La Masonería aniquiladora de Hispanoamérica

No es mera casualidad que la etapa moderna de la Masonería se haya iniciado en Inglaterra en 1717, tras un largo proceso de judaización, luego de la eliminación del catolicismo del gobierno y en consonancia con el traslado de la banca marrana de Amsterdam a Londres, que convirtieron a ésta en el centro financiero del planeta. Desde entonces la Masonería desarrolló un extraordinario poder en la política mundial, y la famosa Logia Madre inglesa ha sido uno de sus principales instrumentos. El Rey y los miembros de la Casa Real han ocupado tradicionalmente las jerarquías de la Orden, a la que han pertenecido y pertenecen los miembros del gabinete. (1)

Pues bien, una copiosa documentación existente prueba de modo indubitable el carácter judío de la Masonería. Posee ritos judíos, simbología judía, concepciones judías, exalta el judaísmo, al pueblo judío y a sus patriarcas, ha sido fundada por judíos, controlada por judíos, propagada por judíos y su finalidad es la del judaísmo: el gobierno universal. Por tanto, no puede sino concluirse que, aunque nominalmente gentil, se trata de una institución judía, tal como la definió con razón el afamado rabino y masón Isaac Mayer Wise: “La Masonería es una institución judía, cuya historia, grados, cargos, contraseñas y explicaciones son judías desde el principio hasta el fin, con la excepción de sólo un grado secundario y algunas palabras en el juramento”. (2) Wise no es un judío cualquiera, no sólo ha sido el mayor representante de la corriente reformista de los Estados Unidos, y “el más prominente judío de su tiempo” (3), sino “el Padre del judaísmo estadounidense”, “el Moisés de América” (4).

La absoluta duplicidad y falta de escrúpulos de Inglaterra, la bien llamada Pérfida Albión, se pusieron de manifiesto cuando aliada a España contra Napoleón, conspiraba para apoderarse de las posesiones ultramarinas de esta última, sobre todo a través de gobiernos títeres. No sólo, como se cree generalmente, por intereses comerciales sino también por odio profundo contra el Imperio Católico de España, enemigo de conversos, protestantes y masones. Las crónicas de todos los ataques, saqueos e invasiones de los ingleses en los dominios del mismo, registran siempre las furiosas profanaciones y sacrilegios de los lugares sagrados y símbolos de la Fe Católica.

Los dirigentes secesionistas más destacados eran conversos y sabían bien que Inglaterra estaba judaizada, y que los de su progenie tenían marcada influencia en la Corona, particularmente los banqueros. Por eso recurrieron a ella.

El respaldo apenas disimulado del gobierno inglés a los sediciosos es lo que les permitió lograr sus objetivos. Webster destaca el papel de los soldados de Inglaterra y observa que “ningún otro país suministró igual número de hombres a las fuerzas combatientes de los insurgentes” (5). Y agrega que “de igual importancia fue el suministro de provisiones y dinero a los insurgentes”. Como es sabido oficiales y soldados ingleses participaron en los ejércitos de San Martín y Bolívar, y en los de otras regiones. Acerca de su actuación en las fuerzas de ese último, autores como Vicente Lecuna, Eric Lambert, Luis Cuervo Márquez, Guillermo Plazas Olarte y otros, “concluyeron que la Independencia no habría sido posible sin el profesionalismo y la experiencia de los extranjeros” (6). El año 1926 el Congreso Panamericano agradeció tal ayuda en los siguientes términos:

El Congreso de Bolívar, conmemorativo del Congreso de 1826, Considerando:
Que Gran Bretaña prestó a la libertad de América no sólo el apoyo de la diplomacia, representada por Canning, sino también un inapreciable contingente de sangre, pudiendo afirmarse que no hubo campo de batalla de la independencia en el que no se derramara sangre británica.

Que esa colaboración heroica se ilustra con el denuedo decisivo de la Legión Británica en la batalla de Carabobo; con la lealtad admirable de dos edecanes ingleses de Bolívar, cuyo modelo fue Ferguson, muerto, en defensa del Libertador, en el puesto del deber; por las hazañas de McGregor, Rook, Brown, Guise y cien más; por la intrepidez temeraria de Cochrane y la constancia combativa de William Miller en el Perú; (…)

Resuelve : Que el Congreso de Bolívar, conmemorativo del Congreso de 1826, tributa un homenaje de gratitud a los héroes británicos que dieron su vida o pelearon sin otra compensación que su amor a la libertad y de la gloria a favor de la independencia de América”. (7)

En síntesis, de haber carecido de los datos probatorios del carácter converso de los que encabezaron el separatismo, mediante un simple razonamiento habríamos arribado a idéntica conclusión: si los cabecillas separatistas hubieran sido españoles cristianos viejos, no habrían traicionado a la Patria invadida ni a su Rey prisionero, u aún admitiendo que, de improviso, se convirtieron en republicanos, jamás podrían haber renegado de España ni le hubieran profesado odio tan profundo igual que a sus compatriotas. La única explicación lógica de esta hispanofobia es que eran conversos.

La sedición no sólo se limitó a la separación de la Península, sino que instauró el sistema republicano, esto es, la democracia enemiga del pueblo. Por eso, después de la secesión hispanoamericana no sobrevino la Edad de Oro sino la anarquía más espantosa que ha durado hasta nuestros días, con su secuela de despotismo, guerras civiles, explotación de los pueblos, despojo de sus tierras a los indígenas, debilitamiento y desnaturalización de la Fe Católica, aculturación, decadencia en todos los órdenes, etc., así como la dependencia del colonialismo judaico de Inglaterra primero y de los Estados Unidos después. El contraste más absoluto con el admirable y tricentenario Imperio Español. Los pretensos libertadores fueron, en realidad, los esclavizadores de estos pueblos.

La unidad de la gigantesca Hispanoamérica católica fue aniquilada y, en cambio, las colonias de Nueva Inglaterra tras la separación de la metrópolis no sólo se mantuvieron unidas sino que se expandieron, fundamentalmente a través del despojo de los territorios hispánicos, y hoy los Estados Unidos, judaizados, masónicos y protestantes, son la primera potencia mundial.

Referencias

(1)Roth, Cecil – Historia de los marranos – Ed. Israel, Buenos Aires (1946).
(2)Oppenheim, Samuel – The Jews in Masonry in the United States before 1810 – Ed. The Israelite, Cincinnati, USA, (1910).
(3)Encyclopaedia Judaica, vol. 13, 542
(4)Wise (1819-1900), célebre rabino nacido en Bohemia, fue uno de los grandes creadores y organizadores de la judería estadounidense. Creó la Union of American Hebrew Congregation (1873), hoy denominada Union for Reform Judaism y la Central Conference de American Rabbis (1889), las que presidió hasta su muerte. También ha sido el presidente del Hebrew Union College, que organizó en 1875, en el cual ordenó más de 60 rabinos. En 1854 fundó The Israelite, el periódico más antiguo de la judería estadounidense, que desde 1874 se denominó The American Israelite. Es autor de numerosa bibliografía sobre temática judía, etc. El rabino masón Wise fue promovido a Venerable Maestre en 1856. Asimismo, fue presidente del segundo distrito de la B’nai B’rith, Nueva York. La todopoderosa Orden paramasónica judía B’nai B’rith, junto con el Congreso Judío Mundial y la Organización Sionista Mundial, constituyen las “tres instancias centrales” de la Conferencia Mundial de Organizaciones Judías (World Conference of Jewish Organizations).
(5)Charles Kinsley Webster – Gran Bretaña y la Independencia de América Latina, 1812-1830 – Ed. Kraft, Buenos Aires (1944).
(6)Rodrigo de J. García Estrada – La participación extranjera en la independencia de la Nueva Granada, 1810-1830 – Historia Caribe, Vol.16, p. 177, Barranquilla, Colombia (2010)
(7)Webster, op. cit, pp 115-116.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar
Rivanera Carlés, Federico – La historia ocultada – Los conversos y la independencia de Hispanoamérica – Centro de Estudios Históricos Cardenal Juan Martínez Silíceo, Buenos Aires (2019).

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