Manuel Fresco y el auge de las obras públicas

Dr. Manuel A. Fresco (1888-1971)

Hasta ahora –confesémoslo sin reticencias- casi todos los gobiernos bonaerenses, sin distinción de filiaciones políticas, afrontaron los problemas de la obra pública sin sujeción a ningún plan constructivo de conjunto que propendiera armoniosamente al progreso sistematizado y gradual de centenares de poblaciones diseminadas en el extendido territorio del primer estado argentino. En todos los casos, la obra pública fue consagrada sino en forma fragmentaria, por lo menos parcial. Y es de rigor conocer que obedeció la mayoría de las veces, a la influencia partidaria puesta por políticos, hombres de “vara alta” y caudillos regionales al servicio de sus respectivos vecindarios. De esta jaez, y a medida que tomaba proporciones el desenvolvimiento progresivo de la Provincia, se desperdigaron las obras más urgentemente reclamadas por la densidad de población, siendo de notar que los centros más favorecidos por la acción oficial fueron siempre aquellos donde sus dirigentes políticos contaron con mayores prerrogativas en la sede central del gobierno.

La gestión del Dr. Manuel Fresco tendió a poner en juego un plan integral que contempló con ecuanimidad el mapa general de la Provincia, favoreciendo paralelamente desde las ciudades más populosas hasta los núcleos de población más humildes; desde la extendida costa atlántica hasta los más remotos confines de la campaña, desde el meridiano quinto (1) marca el límite geográfico con el territorio pampeano.

La realización de este admirable plan, arbitrado por leyes recursivas que respaldaban juiciosamente su financiación, estaba fundamentado en minuciosos estudios que contemplaban no solamente las necesidades de cada región, sino el panorama de conjunto de toda la Provincia, sobresaliendo en primer término, la admirable red caminera destinada a poner en contacto todos los centros de población, a dar nuevos impulsos a las industrias agropecuarias fomentando la colonización, nucleando los centros rurales y abaratando los transportes.

Entre las obras públicas realizadas correspondientes al plan integral trazado por el gobierno de Fresco se pueden mencionar: numerosas construcciones hospitalarias, sanitarias e hidráulicas; creación de viveros y chacras de experimentación agrícola; creación de escuelas, asilos, orfelinatos y colonias de vacaciones; diversos parques urbanos y rurales; hermoseamiento y estilización de parques y paseos; conservación y restauración de balnearios marítimos y ciudades; edificios para administraciones generales; construcciones burocráticas con destino a ramas y subramas administrativas en toda la Provincia; obras ferroviarias y ampliación y mejoramiento de comunicaciones fluviales; edificación y mejora de establecimientos penales; construcción de estadios; construcción de nuevos balnearios y paseos; instalación de aeródromos; fomento de plantaciones; creación de barrios parques para obreros; fijación de médanos; explotación de lagunas fiscales; construcción de mercados de abasto; avenidas y caminos de acceso a la ciudad de Buenos Aires, etc. etc.

El ejecutor directo de tan admirable plan, inteligente y enérgicamente concebido por el entonces gobierno de la Provincia fue el secretario en la cartera de Obras Públicas, ingeniero agrónomo José María Bustillo.

El perfeccionamiento de la vialidad provincial, como asimismo una buena parte de las obras públicas –sobre todo las relacionadas hermoseamiento y el “confort” de determinadas ciudades, y la creación de atractivos urbanos a tono con los recursos de la naturaleza- lo justifica el ingeniero Bustillo como factores propicios para la intensificación del turismo tomado bajo su aspecto eminentemente practicista. Decía por entonces el ministro de Obras Públicas que recién en los últimos años se había prestado atención al turismo argentino. “En otros países –decía- se encauza, se disciplina, se organiza y llega a constituir una verdadera fuente de riqueza. Entre nosotros no hemos obtenido todo el provecho que la naturaleza nos ofrece, ni hemos proporcionado a las poblaciones la oportunidad de practicarlo con facilidad. Más todavía, los argentinos constituyen un elemento que cuentan con el turismo de otros países, y muchos que viajan en el extranjero no conocen regiones argentinas que son, tal vez tanto o más interesantes. No es necesario pensar en retener una corriente, porque la tendencia a conocer otros países es natural en el hombre; pero si debemos valorar bellezas naturales propias, para atraer a nuestra vez al extranjero turista y para iniciar a las personas, algo rutinarias todavía, a trasladarse dentro de las fronteras argentinas, a donde pueden admirar la belleza, renovar sus fuerzas y descansar de sus tareas habituales. El turismo –agrega- requiere facilidad de acceso, comodidades y otros atractivos. En los primeros tiempos es indispensable que el Estado haga las inversiones de capitales necesarios, porque el capital privado no se aventura sino donde las posibilidades de éxito son casi absolutas”.

Después de las manifestaciones del ingeniero Bustillo el gobierno de la Provincia desarrolló obras en la extendida costa marítima, concentrando su interés no solamente en Mar del Plata, sino en Miramar y Necochea. Al mismo tiempo se dio impulsos a balnearios más modestos, como el de Claromecó, en el partido de Tres Arroyos, y el de Coronel Dorrego, en la desembocadura del Sauce Grande.

“Al sur del Río Salado –continúa Bustillo- existen playas hermosísimas, de naturaleza agreste, playas que por su relativa proximidad a Buenos Aires podrán ser frecuentadas cuando se venzan las dificultades que ofrece su acceso por las personas que no pueden disponer de mucho tiempo, ni hacer mayores desembolsos en los transportes. Entre ellas estamos haciendo interesantes experimentos para la fijación de médanos con plantaciones adecuadas, utilizando vegetales propicios a la región cuyas semillas se multiplican en los establecimientos dunícolas creados con ese objeto. Perseverando en esta orientación se podrá algún día lograr sobre la costa plantaciones importantes de pinos, en que no sólo se empleen como sitio de recreo, sino que se utilicen con fines industriales.

Durante esta gestión se crearon balnearios populares en el Río de la Plata, reservas para clubes deportivos y se embelleció la costa.

En cuanto a las obras relacionadas con la sanidad pública, ya de carácter hospitalario, ya de perfeccionamiento en la higiene, mencionamos la construcción de doce pabellones para tuberculosos que se anexaron a los hospitales de : Junín, Pehuajó, Bragado, Lincoln, Miramar, Lobería, Necochea, Saladillo, Laprida, Puán, Coronel Vidal y General Belgrano. Aparte de estos pabellones se construyó un cuerpo de edificio para infecciosos en el hospital Santamarina de Tandil, en La Plata el pabellón de infecto-contagiosos en el Hospital de Niños, el pabellón de cirugía anexo al Policlínico y el pabellón para leprosos anexo al Hospital San Juan de Dios.

Por ley promulgada en octubre de 1936 se autorizó al Poder Ejecutivo para estudiar, crear y organizar una infraestructura aeronáutica y los servicios de transportes aéreos en la Provincia. Se crearon veintiún aeródromos con sus correspondientes construcciones e instalaciones y los elementos complementarios de rigor. Dichos aeródromos fueron instalados en Carmen de Patagones, Tres Arroyos, Necochea, Mar del Plata, General Lavalle, Dolores, Mercedes, San Nicolás, Pergamino, Junín, General Villegas, Trenque Lauquen, Carhué, Pigüe, Coronel Suárez, Coronel Pringles, Tandil, Azul, Las Flores, Saladillo y Bolívar, siendo el aeropuerto, o sea el punto de convergencia y centro de esta red de servicios aéreos la ciudad de La Plata.

Una de las obras de urbanización de más noble significado –ya que se aduna con un acrisolado sentimiento cristiano- es la relacionada con la disciplina arquitectónica y embellecimiento de los solares adyacentes a la basílica de Nuestra Señora de Luján. Se agregó al grandioso monumento la amplitud del espacio y la línea estilizada de una gran avenida, para que pudieran turistas y peregrinos apreciar en toda su magnífica expresión la majestad de este gran templo. El gobierno de la Provincia consagró esa nota de belleza abriendo el panorama de este noble espécimen de arte gótico, con la amplitud de una estupenda avenida bordeada de edificación a estilo de las clásicas recovas. Esta avenida se extendió hasta el vértice de enlace con la ruta nacional 7.

En predios suburbanos de San Antonio de Areco se construyó el Parque Criollo Ricardo Güiraldes, precisamente sobre los campos donde el paisano Don Segundo Sombra centralizó los más notables episodios de su vida rural. Parques análogos se crearon en Dolores y Chascomús.

Al trazar estas someras referencias sobre las obras públicas realizadas en la provincia de Buenos Aires, no podemos pasar por alto la acción gubernamental tendiente a consagrar especial dedicación a todas las obras relacionadas con la infancia, ora bajo su aspecto cultural, ora de acuerdo a las necesidades de la niñez desvalida o enferma. Al Dr. Manuel Fresco se debe la sanción de la ley de protección a la infancia y la creación de la dirección respectiva. Fue bien notoria su actuación, inteligente y decidida, por orfelinatos y asilos; su tendencia a perfeccionar y ampliar los hospitales de niños, y la ayuda y estímulo que prestó a las colonias de vacaciones; a las agrupaciones de “boy scouts” y a todas aquellas entidades infantiles, patrióticamente, en el campo de los deportes o en el terreno puramente educacional.

Para llevar a cabo muchas de las emblemáticas obras propulsadas por el Dr. Manuel Fresco, fue convocado el Ing. Arq. siciliano Francesco Salamone (“El Arquitecto de las Pampas”) que vivió y trabajó en Argentina y construyó más de 60 edificios en 25 municipios de la provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1940. Azul, Rauch, Laprida, Gonzales Chaves, Balcarce, Coronel Pringles, Tornquist, Guaminí, Saavedra, Saldungaray, Tapalqué y Adolfo Alsina son algunas de las ciudades que recibieron estos totems arquitectónicos impresionantes, caracterizados por usos originales del espacio, torres altas, líneas rectas y simetría. Sus obras fueron cementerios, mataderos y palacios municipales que encarnan el modernismo en diferentes ciudades y pueblos bonaerenses.

Toda esta gran labor, tuvo un significado demográfico y social de verdadera trascendencia, contó para su perfeccionamiento gradual e inmediato con un factor de primer orden: el fomento de las carreteras de larga extensión, interpartidoales, de acceso a las playas marítimas y de cultura y propulsión turística. Al respecto dijo Fresco: “Para que un plan de vialidad estructurado sobre bases científicas, sea verdaderamente eficaz, no sólo debe ajustarse a la necesidad comercial de un país, sino que debe propender a la intensificación del turismo, que constituye también un factor esencial de su progreso”.

Referencia

(1) El Meridiano Quinto se refiere en Argentina a la línea de longitud que corresponde al Meridiano 63º 23′ O, que marca el límite político entre la provincia de Buenos Aires, con las de La Pampa, Córdoba y Río Negro.

Fuente
Caras y Caretas – Febrero de 1938
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Longoni, René y Molteni, Juan C., Francisco Salamone. Sus obras municipales y la identidad bonaerense, Ed. Archivo Histórico de la Prov. de Bs. As., La Plata, 2004.
Portal www.revisionistas.com.ar
Torres Cano Manuel, Viñuales Graciela y Zuppa Graciela. Francisco Salamone en la Provincia de Buenos Aires.

Artículos relacionados

Francesco Salamone
José María Bustillo

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar