Catedral de Buenos Aires

Catedral de Buenos Aires

Al hacer Juan de Garay el trazado de la ciudad destinó el lote señalado con el Nº 2 para la Iglesia Mayor. En 1585, en el terreno que ocupa el Banco de la Nación, el obispo fray Alonso Guerra inició la construcción de la primera capilla, que se terminó dos años después. En 1593, en el sitio de su actual emplazamiento, el arcediano Martín del Barco Centenera levantó un nuevo templo de reducidas dimensiones, hecho de paja y adobe, que prestó servicios hasta 1603. La piedra fundamental de esta construcción aún debe de existir debajo de la actual catedral, o quizá en la esquina de Rivadavia y San Martín.

El gobernador Hernando Arias de Saavedra mandó demoler el templo, dado su mal estado, y ordenó levantar otro más resistente. Pero en el año 1616, al arreglarle el techo, se derrumbó totalmente, por lo cual Hernandarias lo hizo reconstruir. El primer obispo, fray Pedro Carranza, erigió este edificio en Catedral por bula de S. S. Paulo V del 30 de marzo de 1620, al desmembrarse la provincia del Río de la Plata de la diócesis del Paraguay.

Pese a los deseos del obispo Carranza por mejorarlo, no pasó mucho tiempo y ya amenazaba nuevamente ruina. Años después, en 1671, pudo inaugurarse otra nueva construcción, gracias sobre todo al empeño del tercer obispo, Mons. Cristóbal de la Mancha y Velazco, y a la generosidad del entonces gobernador Martínez de Salazar. El nuevo edificio era mucho mejor que los anteriores, pues tenía pilares de ladrillos y techo de tejas. Además constaba de tres naves, torre y una capilla anexa.

Con el andar del tiempo fue necesario demoler una vez más la iglesia, a la que un temporal le había destruido en parte la torre. Se volvió a reconstruir, y la fachada con sus torres, terminada en 1727, y atribuida a los arquitectos jesuitas Blanqui y Prímoli, dieron a la actual calle Rivadavia en nombre de calle de las Torres.

Pasaron los años y el templo seguía predestinado a derrumbarse. En la noche del 23 de mayo de 1752 se desplomó parte de la construcción, y al día siguiente casi toda la Catedral, excepto el frente.

Después del último derrumbe se inició inmediatamente la obra de una nueva, la misma que conocemos en nuestros días, salvo algunas reformas de detalle. Los planos fueron trazados por el arquitecto Antonio Masella, saboyano de origen.

Pero los contratiempos de nuestra Iglesia Mayor no habían terminado aún. En 1770 hubo que hacer de nuevo la cúpula, bajo la dirección del arquitecto Manuel Alvarez de Rocha, pues la erigida por Masella presentaba defectos de construcción.

En 1778 fueron demolidos el viejo pórtico y las torres, por no avenirse con las nuevas proporciones del templo. A pesar de faltarle en 1791 toda la fachada, fue habilitada para los servicios religiosos el 25 de marzo de ese año. La obra permaneció durante mucho tiempo inconclusa, por dificultades de orden económico, hasta que en 1821 el gobierno de Martín Rodríguez y su ministro Rivadavia dispusieron la terminación, que sólo se logró en 1852.

En 1822 se le añadió el frente neoclásico que aún ostenta, el cual no concuerda con el resto del edificio. Es una creencia errónea muy difundida que la columnata responde a una copia de los planos de la Magdalena de París, traídos por Rivadavia. Esto es inverosímil, pues las columnas de la Catedral se hicieron en 1822 y las de la Magdalena en 1842, veinte años más tarde. Los planos del peristilo se deben al ingeniero Próspero Catelin, quien probablemente imitó en parte el Palais Bourbon de París. El dibujante francés Pierre Benoit fue el encargado de terminar los relieves de la fachada.

El frontispicio triangular que remata la parte exterior del templo, y que representa el encuentro de Jacob con su hijo José, tiene su leyenda. Se decía que el bajo relieve había sido hecho por un preso, a quien se le indultó por su artístico trabajo, lo cual es inexacto. Hay motivos para suponer que fue realizado por el escultor J. Dubourdieu.

El piso se construyó de acuerdo con una orden que diera durante su gobierno Juan Manuel de Rosas, y el interior fue decorado por el pintor Francisco Parisi en estilo Renacimiento italiano.

En nuestra Catedral Metropolitana, ubicada en la calle Rivadavia esquina San Martín, frente a la Plaza de Mayo, se conservan los restos del general José de San Martín, en un mausoleo de mármol, obra del escultor francés Carrier-Belleuse, inaugurado durante la presidencia de Nicolás Avellaneda.

Declarada Monumento Histórico por Decreto Nº 120.412 del 21 de mayo de 1942.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Vigil, Carlos – Los monumentos y lugares históricos de la Argentina. Editorial Atlántida, Buenos Aires (1959)

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