Cabildo de Buenos Aires

Este histórico y secular Cabildo, testigo de los acontecimientos más trascendentales de la patria, levanta su inconfundible figura como símbolo de la argentinidad. Desde los primeros tiempos de la Colonia tuvo un papel preponderante en la vida ciudadana, administrando justicia, fiscalizando las actividades de los habitantes y defendiendo los derechos de la comunidad contra los atropellos de los funcionarios reales, iniciando su intervención en política a partir de 1806.

Reconquistada la ciudad de Buenos Aires, las fuerzas de la primera invasión inglesa formaron delante del Cabildo y entregaron sus armas ante Santiago de Liniers y William Carr Beresford, que presenciaban la escena desde el balcón principal, mientras los oficiales firmaban en la sala capitular su rendición.

El 14 de agosto de 1806 el pueblo, indignado contra el virrey Rafael de Sobremonte, reclamó un Cabildo Abierto, el cual resolvió deponerlo de su cargo y nombrar a Liniers gobernador militar de la ciudad. Años más tarde, en el mes de mayo de 1810, fue escenario de magnos acontecimientos desde el trascendental Cabildo Abierto del 22 al 25 de mayo, en que los patriotas, sosteniendo la soberanía del pueblo, destituyeron al representante español en el Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, y formaron la Primera Junta de Gobierno Patrio.

El 8 de octubre de 1812 concurrieron frente al Cabildo los generales San Martín y Alvear con los Granaderos a Caballo para apoyar el pedido del pueblo de cambiar el Primer Triunvirato, nombrándose antes del mediodía el Segundo.

Desde sus balcones, el 2 de diciembre de 1810 y luego el 26 de febrero de 1817, se exhibieron las banderas tomadas a los realistas en el Alto Perú y en la batalla de Chacabuco, respectivamente.

El 20 de abril de 1815 se enarboló por primera vez la bandera argentina en la torre del Cabildo, y desde 1816 se instituyó la costumbre de izarla al mediodía, mientras desde el Fuerte era saludada con salvas de artillería.

El solar que hoy ocupa fue designado por Juan de Garay al fundar la ciudad, el 11 de junio de 1580, para sede del Ayuntamiento, Casa Consistorial o Capitular.

La primera construcción para tal fin se inició en marzo de 1608, bajo la dirección del alarife Juan Méndez; consistía en una casa baja y oscura con paredes de adobe, techo de teja, y se componía de un salón grande destinado a las reuniones y de una pequeña habitación que servía de prisión. Al costado, pared por medio, se construyeron dos piecitas que se alquilaban. Hernando de la Cueva fue el encargado de hacer los tirantes; Pedro Ramírez tuvo a su cargo las dos puertas y las dos ventanas, y Hernando Alvarez, el revoque y blanqueo del frente.

Esta construcción, muy poco sólida y que se agrandó posteriormente por resultar chica para los fines a que se la había destinado, amenazaba derrumbarse a los pocos años. En 1619 los cabildantes la abandonaron, viéndose obligados a realizar sus sesiones en el Fuerte, y reparada en 1621 tuvo que ser sin embargo nuevamente abandonada en 1632. En 1679, tras gestiones hechas ante el rey, se recibió una Real Cédula que ordenaba al gobernador informar sobre las necesidades más urgentes del edificio. Años más tarde se contestó indicando no sólo los recursos precisos para levantar una nueva casa sino también cómo debía ser ésta. En 1710 se recibió otra cédula pidiendo mayores detalles sobre la obra y la suma a invertirse, hasta que por fin en 1711 se obtuvo el consentimiento para iniciar la edificación. Se sabe que en 1719 el famoso arquitecto jesuita Juan Bautista Prímoli trazó un plano del Cabildo, según el cual éste constaría sólo de planta baja. Fue sometido al juicio del ingeniero Domingo Petrarca, quien evaluó la obra en sesenta mil pesos. Pero hay noticias de un segundo, proyectado por el mismo Petrarca en 1720, con plantas alta y baja. Se ignora qué plano se usó en definitiva. Se supone que se empleó el de Prímoli, por ser el único conocido, pues los demás se perdieron.

De acuerdo con las últimas investigaciones y con los datos existentes en el libro de fábrica del Cabildo, se ha llegado a la conclusión de que quien tuvo la más directa intervención en las obras fue también el autor de los planos.

Lo cierto es que hasta 1725 no se dio comienzo al Cabildo conservado hasta nuestros días.

El edificio se componía de dos pisos. En la planta baja, entrando a la derecha, estaba la capilla, y al frente, las oficinas de jueces y escribanos. Al fondo se hallaban las piezas para la servidumbre y las celdas de los presos privilegiados, además de las destinadas a delincuentes comunes. En los altos se encontraban una gran sala para los actos capitulares y otras dependencias.

El balcón, hecho con simples barandillas de madera, hubo de ser cambiado y reemplazado por otro de hierro y se procedió a techar con tejas el edificio y a dotarlo de la portada principal.

La obra fue llevada con tal lentitud, debido principalmente a la carencia de recursos, que sólo se terminó en 1751. Pero aún le faltaba la torre, que se construyó en 1764, de acuerdo con los planos del regidor José Antonio Ibáñez. En ella se colocó la campana, costeada por suscripción pública y fundida en bronce en España, con una leyenda que dice: “San Martín, Obispo. – Me Fecit Johanes Pérez, anno 1763”. Junto a la inscripción hay una cruz y una imagen de la Virgen en relieve.

Esta histórica campana (a pesar de lo que erróneamente se ha dado en decir no se dejó oír el 25 de mayo de 1810 por estar desde el año anterior sin badajo) fue trasladada a la torre derecha del templo de San Ignacio cuando se le quitó la torre al Cabildo. Al hacerse la reconstrucción del edificio en 1940 la campana volvió a su primitivo sitio.

El reloj que estaba en la torre en los días de la Revolución de 1810 fue llevado a la iglesia de Balvanera, donde estuvo hasta 1883, año en que fue sustituido por el actual de cuatro esferas, perdiéndose desde entonces el rastro del viejo. En 1861 se modificó la torre del Cabildo, agrandando sus ventanales, y se colocó un nuevo reloj traído de Inglaterra, que años más tarde fue trasladado a la torre izquierda de San Ignacio, donde todavía está.

En 1784 se añadieron cinco nuevos calabozos, hechos de acuerdo con los planos del brigadier José Custodio de Saá y Faría, que son las actuales habitaciones situadas en el fondo, separadas del edificio por lo que es hoy jardín.

Entre los años 1829 y 1852 se hicieron diversas reformas en el Cabildo, entre otras la reducción del balcón, que se limitó a tres arcos centrales.

En 1880, por decreto de Torcuato de Alvear y por obra del arquitecto Pedro Benoit (1836-1897), se le agregó a la torre un nuevo cuerpo rematado por una cúpula de azulejos, y se le varió totalmente el aspecto colonial, dándole a la fachada un tipo marcadamente italiano. Años más tarde hubo que demoler toda la torre, pues el edificio no estaba hecho para soportar semejante peso, y así continuó hasta su última restauración.

También en 1889, con motivo de la apertura de la Avenida de Mayo, se le quitaron los arcos del ala izquierda; y en 1931 la Municipalidad, para continuar la línea de la diagonal Julio A. Roca, ordenó la demolición de los tres arcos que daban a la calle Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen).

Hasta 1813 ostentaba en su frente el escudo español, pero después la Asamblea del mismo año lo sustituyó por el argentino.

Luego de tantos cambios, demoliciones totales y parciales, el histórico Cabildo fue restaurado en la forma actual por el arquitecto Mario J. Buschiazzo, y se inauguró el 12 de octubre de 1940.

Fue declarado Monumento Nacional por Ley Nº 11.688 del 31 de mayo de 1933.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Vigil, Carlos – Los monumentos y lugares históricos de la Argentina – Ed. Atlántida, Buenos Aires (1959).

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