Julio Popper

Julio Popper (1857-1893)

Nació en Bucarest (Rumania), el 15 de diciembre de 1857. De estirpe judía era hijo de Naftali C. Popper y de Perla (Peppi). Desde muy joven se caracterizó por la independencia de su carácter y sed de aventuras. A los 16 años abandonó su casa paterna, y se trasladó a París para estudiar ingeniería, estudios que realizó a costa de grandes sacrificios. Después de recibido comenzó a viajar. Recorrió Constantinopla, Egipto, Japón, China e India. En 1881 retornó a Bucarest con el fin de visitar a su familia, de la cual nunca se desligó afectiva y epistolarmente.

Reanudó sus viajes trasladándose a Siberia, y luego a Nueva Orleáns. En este último lugar levantó planos y ejecutó obras de ingeniería. Siguió a La Habana, cuyo plano trazó en 1884. De aquí marchó a México y a Brasil, donde a fines de 1885 se enteró del descubrimiento de oro en el sud argentino, resolviendo trasladarse a Buenos Aires. En esta capital se relacionó con los hombres públicos más importantes, introduciéndose en los círculos sociales y económicos.

En los primeros meses de 1886, realizó su primer viaje de reconocimiento al Cabo Vírgenes, donde observó en el paraje de la costa denominada Zanja a Pique a innumerables buscadores de oro que trabajaban en el lavado de arena con sistemas rudimentarios. La Compañía Anónima Lavadero de Oro del Sud (en formación) le encargó la inspección de su explotación minera en Cabo Vírgenes (Santa Cruz), pero la vio poco rentable. Se dio cuenta que el material aurífero de dicha región tendía a desaparecer, y tuvo la idea de que en el litoral fueguino debía existir grandes cantidades de oro inexplotado.

Regresó a Buenos Aires con el fin de organizar una expedición exploradora. Con el apoyo del doctor Joaquín Cullen y la colaboración de Bernardo de Irigoyen, contó con los elementos indispensables: instrumental científico, armas, equipos, abastecimientos, recua de mulas, caballos, etc. Consiguió la autorización del gobierno para explorar científicamente el territorio de Tierra del Fuego, permitiéndole llevar hombres armados. Ultimados todos los preparativos, Popper con sus hombres partieron hacia Montevideo, el 7 de setiembre de 1886, llegando a Punta Arenas el 16 o 17 del mismo mes.

Impresionó a la gente magallánica el aspecto del grupo provisto de uniformes exóticos y armas brillantes, y tras formar parte de un desfile militar en homenaje al nuevo presidente de Chile, consiguió que el vapor “Toro” de la armada del país vecino lo trasladara hasta las costas de la Bahía Porvenir en territorio fueguino.

Iniciada la marcha hacia el oeste buscando el Atlántico, conoció el lavadero del griego Cosme Espiro, que producía de 30 a 40 gramos diarios de oro. Siempre con la playa a la vista, arribó al fondo de la bahía, y de allí se internó en la tierra rumbo en dirección a San Sebastián. Recorrió y estudió minuciosamente la bahía, luego descendió camino del sur hasta dar con el río Grande que llamo Juárez Celman, en homenaje al presidente.

Efectuó mediciones y escribió leyendas con tinta indeleble en muchas piedras para dejar constancia de su paso, De regreso a San Sebastián, eligió junto a la costa un lugar que llamó “El Páramo”, donde inició sus estudios, descubriendo abundantes cantidades de oro. Durante los cuatro meses que duró la expedición, logró realizar interesantes investigaciones desde el punto de vista científico. Estudió la formación geológica, clima, variaciones barométricas, etc., y no dejó de apuntar curiosas observaciones sobre la sicología, usos y costumbres de los Onas, indígenas habitantes de la Tierra del Fuego.

Con un caudal de conocimientos y satisfecho de haber cumplido sus anhelos, volvió a Buenos Aires en febrero de 1887. A instancias de algunos amigos, pronunció una conferencia en el Instituto Geográfico Argentino, el 5 de marzo, sobre La Exploración de la Tierra del Fuego, que concitó la atención de un gran público. Previa presentación del presidente del Instituto, ingeniero Luis A. Huergo, trazó a grandes rasgos la naturaleza de la región que había explorado para destacar por último el porvenir de su economía, ya sea con la explotación de los yacimientos auríferos, como con la cría y desarrollo del ganado lanar.

La popularidad adquirida le sirvió para obsequiarle al presidente de la República, Dr. Juárez Celman, un álbum forrado en cuero de lobo de mar, conteniendo la conferencia pronunciada en el Instituto, un plano donde se señala el derrotero realizado, su propia fotografía y una serie de 84 fotografías tomadas durante el curso de la expedición.

Se afilió a la Masonería en la Logia Docente, que presidía el Dr. Vicente F. López. El 29 de abril anunció otro viaje a las regiones fueguinas. En un paraje bajo y solitario de la costa, al norte de la bahía San Sebastián que él había denominado “El Páramo”, hizo desembarcar de dos vapores todos los materiales transportados desde Buenos Aires para construir la población minera y montar lavaderos anexos proyectados por la Compañía. Al poco tiempo se contó con cómodo edificio e impuso un duro régimen de trabajo, llegando a producir medio kilogramo de oro diario, cuya ley variaba entre 860 y 900 de fino.

El 25 de julio de 1887 se constituyó la Compañía Anónima Lavaderos de Oro del Sud, con numerosos accionistas. La anoticia arrimó a muchos aventureros y algunos de los empleados de Popper abandonaron el establecimiento con la ilusión de lavar por cuenta propia. Para remediar la falta de policía encargada de mantener el orden, viajó varias veces a Buenos Aires. Aquí patentó un aparato que denominó “Cosechadora de oro”, destinado al lavado de arenas auríferas. Aprovechando de su ausencia, varios trabajadores intentaron huir en un cúter con 24 kilogramos de oro, mas sorprendidos en su fuga por la oportuna llegada de Popper, los descubrió cerca de la bahía Posesión, entregándose todos mansamente.

En esa época realizó algunos viajes de exploración para ampliar la industria del lavado de oro, levantando otros establecimientos en Bahía Slogget, Carmen Sylva y Arroyo Beta. Adquirió entonces el lugre “María López” para impulsar la empresa que dirigía, y aparte, exploró el estrecho La Maire, la Bahía Aguirre, las islas Picton y Nueva.

Sostuvo un serio conflicto con Ramón Lista a causa de haber bautizado dos caudalosos ríos con los nombres de Juárez Celman y Carmen Sylva, mientras que aquél en la exploración que realizó después, les dio los de Pellegrini y Los Toldos, aunque los geógrafos lo reconocieron en sus mapas y libros.

Mereció críticas sobre su comportamiento ante la población indígena, pero no es cierto, porque habló de los Onas con gran conocimiento de la raza, concibió proyectos para civilizarlos, y reconoció en ellos elevados y nobles sentimientos humanitarios. Cuéntase que un día al regresar de uno de esos viajes de exploración, halló acampados en las márgenes del arroyo Beta, y con no muy buenas intenciones, a unos aventureros armados, venidos de la zona chilena de la isla Popper no se amilanó por esto, formó militarmente a todo el personal de “El Páramo”, lo arengó y eligiendo ocho peones se acercó al enemigo y los atacó a balazos, obligándolos a huir despavoridos. Tal episodio fue la causa por la cual tomó fama de déspota y de tirano. Esta reputación de hombre malo por su despotismo e injusto porque no dejaba a los extraños acercarse a sus lavaderos, corrió de boca en boca, llegándose hasta el colmo de pedirse a gritos su cabeza en la plaza pública de Punta Arenas, que era el foco donde iban a reunirse los aventureros atraídos por la quimera del oro.

Dice Popper que la cantidad extraída ascendía entonces a más de un cuarto de tonelada de oro. En 1899, la escasez de papel moneda para las transacciones comerciales lo obligó a solucionar esta situación. En uno de los galpones improvisó y adaptó maquinarias, labró punzones, abrió troqueles, y con esos elementos se batieron las primeras monedas de a cinco y de a un gramo, acuñadas con el oro fino del lugar, que se conservan actualmente en el Museo Mitre.

Monedas de oro acuñadas por Julio Popper en Tierra del Fuego

También emitió estampillas (o marcas) con su nombre en 1891, y dispuso de un ejército propio (que nunca pasó de veinte hombres) para afianzar su poder en aquella región, que le causó no pocos trastornos con el gobierno argentino. Se otorgó derechos y privilegios. Fueron muchas las contrariedades que tuvo que vencer, ya sea enfrentándose con el gobernador Félix Mariano Paz, con quien sostuvo largas discusiones como con los aventureros que no cejaban en sus intentos y en sus abusos. Eran hombres huraños, sedientos de oro y de alcohol, y por lo general, de una moral que lo predisponía a todo. En varias oportunidades, Popper les hizo frente y logró ahuyentarlos.

A comienzos de 1890 inició la publicación de una serie de artículos sobre Tierra del Fuego, en los que acusaba al gobernador Paz y alguno de sus subordinados. Este le restó importancia al asunto, pero luego respondió sin mucho estilo y con gran dureza, formulándose serias imputaciones que había recogido en los sumarios levantados en San Sebastián. Lo que más irritó a Popper fue la recomendación de Paz, cuando le expresó: “Que respetara al país que le da hospitalidad”. Popper replicó con refinada agresividad, y aseguró que si Paz era argentino por necesidad, porque había sido dado a luz en esta tierra, él lo era por libre elección… Paz, ofendido, lo querelló criminalmente patrocinado por el Dr. Leopoldo del Campo. En cambio, Popper fue defendido por Lucio V. López, hasta que se consiguió la reconciliación, aunque después no perdió oportunidad de denigrar a su eventual enemigo.

Tenía Popper una personalidad atrayente. Era “alto y robusto, sin ser grueso; la frente hermosa amplia; los ojos, de un azul metálico, eran suavizados por una fisonomía acogedora y cordial. La barba, que la tenía rubia, espesa y cuidada, y el vestido pulcro y atildado, le daba el aspecto del perfecto hombre de mundo, estilo último cuarto del siglo pasado”.

En el invierno de 1890, luchando contra las tempestades del Cabo de Hornos, efectuó a bordo de la goleta chilena “Julieta” una exploración por las islas del sud-este del archipiélago fueguino. En otra que comenzó en febrero de 1891, dice que atravesó una región intransitable del territorio, ignorándose si estaba animado en el deseo de llegar a las tierras antárticas.

El 27 de julio de ese año, pronunció por segunda vez otra conferencia en el Instituto Geográfico Argentino ante un público numeroso, titulándola Apuntes geográficos, etnológicos, estadísticos e industriales sobre la Tierra de Fuego.

Se ocupó de los resultados conseguidos en sus exploraciones, y fijó los límites internacionales, uno de los más valiosos para la tesis argentina sobre el Canal de Beagle. En 1892 solicitó autorización al gobierno para establecer una estación de pesca en la Antártida (en las Shetland, Orcadas o alguna otra) que dice haberlas “reconocido” en 1881.

Como escritor colaboró en “La Prensa”, “Deutsche La Plata Zeitung” y “The Standard”. En “El Diario” de su íntimo amigo Manuel Láinez, escribió para defenderse de los ataques publicados en otros órganos de opinión. Allí publicó la serie de artículos (8 de enero al 4 de febrero de 1890), que luego reunió en un volumen añadiéndole un agresivo Epílogo contra el gobernador Paz; lo tituló Tierra del Fuego. La vida en el extremo austral del mundo habitado.

Sostuvo grandes altercados con dos gobernadores, Iglesias y Cornero. Así como retó a duelo a Paz, lo hizo también con este último, pero ambos se negaron, aduciendo razones que Popper ridiculizó. En el caso de Cornero dio lugar a que publicara en 1892, un folleto con sugestivo título: Un territorio nacional a merced de bandidos y piratas. Este opúsculo, en el que acusó al gobernador Cornero de graves irregularidades administrativas, como la aparente subvención de más de cien empleados inexistentes en la gobernación de Tierra del Fuego, está lleno de graciosas alusiones a él como a los métodos que utilizaba.

Así como recurrió a la justicia en el caso Paz, sucedió lo mismo con Cornero, siendo absuelto de todo cargo por regulación del juez que actuó en cada oportunidad. En el último de los entredichos ocurrido con el doctor Mario Cornero, el gobierno de Juárez Celman decidió relevarlo del cargo por un decreto del 8 de mayo de 1893, designando en su lugar al teniente coronel Pedro Godoy.

Otros folletos que le pertenecen son: Proyecto para construir una línea telegráfica en el Territorio del Chubut y Santa Cruz y Atlanta. Proyecto para la creación de un pueblo marítimo en la costa atlántica de Tierra del Fuego (1893), cuyo contenido es una exaltación de las propiedades climáticas y perspectivas económicas de esa región.

Era hombre de gran cultura y dominaba varios idiomas. Fue propietario de 18 pertenencias mineras en Tierra del Fuego y tenía derechos a 32 leguas (80.000 hectáreas) de tierras sin escriturar, al sur del río Grande que se le había concedido para el establecimiento de familias indígenas, que no se llevó a cabo.

Poseyó un barco “El Explorador”, de 42 toneladas, el ex “Antonieta Mihanovich”, que Popper había adquirido a comienzos de 1893, con hipoteca a favor del vendedor Nicolás Mihanovich, y finalmente el remolcador “Gringuito” que fondeaba en el Riachuelo, próximo al astillero “La Platense”.

Mientras dirigía múltiples empresas y proyectaba otras, asociado con el ingeniero Julio Belfort y Francisco Ayerza, fue hallado muerto en su domicilio de la calle Tucumán 373, el 6 de junio de 1893, víctima de un ataque cardíaco. Sus restos fueron inhumados en el Cementerio de la Recoleta, en la bóveda de la familia Ayerza, pero en seguida, el Instituto Geográfico Argentino expresó su voto de que fueran trasladados a Tierra del Fuego. Pronunció una sentida oración fúnebre el Dr. Lucio V. López, y toda la prensa le dedicó elogiosos comentarios.

El Instituto Geográfico Argentino dispuso en su sesión del 15 de junio del mismo año, honras simultáneas a su memoria y a la de Manuel Ricardo Trelles, otro miembro desaparecido. El homenaje a Popper era meritísimo por los servicios prestados a la geografía nacional, porque fue el que realizó el primer relevamiento topográfico de la costa sur de Tierra del Fuego y logró que las regiones australes fueran conocidas en el resto de la República.

Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1978).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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