Carlos Nöel

Confitería “El Sol”, en la esquina de las calles Defensa y Europa (actualmente Carlos Calvo), propiedad de Carlos Nöel (1804-1865).

Nació en Guetaría, provincias vascongadas, en 1804. Era hijo de Carlos Nöel, de ascendencia bretona, nacido en París, y de Dominica de Echave, de una localidad aledaña a San Sebastián.

Enrolado en las filas “carlistas” actuó en la guerra civil española. En 1838 era coronel de los “chapelzuris”. El triunfo de las huestes adversarias le obligó a emigrar. Antes de adoptar esta decisión había estado en La Habana. A su regreso se halló con que había fallecido en 1840, su esposa Micaela Lecuona y Orrezola con quien había contraído matrimonio en 1838. Fruto de ese matrimonio fueron dos hijos: Emilia y Benito.

En 1841, se casó con Victoria Iraola (1), y ese mismo año, en febrero, se embarcó rumbo al Río de la Plata. Después de una breve permanencia en Montevideo, sitiada por el ejército de Manuel Oribe, pudo llegar a Buenos Aires mediante la intervención de los frailes dominicos que le hicieron proveer de un salvoconducto.

Hacia 1842, se afincó en el barrio de Alto de San Pedro (2) y se dedicó primeramente a las labores rurales, en las proximidades de la ciudad. En 1847, resolvió establecerse en una fábrica de confites, que llamó “El Sol”, en la esquina de las calles Defensa y Europa (actualmente Carlos Calvo). Allí comenzó a venderles confituras a los porteños y tiempo después empezaron a producir dulces de frutas. Por entonces tenía poca competencia, tan solo la Confitería de los Suizos, que fue el primer comercio que vendió helados en la ciudad, situado en la calle Piedad (hoy Bartolomé Mitre), entre Florida y San Martín, y una chocolatería situada en la calle Esmeralda.

Esta fábrica giró desde 1857 a 1859, bajo el rubro social de “Nöel y Seminario”. Por fallecimiento de éste, la sociedad se disolvió, volviendo a funcionar con la denominación exclusiva de “Nöel”.

Años más tarde, cuando sus productos ya se habían impuesto, se lanzó al cultivo de frutales para abastecer su producción. En los primeros tiempos, los dulces se vendían en puestos ubicados en la Recova y en los alrededores del Cabildo. La empresa tuvo enorme éxito y muy pronto, amplió su oferta agregando la fabricación de caramelos, yemas y mazapanes.

Nöel en persona inspeccionaba el proceso de fabricación y la compra de los ingredientes básicos como, limón, miel y algarroba, que adquiría en la feria a orillas del Riachuelo o cerca de la iglesia de San Telmo.

Según registros históricos, cuentan que una de sus principales clientas fue Manuelita Rosas, la hija del gobernador, Juan Manuel de Rosas, que contaba con las dulzuras de “El Sol” cada vez que organizaba una fiesta.

Atacado de apoplejía, murió en Buenos Aires, el 24 de abril de 1865.

En ese entonces, su hijo Benito se hizo cargo de la fábrica. Había nacido el 22 de marzo de 1840 en Oyarzun, municipio de Guipúzcoa, España. Tras la prematura muerte de su madre, en 1842 fue enviado a Buenos Aires, donde su padre se había afincado, trabajando a su lado en la elaboración de confites. Bajo su dirección el establecimiento fue progresando. En 1870, la fábrica se amplió con la locación de la finca vecina. Al año siguiente, adquirió, compartiéndola con Andrés Arriarán, la isla “La Espera”, en San Fernando, que dedicó al cultivo de frutas.

En cuanto Benito Nöel asumió la dirección de la fábrica realizó algunos cambios significativos, entre ellos, modificó el nombre de la firma comenzando a utilizar el apellido de la familia. Dos años más tarde la empresa se convertiría en uno de los establecimientos más importantes de la industria.

En 1875, compró en La Boca, terrenos ubicados fuera de los cuarteles de la ciudad linderos con Barracas al Norte, un solar que destinó a corralón, primero, y después a asiento de la fábrica de dulces y chocolates. En ese terreno fue construyendo galpones y trasladando maquinarias, y años más tarde, lo convirtió en base céntrica de su explotación industrial en el ramo de dulces y chocolates.

En 1887, formó sociedad con Teodoro Lasalle y Pedro Goyhenespé, bajo el rubro de “Benito Nöel y Cía”. En ese tiempo había en Buenos Aires veintiuna fábricas de caramelos y chocolates.

En 1890 llegó a tener hasta una flotilla de embarcaciones para transportar las frutas desde sus plantaciones en el Delta hasta su fábrica. En 1891, entró en sociedad total de bienes con Lasalle, que se disolvió en 1896, al fallecer éste.

La prosperidad de la empresa y los adelantos técnicos permitieron acrecentar su productividad, en lo que fue de valor el concurso del francés François Lavigne. Todo ello se puso de relieve en diversas exposiciones internacionales a las que concurrió, obteniendo la primera medalla en 1882. También recibió honrosas distinciones por la calidad de sus productos en St. Louis, París y la Exposición Industrial del Centenario.

A partir de su fundación la empresa tuvo un éxito extraordinario, alcanzando la producción de 40 toneladas de dulce de membrillo al día en el año 1910.

Benito Nöel tuvo acción en los círculos vascos de Buenos Aires y en los centros sociales porteños. Fue presidente del Laurak-Bat. Falleció en Buenos Aires el 13 de diciembre de 1916. Algunos dijeron que de tristeza, pues una semana antes había fallecido su esposa, María Iribar. Cuando la carroza fúnebre llegó a la esquina de Callao y Quintana, los obreros de la fábrica decidieron llevar el féretro a pulso hasta el interior del Cementerio de la Recoleta.

A partir de ese momento uno de sus hijos, Carlos Noel, dirigió la fábrica de chocolates. El establecimiento fabril, construido en 1926, estaba situado en la Avda. Regimiento Patricios 1570, entre General Daniel Cerri y California, límite entre Barracas y La Boca, y fue obra de un miembro de la familia: el arquitecto Martín Nöel (3).

En 1948, se inaugura su planta de Palmira, Pcia. de Mendoza, dedicada a la producción y envasado de frutas, mermeladas, pulpas concentradas, verduras, etc., todo cultivado en unas 600 hectáreas de terreno propio.

En 1994 la fábrica y sus marcas fueron adquiridas por Arcor, y su edificio se halla prácticamente abandonado, siendo usado como garaje de micros Plusmar y Condor-La Estrella.

Referencias

(1) Con quien tuvo siete hijos más, todos nacidos en nuestro país.
(2) Por las afueras de la ciudad, rumbo al Sur, existía el sitio conocido con el nombre de “San Pedro”, que dominaba desde un alto al puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires, ubicado entonces en la primitiva desembocadura del Riachuelo. El lugar quedaba alejado de la Plaza Mayor, no tanto por la distancia –apenas mil quinientos metros- como por la pésima transitabilidad del camino y por el cauce, no siempre vadeable, del “tercero” del Sur.
(3) Entre 1920 y 1924, el arquitecto Martín Nöel diseñó un palacio para su residencia y la de su hermano Carlos. En una ciudad de influencias francesas e italianizantes como Buenos Aires, Nöel se empeñó en regresar a las fuentes hispanoamericanas, inspirándose en la arquitectura barroca española y colonial, particularmente de tradición limeña, cusqueña y jesuítica. En 1936, los Noel vendieron este palacio a la comuna de Buenos Aires, por un monto simbólico. Junto con él, el arquitecto Martín Nöel cedió la mayor parte de su colección de arte hispanoamericano y español, consistente en excelentes ejemplares de pintura cusqueña, muebles españoles y virreinales de estilo frailero, imaginería y cerámica, más todos los elementos arquitectónicos antiguos adosados al palacio como parte de su terminación: puertas de iglesia, retablos y balcones limeños. Con la base de este acervo se constituyó un nuevo museo, posteriormente conocido como Museo Colonial. También diseñó la decoración de la Línea C del Subte de Buenos Aires, con azulejos ilustrando diferentes regiones de España.

Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1978)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Maroni, Juan José – El Alto de San Pedro – Buenos Aires (1971)
Portal www.revisionistas.com.ar
Revista Más Industrias – Nöel, una familia vasca que dejó su huella en Argentina
Zigiotto, Diego M. – Las mil y una curiosidades del Cementerio de la Recoleta, Ediciones B, Buenos Aires (2013).

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