 

Morón de la emancipación a la presidencia de Rivadavia (1810-1827)

 

Una de los primeros cambios que afectó al partido de Morón después de la Revolución de Mayo tuvo que ver con la definición de su jurisdicción territorial. Durante el período colonial, los alcaldes de los partidos de la Matanza y Cañada de Morón habían entrado a menudo en conflicto por cuestiones de competencia. No fue hasta 1812 que se otorgó a cada uno un territorio propio, siéndole asignado al primero el que se hallaba recostado sobre el río Reconquista, mientras que el segundo debió resignarse a actuar en el que se cernía sobre el río Matanza. El límite que se estableció entre ambos sigue estando en vigencia: el camino de Burgos, que es hoy la calle Don Bosco.

 

En 1815, la población moronense fue censada por primera vez tras haber concluido la dominación española. Este empadronamiento vino a confirmar lo que venía sucediendo desde hacía un siglo: predominaban los agricultores, que resultaron ser entonces el 56,5% de los habitantes del partido. El mismo también nos muestra, no obstante, que la aplicación de la legislación española no había logrado desarraigar la ganadería, ya que el 26,3% de los pobladores subsistía gracias a la crianza de animales. El resto de los censados se componía fundamentalmente de trabajadores manuales (zapateros, panaderos, carniceros, veleros, pulperos, carpinteros, sastres y otros, que sumaban el 3,3 %) y de comerciantes (2%), algunos de los cuales residían en el pueblito de Morón. El partido de Morón, como todos los que componían de la Provincia de Buenos Aires, fue controlado a partir de 1822 por un juez de paz, funcionario nombrado por el gobernador que vino a reemplazar a los alcaldes de la Santa Hermandad.

 

En nuestro caso, esta reforma vino acompañada de un reordenamiento jurisdiccional. El 6 de febrero de ese mismo año el partido de La Matanza fue suprimido para volver a reunirse con el de Morón. Pero esta reunificación fue transitoria, ya que el 29 de abril de 1825 el Tribunal Superior de Justicia restableció el juzgado de paz de La Matanza con sus límites anteriores, señalándole por territorio “todo el que sea de hacendados desde donde acaban las tierras de labranza”. A resultas de esto último, el partido de Morón se circunscribió desde entonces a una extensa franja territorial que se extendía desde los actuales municipios de San Martín y Tres de Febrero hasta los de Merlo, Marcos Paz y General Las Heras. Mientras tanto, el pueblito de Morón continuaba creciendo lentamente. Refiere el padre Juan Presas que en 1824 una delegación pontificia atravesó el territorio argentino para informarse de la situación de los fieles de nuestro país, y el 16 de enero de ese año recaló en la villa de Morón. Este se componía, según refiere el diario de uno de los sacerdotes que integraban dicha misión, de “pequeñas casas de veraneo, dispersas por una y otra parte, pobres casuchas y rancheríos”. El camino que conducía al poblado era bueno, ya que muchos vecinos pudientes de Buenos Aires habían elegido la zona para retirarse a descansar con sus familias, pero las casas de hospedaje y las quintas donde éstos pasaban sus vacaciones contrastaban con los míseros ranchos de adobe de los agricultores que sembraban trigo en las chacras cercanas.

 

Morón en la época de Rosas (1829-1852)

 

Como es sabido, el partido de Morón no fue ajeno a la guerra civil que se produjo entre unitarios y federales. En el que era entonces su territorio se suscitaron dos importantes batallas, la primera de las cuales abrió y la segunda cerró el período rosista. Fue en el Puente Márquez, el 26 de abril de 1829, donde las tropas federales de Juan Manuel de Rosas vencieron a las del unitario Lavalle. Y sería en El Palomar de Caseros, el 3 de febrero de 1852, en que Rosas fue derrotado por Urquiza.

 

Durante el régimen rosista, la población moronense continuó en crecimiento: la misma fue empadronada en dos oportunidades, de lo que resultó la suma de 2548 habitantes en 1836 y de 2786 habitantes en 1838. Entre estos se muestra una mayor proporción de agricultores que en el censo levantado en 1815: el 62,7% de los individuos empadronados en 1838 manifestó su condición de chacarero. Esta cifra atestigua no sólo el acentuado predominio del sector agrícola sino también su crecimiento, estimulado por el incremento de la población de Buenos Aires, cuya demanda de cereales iba en aumento. En cuanto a los establecimientos ganaderos, la mayor parte de los mismos quedaron relegados en extremo oeste del partido, entre Merlo y la Cañada de la Paja (General Las Heras).

 

La gran mayoría de los moronenses, como era usual entre la gente del campo, militaba en el Partido Federal. Fieles como eran a la figura de Rosas, rindieron un verdadero culto a su personalidad, estimulados por la propaganda partidaria impulsada por el gobernante. Festejaban el cumpleaños del Restaurador de las Leyes o sus aniversarios políticos con bailes, carreras de sortijas y asados con cuero, e inevitablemente cerraban estos festejos paseando su retrato alrededor de la plaza. Aquellos que no concordaban con la ideología oficialista eran tildados de salvajes unitarios, y generalmente fueron perseguidos y sus bienes confiscados.

 

Esto le sucedió, en concreto, a varios propietarios de la zona, como Mariano Castex, Fermín Rodríguez, José Timoteo Bravo y Mariano Monterroso.

 

El Restaurador era gran conocedor de nuestro pago, que por otra parte parece haber visitado asiduamente, ya que la parroquia del Buen Viaje se hallaba de camino a una hacienda de su propiedad, la estancia del Pino, que hoy se encuentra en el partido de La Matanza. Pero si el partido de Morón le interesaba era más bien por su posición estratégica, y mandó que se emplazaran en el mismo varias invernadas de caballos del ejército, necesitado como se hallaba de tener a mano corceles suficientes para sus emprendimientos militares. Una de dichas invernadas, provista de “regulares pastos dulces”, se encontraba en 1840 en la orilla occidental del arroyo Morón, abarcando gran parte de la actual localidad de Castelar.

 

Entre 1838 y 1852, el partido de Morón tuvo por juez de paz a Tomás Fernández de Cieza, hombre incondicional a Rosas. Contra lo que se ha dicho tradicionalmente, éste no tenía su centro de operaciones en el pueblito de Morón sino en el de Merlo, donde era propietario de dos casas. También poseía estancias en Lobos y en Escobar, pero no fue hasta finales de su gestión que adquirió terrenos dentro de los actuales límites de nuestro partido: en abril de 1848 compró unos terrenos de poco más de 292 hectáreas junto al arroyo de Morón, que hoy forman parte de la VII Brigada Aérea. La suerte de Fernández de Cieza estuvo curiosamente ligada al destino del Restaurador, pues murió a las pocas horas de haber sido éste, vencido en Caseros. Cuando el gobernador de Buenos Aires fue derrotado por Urquiza, en efecto, las tropas rosistas buscaron amparo en la estancia de Fernández de Cieza, y acaso para perpetrar algún tipo de venganza ataron al juez de paz a un catre y lo quemaron vivo

 

Morón según los censos de 1869, 1881 y 1895

 

Tras la derrota de Rosas, el país pasó por casi una década de desunión y guerras civiles, que concluyó con la batalla de Pavón, que catapultó a Bartolomé Mitre al poder. Con éste quedó atrás la Confederación Argentina, compuesta por provincias que no se hallaban unidas más que por pactos personales entre los caudillos, y surgió una República Argentina empapada por las ideas liberales, cuyos gobernantes se dieron a la concreción de un proyecto de país agroexportador, que requeriría de capitales, de obras de infraestructura y de hombres para convertirse en el “granero del mundo”.

 

Morón no estará, por cierto, excluido de este proyecto. En 1859 asistió a la llegada del ferrocarril, con lo que se aseguró de que la producción de la zona fuera conducida en forma rápida y segura a la capital. En cuanto a los trenes de pasajeros, llegaban los días hábiles a la estación de Morón tres veces al día: a las siete y media de la mañana, a las dos de la tarde y a las siete y media de la tarde. Los fines de semana se agregaban más servicios, ya que Morón se había constituido en una localidad turística y se decía en Buenos Aires que el clima de este pueblo era muy saludable, apto para la cura de enfermedades pulmonares. Las familias porteñas llegaban al mediodía a dar un paseo por nuestras quintas y se volvían al atardecer. Para quienes no quisieran tomar el tren, se utilizaban todavía galeras y volantas, es decir, coches de caballos. Asimismo, parte del transporte de efectos y mercaderías dependía aún de la tracción animal: en 1881 aún se registra la existencia de 353 carros y carretas que contribuían a la circulación de bienes y personas. En 1869, todavía el 59% de la población del partido se consideraba rural, y se seguía destacando por su producción de trigo. En 1881, el Censo Provincial registra 3304 hectáreas cultivadas. A la ya preponderante agricultura se había agregado una próspera ganadería, pues desde que los campos fueron alambrados estas dos actividades pudieron convivir en forma pacífica. Ese mismo año se habla de 8673 cabezas de ganado vacuno, 2531 equinos y 9593 ovejas, lo cual no deja de asombrarnos a quienes no conocimos más que un Morón completamente urbanizado. Un elemento nuevo fue la llegada de inmigrantes. La colectividad más numerosa era la italiana, que en 1869 comprendía el 53% de la población extranjera del partido, y que desde 1867 contaba con organización mutual propia, que con los años se conformaría en la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos. Le seguían en importancia las colectividades francesa y española, que también dispusieron de mutuales desde fines del siglo pasado.

 

Es de destacar que durante el último tercio del siglo XIX, el número de extranjeros que habitaban el partido de Morón se mantuvo en alrededor del 33%. Esto significaba que uno de cada tres moronenses era inmigrante, la mayor parte de ellos europeos.

 

Con la llegada de la inmigración, el partido de Morón se transformó substancialmente. El Censo de 1895 es el primero en indicar una tasa de población urbana superior a la rural: 55%. Cierto es que para entonces, Morón ya no era la única ciudad del partido: Ituzaingó fue fundada en 1872 y Haedo en 1886, y en Hurlingham ya habían levantado sus casas los primeros vecinos ingleses, que fundaron el Hurlingham Club en 1891.

 

Pero la población del partido sufrió otros cambios cualitativos no menos importantes. La existencia de una política educativa nacional, impulsada a partir de la acción ministerial de Sarmiento, repercutió en una mayor alfabetización de la población. En 1869, sólo alrededor del 10% de los niños entre 10 y 15 años asistía a la escuela, mientras que en 1895 ya lo hacían casi la mitad de los niños entre 6 y 14 años. A la Escuela N°1, con antecedentes desde por lo menos 1820, se habían sumado en 1882 la N°3 y en 1885 la N°4, ambas en la ciudad de Morón, además de establecimientos de educación primaria en Haedo, Hurlingham e Ituzaingó. Agreguemos a estos los colegios religiosos: el de María Auxiliadora, fundado por los Salesianos en 1882 para dar formación católica a las niñas, y el San José, colegio católico para varones fundado en 1892.

 

Es interesante destacar que de los niños que concurrían a la escuela, 431 eran varones y 459 eran mujeres. Posiblemente esto se debiera a que los muchachos, muchos de ellos pertenecientes a modestas familias de inmigrantes, debían colaborar con la manutención del hogar, participando del cultivo de las chacras o trabajando como aprendices en los talleres. Las tareas domésticas en que colaboraban las chicas, en cambio, tenían una mayor flexibilidad de horarios y les daban una mayor oportunidad de educarse.

 

Hacia la formación de los límites actuales del partido

 

En 1855 se introdujo un cambio en la administración de los partidos de la provincia de Buenos Aires: fueron creadas las municipalidades. Cada partido fue dirigido desde entonces por una corporación municipal que se componía de un juez de paz nombrado por el gobernador y de otros cuatro miembros elegidos por medio del voto de los ciudadanos. El primer juez de paz de Morón que encabezó una corporación municipal bajo este régimen fue Serapio Villegas, en 1856.

 

Sin embargo, el cargo de juez de paz desapareció en 1885, para ser reemplazado primero por el de presidente de la municipalidad y luego, en 1891, por el de intendente, que todavía continúa vigente. El primer intendente de nuestro partido fue el afamado escritor Gregorio de Laferrere.

 

A la vez que se producían estos cambios, el partido de Morón fue sometido a la pérdida de una parte de su territorio. Recordemos que durante la primera mitad del siglo XIX, el mismo abarcaba una amplia franja territorial limitada al norte por el río Reconquista y al sur por el camino de Burgos, que como dijimos lo separaba del partido de la Matanza.

 

Pero en la segunda mitad de ese siglo sufrió significativos recortes en su extensión, con motivo de crear nuevas unidades administrativas: en 1864 se separó el partido de San Martín y en 1865 el partido de Merlo.

 

A lo largo de 130 años Morón conservó sus límites de 1865, hasta que la ley provincial 11.610 estableció que fuera fraccionado en tres partidos: Ituzaingó, Hurlingham y Morón. Esta disposición se concretó con la elección de intendentes de mayo de 1995, a partir de la cual cada uno de dichos partidos contó con autoridades propias. El objetivo de esta medida fue crear municipios con una población máxima de 300.000 habitantes, de manera que la administración de los mismos se convirtiera en más eficiente. Las localidades que han permanecido dentro de los límites del partido de Morón (lo que a partir de esa ley se ha denominado “Morón residual”) son las de Morón, Castelar, Haedo, Palomar y Villa Sarmiento.

 

Los intendentes

 

El 28 de octubre de 1890 era sancionada la Ley Orgánica de las Municipalidades. Se trata de la ley Nº 2383, que en su artículo segundo dispone que cada Municipalidad debe constituirse con un Departamento Ejecutivo y uno Deliberativo y que el Ejecutivo debe ser desempeñado por una sola persona con el título de Intendente.

 

En Morón, el primer Intendente electo en virtud de esa Ley fue Gregorio de Laferrere, que asumió en 1891 y permaneció en el cargo hasta 1892. Posteriormente fue diputado provincial y nacional. Había nacido en 1867 y murió en 1913. Escritor y comediógrafo, sus obras fueron representadas en el país y en el extranjero. Las más conocidas fueron Las de Barranco, ¡Jettatore!, Locos de Verano, Los invisibles. Desde 1891 al presente, la sucesión de Interventores, Comisionados o miembros de la Municipalidad a cargo de la Intendencia supera holgadamente a quienes fueron electos para el cargo.

 

Funcionarios de la campaña bonaerense designados por el Cabildo

 

1766-Francisco Videla

1767-Ramón Rodríguez

1768-Pedro Giménez

1769-Juan Antonio Arozarena

1770-Bernardino Antonio de la Linde

1771-Juan Manuel de Echaverri

1772-Francisco Leandro de Sosa

1773-Pedro Díaz Chávez

1774-Vicente Pereira

1775-Isidro Barragán

1776-Eugenio Lozano

1777-Pedro Juan de Alberdi

1778-José María Gómez

1779-Francisco Lalinde

1780-Marcos Flores

1781-Teodoro Fernández

1782-Francisco Gutiérrez de Villegas

1783-Francisco Fernández

1784-Marcos Ribas

 

Período de Alcaldes de Santa Hermandad

 

1785-Francisco Ribas

1785-Ignacio Ribas

1786-Antonio Fernández de Cieza

1787-Justo Ribas

1788-Luis Chávez

1789-Faustino Salazar

1789-Juan Bernal

1790-Domingo Costanzo

1791-Laureano Fernández

1792-Juan Bautista Burgos

1793-Manuel Soto

1794-Juan José Bernal

1795-Agustín Rodríguez

1796-Juan Apellanes

1796-Francisco González Muñoz

1802-José Iturrios

1802-Juan Antonio Iglesias

1802-José María Gómez

1803-Bonifacio Sánchez

1804-José González

1805-José González

1806-Benito Villegas

1807-Pedro López

1808-Juan Pablo Jordán

1809.Benito Ribas

1810- José Antonio Benítez

1811-José Antonio Benítez

1811-Pedro Rodríguez Flores

1812-Benito Ribas

1813-Manuel Torres

1814-José Antonio Benítez

1815-Benito Ribas

1816-José Benito Ribas

1817-Manuel González

1818-Pantaleón Luna

1819-Manuel González

1820-Benito Ribas

1820-José Alvarado

1821-José Antonio Benítez

 

Período de Jueces de Paz

 

1822-Leonardo Domingo de la Gándara

1822-José Benito Ribas

1823-José Benito Ribas

1824-Severo Piñeiro

1825-Severo Piñeiro

1826-Severo Piñeiro

1827-José María Moreno

1828-Benito Ribas

1829-Juan Bernardo Navarrete

1830-Juan Bernardo Navarrete

1831-Juan Bernardo Navarrete

1832-Juan José Torres

1833-Juan Bernardo Navarrete

1834-Tomás Fernández de Cieza

1835-Juan Bernardo de Navarrete

1836- Juan Bernardo de Navarrete

1837- Juan Bernardo de Navarrete

1838 a 1852-Tomás Fernández de Cieza

1852-Miguel Antonio Razero

1852-Domingo Olivero

1853-Vicente González

1853-José María Rodríguez

1853-Miguel Antonio Razero

1854-Miguel Naón

1855-Juan Dillón

1856-Juan Dillón

 

Período de Presidentes de la Municipalidad

 

1856-Serapio Villegas

1857-Juan Dillón

1858-Serapio Villegas

1859-Serapio Villegas

1860-Fermín Rodríguez

1861-Serapio Villegas

1862-Mariano Castex

1862-Fermín Rodríguez

1863-Mariano Castex

1864-Juan Dillón

1865-Juan Dillón

1865-José María Casullo

1866-José María Casullo

1867-José María Casullo

1868-José María Casullo

1869-Miguel Naón

1870-Mariano Castex

1870-Adolfo Bolar

1871-José María Casullo

1871-Vicente Bocalandro

1872-Serapio Villegas

1873-Santiago Amaral

1874-Santiago Amaral

1875-Félix O`Gorman

1876-Juan Manuel Ortíz de Rozas

1877-Juan Manuel Ortíz de Rozas

1878-Delfín Huergo

1878-César Cardozo

1878-Serapio Villegas

1879-José M. Casullo

1880-José M. Casullo

1880-Ricardo Valeri

1881-Ricardo Valeri

1881-Juan Manuel Ortíz de Rozas

1882-Emilio Viale

1883-Luis Basail

1884-Serapio Villegas

1885-Luis Gaebeler

1886-Luis Gaebeler

1886-José María Casullo

1886-Norberto Quirno y Pizarro

1887-Martín Maltren

1887-Santiago Loza

1888-Santiago Loza

1888-Alejandro Suárez

1888-Narciso Agüero

1889-Narciso Agüero

1890-Narciso Agüero

1890-Gregorio de Laferrere

 

Período de los Intendentes

 

1891-Gregorio de Laferrere

1892-Gregorio de Laferrere

1892-C. F. Sartori

1893-Santiago Loza

1893-Luis M. Perazzo

1893-José María Casullo

1894-Pedro Martínez

1899-Luis Doyhenard

1899-Eusebio Giménez

1900-Cornelio Romero

1900-Carlos Herrero

1900-Agustín Carlos Ibarra

1900-César Cardozo

1901-Roberto Prack

1902-Roberto Prack

1903-Roberto Prack

1904-Agustín Roca

1904-Gabriel Reboredo

1905-Gabriel Reboredo

1906-Gabriel Reboredo

1907-Gabriel Reboredo

1908-Avelino Sánchez Viamonte

1909-Ricardo Panthou

1910-Francisco Leyría

1911-Avelino Sánchez Viamonte

1911-Martín Carrere

1912-Máximo Portela

1913-Arturo Pillado Matheu

1913-Ernesto F. Grant

1914-Ernesto F. Grant

1915-Ernesto F. Grant

1916-Ernesto F. Grant

1917-Ernesto F. Grant

1917-Pedro Picarel

1918-Pedro Picarel

1918-Carlos Azzarri

1918-Lorenzo Balleto

1918-Sebastián Acosta

1919-Victor M. Rodríguez

1920-Victor M- Rodríguez

1921-Pedro Mustoni

1922-Julio Ballina Benítez

1922-Alejandro Suárez

1922-Rodolfo Doblas

1923-Juan Zuetta

1924-Juan Zuetta

1925-José Emiliano Trueba

1925-Delio Demaría Maseey

1926-Pedro Mustoni

1927-Pedro Mustoni

1928-Eduardo Bonora

1929-Eduardo Bonora

1930-Eduardo Bonora

1930-Pedro L. Ganduglia

1931-Pedro L. Ganduglia

1931-Manuel Fresco

1931-Rafael Amato

1931-Rafael Amato

1932-Carlos Ratti

1932-Juan Róvere

1933-Miguel Tagliafico

1934-Rafael Amato

1935-Rafael Amato

1936-Rafael Amato

1937-Rafael Amato

1938-Rafael Amato

1939-Rafael Amato

1940-Rafael Amato

1940-Eduardo Sagasta

1941-Eduardo Sagasta

1941-Juan María Perissé

1941-Oddo Martelli

1942-Oddo Martelli

1943-Octavio Rosso

1943-Abelardo Rodríguez Richieri

1943-Américo Pisani

 

Fuente

Municipio de Morón, Pcia. de Buenos Aires

 

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