Pedro Bonifacio Palacios

Pedro Bonifacio Palacios (1854-1917)

Su seudónimo fue Almafuerte, nació en el partido de la Matanza (Prov. de Buenos Aires), el 13 de mayo de 1854. Era hijo de Vicente Palacios y de Jacinta Rodríguez. Sus biógrafos nos lo presentan como un verdadero protagonista en su niñez, por la muerte de su madre y el posterior abandono del padre; cuando contaba cinco años quedó a cargo de unos parientes. Lo refirió el mismo en sus páginas de La hora trágica.

Realizó estudios en Buenos Aires y ejerció la docencia a los 16 años en la escuela de varones de la parroquia de la Piedad (1870-75). Aprendió a dibujar y llegó a ser un profesor excelente, rodeándose de alumnos en la Balvanera.

En 1875, solicitó a la Legislatura bonaerense una beca para seguir estudios de pintura en Europa, pero le fue negada. Desde 1881 a 1887, ejerció el profesorado; fue director de la escuela de Mercedes y preceptor en Chacabuco, enseñó a niños y adultos, para quienes organizó cursos nocturnos. En 1884, cuando Sarmiento llegó a Chacabuco, lo recibió dándole la bienvenida con un notable discurso.

Fue redactor del Oeste, de Mercedes, del Buenos Aires y El Pueblo, de La Plata, y en Chacabuco fundó El Progreso. Su labor como periodista fue vasta, y usó numerosos seudónimos tales como Platón, Juvenal, Isaías, Job, Patricio, Bonifacio y otros.

La revolución de 1890, lo atrajo hacia La Plata, y allí comenzó a combatir desde El Pueblo, a favor de la Unión Cívica, pero repentinamente dejó de escribir. En su ir y venir por los pueblos de la provincia de Buenos Aires fue sembrando una especie de estupor, del cual no se libraban ni sus enemigos políticos.

En 1892, hallándose en el Salto como maestro rural, remitió a Bartolomé Mitre, director de La Nación, una poesía que apareció firmada con el seudónimo de “Almafuerte”, y de inmediato se publicó, surgiendo de ese modo su gloria literaria. Emilio Castelar en España la reprodujo en El Globo, precedida de un auspicioso juicio crítico.

Otro poema suyo La sombra de la patria, acrecentó su prestigio por las reformas que introdujo a raíz de la revolución de 1893. Al año siguiente, luego de ejercer un tiempo en Salto, fue nombrado maestro de Trenque-Lauquen. Dos años más tarde, la Dirección General de Escuelas decretó su cesantía alegando que carecía de título habilitante, y tuvo que desempeñarse como prosecretario en la Cámara de Diputados de la Provincia, hasta que en 1898, el cargo fue suprimido.

Espíritu altivo no quiso aceptar el puesto de cartero que un amigo le había conseguido, y conoció las horas más amargas de su vida, habitando en miserables ranchos de suburbios o en distintas fondas del centro.

Los folletines escritos para La Argentina y Sud América como las Evangélicas y sus publicaciones de La Nación, fueron su única fuente de ingresos. A pesar de ello, su casa sirvió de albergue a necesitados y sobre todo fue refugio de niños sin hogar, a quienes crió y educó. Los hermanos Gismano, hijos adoptivos de Almafuerte, lo acompañaron hasta sus últimos días. Sus ideas se orientaron siempre hacia la reivindicación de los humildes a los que llamó “la chusma sagrada”.

Hacia 1904, comenzó su afición por la bebida, originada en el deseo de hallar inspiración para su poesía. Bajo este estímulo escribió El Misionero, La sombra de la patria, Trémolo, Vigilias amargas, En el abismo, Milongas clásicas, Confiteor Deo, Apóstrofe, Mater dolorosa, Seis sonetos medicinales, La inmortal, Dios te salve, Llagas proféticas, y otras.

Finalmente se impuso su entereza moral y logró apartarse del alcohol para no dar mal ejemplo a sus alumnos. Por esa época, la situación nacional le hizo volver a las arengas políticas. En el salón del Bon Marché sostuvo la candidatura de Avellaneda en una conferencia que duró dos horas y terminó en un gran tumulto. Las luchas políticas en que intervino le proporcionaron odios y envidias.

En los últimos años de su vida militó en el Partido Provincialista bonaerense, pero pronto se vio abandonado por sus correligionarios. Su situación económica mejoró hacia 1913, realizó con éxito un ciclo de lectura de sus obras en el Odeón y en distintos puntos del interior. En 1916, el Congreso Nacional le acordó una pensión vitalicia, que alcanzó a cobrar unos pocos meses.

En La Plata su figura resultaba familiar y su voz elocuente se proyectó sobre un público que lo oía respetuosamente y que a la salida lo esperaba para aplaudirlo. El “viejo poeta”, como gustaba llamarse, falleció en una humilde casa de La Plata, el 28 de febrero de 1917, convertida ahora en monumento provincial.

Ricardo Rojas dibujó su figura como la de un “hombre de mediana estatura, ancho de espaldas, las manos pequeñas, la tez broncínea, y la cabeza no muy espaciosa, que la melena juvenil abultara, pero que la vejez descubrió en inelegante calvicie. La guedeja ondulada, recia y negra, llevada al desgaire, y la barba cerrada, que algunas veces dejó crecer, le dieron un rostro de español mestizado por la pampa. El mismo, con su habitual rudeza, se definió una vez de “hombre feo” y otra de “chinote feo picado de viruela”. La ancianidad mejoró su tipo; la testa quedó glabra, descubriendo sus líneas angulosas y los surcos frontales; se rasuró la faz, mostrando en el bronce de su efigie los puntos de la viruela y las arrugas del dolor; la tosca nariz, que las gafas sobremontaban, se destacó vigorosa; y la boca fina, de comisuras amargas, los ojos feos, de mirada brillante, completaron entonces con reflejos de luz espiritual, la enérgica modelación de la cabeza estatuaria, tal como fue divulgada por la prensa de los gloriosos últimos días, y en la apoteosis de su muerte”.

Su obra literaria es escasa, pues publicó dos volúmenes: Lamentaciones, que contiene El Misionero y otros poemas; y Almafuerte y la guerra (prosa y verso). Aunque durante varios años prometió la publicación de sus poesías la muerte le sorprendió sin haberla realizado. Alfredo J. Torcelli recopiló en 1928, su obra en dos tomos, donde figuran algunos poemas corregidos. El gobierno de la Provincia de Buenos Aires en 1930, comenzó a editar sus Obras Completas.

Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1968).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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