Argentina en la Exposición de Sevilla de 1929

Palacio Argentino, actual Escuela de Danza (Arq. Martín S. Noel)

Desde que en 1909, Luis Rodríguez Caso hiciera pública su idea de celebrar en Sevilla una Exposición Internacional Hispano-Ultramarina, una Exposición Internacional España en Sevilla o una Exposición Internacional Hispano-Americana, hasta la fecha de su materialización transcurrieron veinte años, tiempo más que suficiente para perfilar sus contenidos temáticos (agricultura, industria, comercio y cultura), constituir los órganos directivos que gestionaron la exposición y determinar qué países o regiones participarían en el evento…

Lo más destacable de aquella manifestación hay que buscarlo en el urbanismo, Sevilla en aquellos momentos se encontraba muy atrasada en comparación con el resto de ciudades y países que participarían en la exposición, los problemas más acuciantes eran los relativos al ensanche de la ciudad, el alcantarillado, la pavimentación, agua, luz, viviendas y hoteles.

Inaugurada el 9 de mayo de 1929 la Exposición Iberoamericana permaneció hasta el 21 de junio de 1930 y, sin lugar a dudas ha sido uno de los hechos más importantes de principios del siglo XX para la ciudad de Sevilla.

Los participantes más destacados de la Exposición fueron: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Estados Unidos, Marruecos, México, Perú, Portugal, Uruguay, las regiones españolas y las provincias andaluzas, incluida Huelva que al principio no estaba de acuerdo con que fuera Sevilla la sede de la cita.

Afiche de la Exposición

El recinto previsto por la organización abarcaba el Parque de María Luisa, donado en 1893 por la infanta María Luisa de Borbón y que fue reformado por el ingeniero francés Jean-Claude Nicolas Forestier, conservador del bosque de Boulogne en París, que le dio un toque romántico, inspirado en los jardines del Generalife, La Alhambra y los Reales Alcázares de Sevilla.

Palacio de la Argentina

En los linderos de una gran glorieta que cortaba la trayectoria de la hermosa avenida central de la Exposición Iberoamericana, se levantaba, al par que severo, alegre, el magnífico Palacio de la Argentina. Orgullosos de su alabada obra estaban el ilustre arquitecto que la proyectara, señor Martín S. Noel, y el señor Moscatelli, que estuviera a su frente, mientras la edificación, tanto por el lujo y la belleza de su traza, como por haber sido el primer pabellón levantado y ofrecido al gran certamen. Sevilla quedó a la Argentina muy agradecida igual por una como por otra circunstancia, y así se lo expresaba con su admiración y su reconocimiento.

En la monumental fachada del Palacio se abría la portada principal con peregrino exorno del barroco colonial, destacando el color melado de los adornos en la nítida blancura de las paredes, como un bordado de oro viejo sobre la seda impoluta, y preciosos ventanales, cuyos trenzados de hierro semejaban encajes y filigranas.

En la parte de la izquierda se hallaba la puerta que daba entrada a un pasadizo conductor al maravilloso teatro, una de las piezas más bellas y adorables del edificio. Todas las galerías eran de fina madera primorosamente tallada, así como el artesonado de una suntuosidad imponderable. Al inmenso vestíbulo de entrada, cuyo pavimento y alicatado de las paredes eran de mármoles en blanco y negro, seguía el primoroso patio central con hermosas galerías en su parte alta y balcones del más puro estilo colonial. En el centro había un aljibe con brocal de azulejos en blanco y azul, que daba una graciosa nota de color, suave y delicada, al apacible recinto. A la derecha y en la planta baja se admiraba un lindo salón para exposición de industrias, cuyas paredes estaban decoradas con magníficos azulejos y con pinturas al fresco ejecutadas por el insigne pintor Gustavo Bacarisas. Más que un salón para exponer parecía esta dependencia una suntuosa capilla para culto al Arte y a la Belleza.

Entrada al patio de honor

En la parte alta existían otros espaciosos salones, decorados, como las galerías, con alicatados de azulejos representando las más bellas escenas populares de la Argentina. El pavimento de todas era de ladrillo con olambrillas de azulejos de dibujos estilizados y al estilo indígena. Los dibujos de toda la azulejería, así como de todo el herraje –cancelas y ventanas- fueron de la invención fértil del señor Martín S. Noel. Dominaban el conjunto del edificio, por esta parte del lado derecho, una grandiosa cúpula revestida por de afuera con azulejos brillantes, y un alto y gallardo mirador, desde donde se veía todo el famoso parque de María Luisa, con sus renombradas plazas de España y de América; el río Guadalquivir, con sus magníficos puentes; la Corta de Tablada y los blancos pueblos que se adelantaban a mirarse en su corriente, San Juan de Aznalfarache, Gelves y Coria del Río; las torres del Oro y la Giralda; la plaza de toros que inmortalizara Carmen, y el típico barrio de Triana con su iglesia de Santa Ana, que mandó levantar Alfonso X, el Sabio, y su ex convento de los Remedios, desde cuya vera salieron las naves de Magallanes y Elcano a dar por primera vez la vuelta al mundo.

Panorama singular, donde a la belleza de la tierra se sumaban las esplendideces de las claridades del cielo inundadas del brillo del sol.

Por último se levantaba por el lado izquierdo del edificio una gran torre, en cuyo interior estaban establecidos los servicios de restaurante, producción de fluido eléctrico, calefacción, etc.

Todo se encontraba allí previsto y realizado con sapiencia y arte.

El palacio de la gran república la representaba dignamente. España aguardaba la hora de conocer en aquellos salones el poderío económico de su hija predilecta. Alabanzas para ese opulento país de la Argentina, que había sabido inspirar y costear tan ostentoso palacio, y elogios y aplausos, los más entusiásticos y sinceros, a los artífices que de tan singular manera han sabido dar forma y realidad al magno proyecto ideado.

Concluida la muestra, a diferencia de lo ocurrido con las Exposición del Centenario en Buenos Aires, en Sevilla se conservaron y refuncionalizaron la casi totalidad de los edificios. El Palacio de la Argentina desde 1949 fue sede del instituto de educación secundaria Murillo. En 1991 este instituto se trasladó a la calle Ramón y Cajal. Desde 1993 pasó a ser la sede de la Escuela de Danza de Sevilla. También se le cedió a esta escuela el uso del pabellón de Guatemala. En el siglo XXI pasó a llamarse Conservatorio Profesional de Danza Antonio Ruiz Soler, por el artista sevillano de ese nombre.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Turone, Oscar A. – El Palacio de la Argentina en la Exposición de Sevilla de 1929, (2021)

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