Nació en Brighton, Inglaterra, el 6 de Setiembre de 1858. Hijo de Henry Brown, acróbata y payaso (1), y Sarah Woods; a los once años se unió a la andariega vida de sus padres, y se vinculó al Holborn Amphitheatre, de Londres para hacer su aprendizaje, sin paga. Luego prosiguió con el Circo de Henry Manley, con el cual recorrió Escocia como ayudante, igualmente sin recibir remuneración alguna.
Según el propio Brown hizo su primer contrato con el cuáquero inglés Cooke y luego con Deckrril, ambos testigos de su nacimiento. Contratado por Ciniselli, a los 19 años, ya era un acróbata y clown de excepcionales habilidades, que se presentó bajo las luces del circo de Moscú, como acróbata y poco después en México se estrenó como payaso. Luego recorrió Finlandia, Suecia y Noruega, conquistando aplausos y prestigio.
Con los hermanos Carlo, a quienes conoció en Nueva York, se unió en Cuba, hizo una excursión por Venezuela, las islas inglesas de la Trinidad, las Guayanas, Brasil y Montevideo. Llegó a Buenos Aires, acompañando el circo de los citados hermanos Carlo, en 1884, presentándose en el Politeama, donde desempeñó las dobles funciones de acróbata y clown.
En 1884, se encuentran en la misma pista de Buenos Aires el clown criollo José Podestá (Pepino 88) y el clown inglés Frank Brown, dos famosos payasos nacidos en 1858, uno en Montevideo, Uruguay, y otro en Brighton, Inglaterra. Y allí se estrena la pantomima Juan Moreira, con José Podestá en el protagonista dramático, quien escribe una versión en drama gauchesco, estrenada en 1886. La diferencia entre Frank Brown y Pepino el 88, radicó fundamentalmente en que éste último incluyó múltiples elementos y temas de la cultura rioplatense en sus shows, convirtiéndolo en un payaso con un estilo particular. Sin embargo, el inmediato vínculo que Frank lograba con los niños equiparaba la balanza al momento de las comparaciones; fue uno de los más célebres clowns de tradición inglesa, heredero del bufón shakespeareano.
Sus proezas acrobáticas y sus actos ecuestres asombraban a público. Uno de sus números más aplaudidos era “El salto de las bayonetas”, en el que unos soldados disparaban al unísono en dirección a sus pies, debiendo el payaso saltar a tiempo para esquivar los balazos.
Domingo F. Sarmiento comenta en El Censor una función de Frank Brown que presencia el 23 de julio de 1886: “El talento de Frank Brown es de maravillosa extensión: es un clown enciclopédico, es saltarín, juglar, equilibrista, bailarín de cuerda. Es un Hércules con pies de mujer y manos de niño”.
Asimismo, Joaquín V. González manifiesta: “No dejaré de afirmar que el payaso artista cual Frank Brown es para los niños, viejos y adultos de los dos sexos y de todas las razas, una de las cosas más amables inventadas por el ingenio del hombre”.
Fue un artista con estampa de caballero y hombre de profunda cultura, Brown tenía entre sus seguidores a Rubén Darío, Roberto J. Payró y al presidentes Carlos Pellegrini.
El 4 de junio de 1887, inauguró con la compañía de los hermanos Giglione el Teatro San Martín. Dos años más tarde, lo dirigió con compañía propia, con deseos de dejar su carrera para convertirse en empresario.
En 1892, viajando en un barco de carga rumbo a Africa, India y China, ve morir todos los animales de su circo en la bodega inundada durante una tempestad. Pierde todo y vuelve a empezar en Argentina.
En 1893, con la revolución radical, Frank Brown está cerca de los rebeldes y actúa para ellos. Más tarde hace lo mismo con los seguidores de Hipólito Yrigoyen en 1905.
Realizó una nueva gira por América, figurando en su elenco Rosita de la Plata (2), a la que se unió. El 6 de agosto de 1905, inauguró el Teatro Coliseo Argentino en Marcelo T. de Alvear 1125, construido especialmente para él por empresarios locales, con capacidad para 2.560 personas donde con su gran compañía ecuestre presentó los mejores números circenses de Europa. Luego de una exitosa temporada partió en gira para el Pacífico.
El intendente Manuel J. Güirales, presidente de la Comisión de Festejos del Centenario, en 1910, hizo levantar un circo gigante en el Jardín Florida, en Florida y Córdoba, donde Frank Brown, haría funciones gratuitas para niños pobres de las escuelas primarias y tripulantes de naves de guerra nacionales y extranjeras surtas en el puerto de Buenos Aires. El diario “La Prensa”, criticó la iniciativa porque se trataba de la instalación de una gran carpa que constituía un adefesio para ser colocada en ese lugar. Alentado por esa propaganda desfavorable los “niños bien” de Buenos Aires vestidos con frac y smoking se dieron el lujo de quemar la carpa el 5 de mayo provocando un incendio con latas de nafta al grito de ¡Viva la Patria! Después se hizo un desfile llevando restos del incendio por la calle Florida. (3)
Los principales diarios de la ciudad apenas criticaron el suceso. El diario La Prensa titula la noticia: “Caso de Justicia popular. Incendio de la carpa de Frank Brown”. Dice que se atribuye esa obra “a la juventud universitaria, indignada por la construcción, impropia en el corazón de la zona aristocrática de una gran capital”.
Frank Brown perdió muchos de sus animales y sufrió un gran daño económico, por lo que decidió irse de la ciudad y realizar largas giras por el interior del país. Retornó muchos años después.
En 1917, participó en la película “Flor de Durazno” junto a Carlos Gardel, y el 5 de mayo de ese mismo año inauguró con su compañía del Hippdrome Circo, en Carlos Pellegrini y Corrientes, una instalación lujosa de bóveda vidriada. Allí hacía sus apariciones en medio de la alegría de los chicos y grandes caracterizado por su gracia más verbal y mímica donde entraba a la pista en un caballo enano al que le quitaba la silla al sentarse cayéndose entre la carcajada del público, dejando al animal dar una voltereta. En los intervalos reaparecía con su canasta cargada de golosinas que arrojaba a los niños con amplios movimientos de brazos, y continuaba cautivando al público. En ese local trabajó durante siete años, reuniendo en su compañía los mejores artistas nacionales y extranjeros. Poco tiempo después el Hippodrome es demolido para dar lugar a las dos diagonales en cuyo centro se construyó el Obelisco.
Contaba con la dirección artística de Rosita de la Plata –su compañera y mano derecha- quien además figuraba en el programa como “la célebre amazona argentina” que presentaba su soberbio caballo moro muy bien adiestrado. En el extenso elenco artístico figuraban varias familias relacionadas con el circo criollo, Frank Brown renovaba continuamente el programa anunciando nuevos números para atraer al público.
Sintiendo las consecuencias de un accidente ocurrido en Montevideo, se retiró de la pista a los 76 años, después de 40 de actuación en el país. Había perdido a su mujer en 1940. Vivió sus últimos años refugiado en su modesta casita de Colegiales (4), donde falleció el 24 de abril de 1943. Fue sepultado en el Cementerio Británico de la Chacarita. Una calle del Bajo Flores lleva su nombre.
El diario “La Nación”, a raíz de su fallecimiento expresó: “Fuera con el triple salto mortal, fuera con la pantomima acuática, nadie se cansaba de estar frente a Frank Brown, nadie resistía su influjo que era un hechizo de gracia. Llegó hasta la parodia de “Hamlet”, y acaso muchos ignoran que este intérprete cultor de un arte aparentemente trivial aunque él lo elevó sobre la potencia de sus hombros y en la frescura de su cerebro, era un hombre de alta cultura clásica inglesa que recitaba a Shakespeare con un temblor melancólico, como si lo velara la vaga tristeza de no haber sido un gran trágico”.
Rubén Darío le escribe un poema que dice así:
“Frank Brown, como los Hanlon Lee
sabe lo trágico de un paso
de payaso y es para mí
un buen jinete de Pegaso.
Salta del circo al cielo raso,
Banville lo hubiera amado así:
Frank Brown como los Hanlon Lee
sabe lo trágico de un paso…”
Referencias
(1) Poseía un circo propio donde hacía el género de “Shakespear jester” (bufón shakespeariano). Su padre también había sido payaso.
(2) Su verdadero nombre fue Rosalía Robba (1869-1940), pero era más conocida por el apelativo de Rosita de la Plata; había nacido en Tapalqué, provincia de Buenos Aires. Tenía seis años cuando entró al mundo del circo vendiendo flores en el Arena, de Corrientes y Paraná. Un día inesperado, un empresario le vio condiciones artísticas y le ofreció ir a trabajar al Covent Garden de Londres. Le da 1.000 pesos a su padre y el contrato indicaba que ella no tendría sueldo alguno pero, a cambio, recibiría entrenamiento gratuito en las artes ecuestres. Rosita aceptó. Así fue que a la edad de ocho años recorrió el mundo por espacio de una década. Al regresar a Buenos Aires se había convertido en una ecuyère reconocida internacionalmente, famosa por las piruetas que realizaba sobre su caballo, aportando a su destreza, mucha simpatía y una figura atractiva. Frank le confesó la ferviente pasión que sentía, sin embargo, en 1899 ella se casó con Antonio Podestá. De esa manera Rosalía creyó que iba a transitar una vida absolutamente tranquila y feliz junto a su esposo. Sin embargo, tras algunos años de convivencia descubrió que aquél inglés le había robado el corazón y decidió separarse de su esposo para entregarse plenamente a quien verdaderamente la había conquistado.
(3) El solar donde se hallaba ubicada la carpa hoy está ocupado por las instalaciones del Centro Naval.
(4) Estaba situada en la calle Enrique Martínez 825, y fue demolida en 1950; ahora en ese solar existe un edificio de dos pisos con diez departamentos.
Fuente
Eduardo, Agüero Mielhuerry y Tuinstra, Emiliano – Frank Brown, señor payaso, El Tiempo, Azul, octubre (2015).
Cutolo, Vicente Osvaldo – Novísimo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (2004).
Darío, Rubén – La vida de Rubén Darío escrita por él mismo – Biblioteca Ayacucho, Caracas (1991).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Seibel, Beatríz – Historia del Circo, Ediciones del Sol, Buenos Aires (1993)
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