Saladero de Rosas en Palermo

Saladero

Entre las muchas dependencias con que contaba la residencia de Rosas, hablamos de Palermo de San Benito, hubo “cocheras, depósitos, talleres, invernáculos, una sección veterinaria y una enfermería con su farmacia”. Predecible resulta imaginar la cantidad de personal que debió tener don Juan Manuel para la manutención de toda la estructura edilicia y las hectáreas que la misma ocupaba. Por estas características, a Palermo de San Benito hay quien lo asimiló como lo más parecido a una estancia suburbana por la cantidad de actividades que abarcaba.

Al momento de su confiscación en el año 1857, la ya por entonces ex residencia de Rosas tenía 541 hectáreas, y de a cientos se contaban los empleados que tenía cuando habitó en ella desde 1838 hasta 1852. Un dato señala que el gobernador bonaerense requirió de la ayuda de entre 280 y 400 gallegos, gentilicio con el cual denominaba a todas las personas nacidas en España, para el cuidado de quintas, jardines y demás tareas del establecimiento.

De acuerdo a lo sugerido por el escritor Eduardo Gutiérrez, Rosas solía dividir a estos gallegos en suertes de “tropillas”, “dedicada cada una de ellas a un trabajo específico” el cual podía oscilar “desde sacar hojas secas de los árboles hasta lustrar las de los naranjos o perseguir los hormigueros”. (1) El cuidado que Rosas dispensaba a las instalaciones era riguroso y aplicado.

Nolasco Calderón, capataz del saladero

El gallego más recordado fue don Pedro Nolasco Calderón, encargado de mantener el orden en una parcela que Rosas le adquirió a un tal Lars Ramissen el 10 de mayo de 1842, el cual, a su vez, la había comprado el 13 de octubre de 1838. En esta parcela, que se circunscribía entre el camino a San Isidro (actual avenida Santa Fe), el camino de las Cañitas (hoy, avenida Luis María Campos) y avenida Dorrego, luego de caído Rosas funcionó el Cuartel de Caballería “Maldonado” y posteriormente el Regimiento de Infantería I “Patricios”. Aparece referenciada la casa de Calderón dentro de este predio en el famoso plano topográfico que el agrimensor y geólogo Adolfo Sourdeaux mandó confeccionar sobre Buenos Aires y la campaña en el año 1850.

La aparición de Calderón ocurre en 1844, cuando el Restaurador lo pone en funciones en “el establecimiento Arroyo de Maldonado”, tal el nombre que recibieron los terrenos antes detallados y que sirvieron para instalar en ellos el matadero y el saladero de Palermo de San Benito. Una fuente señalaba que allí Nolasco Calderón tenía bajo su resguardo “45 peones en matadero, 122 milicianos, (y) 52 peones de las partidas y domadores”, totalizando 259 almas. (2)

Según lo apuntamos, cuando Pedro Nolasco Calderón trabajó para Rosas ya era viudo de Mercedes Barrionuevo, mujer que le dio siete hijos. Pero Calderón se juntó con una criollita de nombre Candelaria González, y ambos fueron a ocupar el “establecimiento Arroyo de Maldonado” del señor gobernador. Fresco dice que este matrimonio, el segundo de Calderón, “se celebró en la quinta de Rosas y fueron testigos de la boda el maestro mayor de obra Miguel Cabrera y su esposa Olegaria Alegre”. Respecto de Cabrera, se sabe que andaba muy ocupado por estos parajes efectuando ampliaciones en el caserón y alrededores.

Muy prolífica fue la actividad del matadero y saladero que manejaba Calderón, al punto tal que su próspera actividad le sirvió a Rosas para hacer envíos de carne salada al Brasil y Cuba. Pero, de todos modos, no todo se exportaba, pues hasta el maestro mayor de obra Cabrera se abastecía con las reses que había en el lugar, al igual que sus operarios y peones.

Desde 1844 hasta 1852, Pedro Nolasco Calderón evidenció ser muy eficiente en el rol que le cupo dentro de Palermo de San Benito, llevando una detallada y prolija contabilidad de todo lo que se faenaba, cortaba y pesaba. Todas las partes del ganado –como ser las cabezas, las carretadas de osamentas, las aspas de novillo y vaca, el sebo, las lenguas, las colas y los cueros- merecían un segundo chequeo que, esta vez, corría por cuenta del propio Rosas.

Como toda actividad saladeril, el establecimiento de Calderón fue muy provechoso aún después de caído el Restaurador en 1852. No dejó de funcionar sino hasta varios años más tarde, recordándose que el 11 de marzo de 1852 el ya gobernador provincial Adolfo Alsina impartió la orden de que desde allí se enviaran unas 630 reses al “saladero de Palermo, provenientes de las estancias de Rosas, destinadas al abasto de las tropas aliadas acantonadas en ese paraje”.

Pero luego de la batalla de Caseros, el período en que mayor actividad tuvieron estas parcelas ganaderas fue cuando el capellán norteamericano E. S. Stewart –antigua autoridad eclesiástica de Rosas- le indicó al general Urquiza que por componerse su ejército de un total de 50 mil soldados, iba a hacer falta “el consumo de un animal por cada 100 hombres”. Los terrenos donde trabajaba el capataz de Rosas, Pedro Nolasco Calderón, sufrieron una serie de altercados judiciales que motivaron que los mismos pasaran, por algún tiempo, a ser propiedad del flamante pueblo de Belgrano, entre julio y agosto de 1860. Pero, luego, quedó definitivamente en la nomenclatura del actual barrio de Palermo tras una providencia dictada en ese último mes y año por el gobernador bonaerense Valentín Alsina.

Nada se supo de la suerte corrida por Calderón, salvo su recuerdo por estos parajes hoy copados por el cemento de la gran urbe que es la Capital Federal.

Referencias

(1) De entre las “tropillas” de gallegos que tuvo don Juan Manuel, encontramos a la del capataz Francisco, la de Ramón y la “tropilla” de Domingo. Esta última, por ejemplo, tenía por deber limpiar las jaulas de los monos, y la de Francisco tener bien alimentados a los avestruces que merodeaban por las quintas de la residencia palermitana.
(2 )Existe otra fuente, sin confirmar, que versa en 285 el total de operarios de este sitio. En cuanto a los “122 milicianos”, no se especifica si los mismos pertenecían a la División Palermo que comandaba el coronel Edecán Juan José Hernández, tío que fue de José Hernández, autor del Martín Fierro, y que muriera traicionado por su propia tropa en Caseros, el 3 de febrero de 1852.

Por Gabriel O. Turone

Bibliografía
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
El Parque Tres de Febrero”, Buenos Aires nos cuenta, Nº 20, Octubre 1991.
Fresco, Carlos. “Pedro Nolasco Calderón”, La Gaceta de Palermo, Año I, Nº 9, Año 1987.
Luqui Lagleyze, Julio A. “Las Moradas de don Juan Manuel”, Revista Todo es Historia, Nº 118, Marzo de 1977.
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