Un leal servidor a la República

Homenaje realizado al Dr. Adolfo Saldías al conmemorarse el Centenario de su fallecimiento. Cementerio de San Fernando

Los argentinos le debemos al Dr. Adolfo Saldías la revelación del país concreto que destruyó el mito del país abstracto con que los Mitre y los Vicente Fidel López habían retratado nuestro devenir histórico, lo mismo nuestras instituciones y nuestras vidas, impregnadas, como estuvieron, de un perverso espíritu liberal.

Hasta antes del Dr. Saldías y la obra Historia de Rozas y su época, los argentinos no teníamos una historia propia; más bien, se trataba de una imposición metódica y parcializada sostenida, con cínica habilidad, por los fundadores de los primeros periódicos del país y por los que publicaron las primeras biografías o compendios de historia argentina. Ante semejante monopolio dialéctico y semántico, el mismo Saldías sucumbe a la atracción por la disciplina luego de la 3ra. edición de la biografía de Belgrano que su mentor político, Bartolomé Mitre, publicara en 1870.

Este Adolfo Saldías, que ejerció como político, abogado, legislador, diplomático y revolucionario federal batiéndose en pos de la autonomía de la provincia de Buenos Aires hacia 1880, y en 1893 junto a la Unión Cívica Radical, se entregó durante los mejores años de la llamada “Organización Nacional” a la investigación rigurosa de la historia argentina arrancando desde el año 1824. Al llegar al período rosista, no halló fuentes que le confiaran cómo había sido esa etapa, que, por una sórdida aunque sostenida técnica de “terrorismo ideológico”, permanecía en las mazmorras de las conciencias públicas.

Un viaje de Saldías a Europa, que a la postre resultaría providencial, lo llevó a pactar un encuentro en Londres con Manuelita Rozas Terrero, hija del silenciado ex gobernador y Restaurador de las Leyes, quien en julio de 1881 le permitió cotejar e indagar en los archivos y papeles que Rosas había conservado de su larga administración al frente de la Confederación Argentina. En la riqueza del material, el Dr. Saldías halló un “nuevo mundo”, inédita información que fue, sin quererlo para él, el génesis de la revisión historiográfica en nuestro país.

A partir de ese hallazgo documental, Adolfo Saldías da a conocer esos archivos de modo responsable, plasmándolos en la obra Historia de Rozas y su época, la cual salió publicada en tres tomos –el primero de ellos editado en París- entre 1881 y 1887. Empero, el nacimiento del revisionismo histórico no fue gratuito: trajo consigo la marca de la condena y la aceptación de la “cosa juzgada”, pues cuando Saldías va a solicitarle una opinión de la obra a Mitre, éste la hace pública en una editorial de La Nación del 19 de octubre de 1887 bajo términos lapidarios que, por cierto, mecharon la reputación del Saldías intelectual. La obra salió a la venta en las librerías de Buenos Aires, pero la misma no mereció ningún comentario por parte de los literatos más reconocidos de su tiempo, a excepción de la editorial del diario de Mitre.

Sin embargo, nada de esto amilanó el espíritu crítico de Adolfo Saldías, quien para 1892 sacó la segunda edición de Historia de Rozas y su época, título que trocó por el más conocido Historia de la Confederación Argentina. Mayor afluencia de documentos y papeles de Rosas fueron puestos a su disposición por la anciana Manuelita, quien se los enviaba en baúles desde Inglaterra. Mientras que en el país la obra trataba de pasar inadvertida, varias ediciones tuvieron su réplica en naciones tales como México, España o Uruguay.

Aquí, en este punto, no se puede omitir que los más enconados liberales –ayer unitarios- que resistieron la política de Rosas, para 1892 habían menguado su inquina contra Saldías. Mitre aceptó, de buen gusto, la segunda edición de Historia de la Confederación Argentina, “la que –según dijo- conservará en su biblioteca americana como un recuerdo y un documento después de leerlo con toda la atención que merece” (21 de agosto de 1892). Por su parte, el diario “La Prensa”, portavoz de las ideas que derrotaron a Rosas en Caseros, comentaba en su edición del 21 de agosto de 1982 que “Obras como ésta (la de Saldías) no pueden juzgarse ligeramente y sin meditado estudio…”, agregando lo siguiente: “Pensamos que la nueva obra del Dr. Saldías irá a enriquecer todas las bibliotecas serias de nuestros hombres de letra, de nuestros políticos y de cuantos se interesen por la historia patria…”.

Ha escrito Saldías en la editorial de su obra fundamental, que “la perversión del espíritu liberal (…) ha minado los cimientos del edificio político que levantaron los hombres de 1810, sin imaginar de seguro que, al cabo de ochenta años, había de ser todavía un embrión en las manos de cuatro millones de argentinos que no saben o que no pueden conducirlo con éxito”. El significado de estas palabras, se ha hecho carne y escuela para los cultores del revisionismo histórico, por cuanto Adolfo Saldías señalaba ya un camino espinoso para todo aquel que pretendiese levantar los cimientos de la gran civilización argentina con parámetros ajenos a los impuestos por el fuego, la sangre y el terror.

Su meritoria imparcialidad, le llevó a decir que Rosas fue tomado como el chivo expiatorio de las propias faltas en que incurría toda sociedad aún irresuelta o embrionaria, como lo era la de su generación, la de 1880, que lejos estaba de organizar al país. Para Saldías, ni los pretendidos progresos emanados de las teorías y las ideas iluministas podían borrar “el amor a la patria, (y) el sentimiento de la propia dignidad” demostrada por aquel ilustre gobernador llamado Rosas.

Es menester precisar, que la evocada personalidad provenía de una formación liberal clásica a la que luego puso en tela de juicio merced a su bienintencionada revisión de la historia argentina. Pero tampoco bandeó hacia una postura antagónica, pues como Saldías mismo lo sostuvo, “Perseguiré la verdad histórica con absoluta prescindencia de esas ideas (liberales y federativas), que tuvieron su oportunidad en los días de la lucha y su explicación en la efervescencia de las pasiones políticas”.

Hubo tiempo, ya en las postrimerías de su existencia, para la 3era. edición de Historia de la Confederación Argentina que salió en 1911 en Madrid, siendo prologada por el historiador y jurista español Rafael Altamira. El Dr. Adolfo Saldías fallece en plena función diplomática en Bolivia hace exactos 100 años, y todavía hoy una descendiente suya, doña Leonor Gorostiaga Saldías, brega porque se conozca la obra de su distinguido abuelo, un “leal servidor de la República”, como le ha llamado.

Don Adolfo Saldías no solamente se yergue como patriarca del revisionismo histórico argentino, sino también como nuestro Padre, pues a él debemos las motivaciones más claras y profundas que nos hicieron reencontrar con nuestras esencias, tradiciones y verdaderos próceres. Hace un siglo moría don Adolfo Saldías, pero dejaba para siempre el legado más grandioso de todos: el del redescubrimiento de la patria.

Si tenemos que resumir cuál ha sido la consigna que motorizó el espíritu crítico y la búsqueda infatigable de la verdad por parte del Dr. Saldías, a aquélla bien podemos resumirla como la eterna batalla cultural que hay que sostener para desarrollar un grado de conciencia libertaria para los tiempos. Adolfo Saldías es, en último y gran término, el que incita a otros revisores a echar una segunda visualización sobre los acontecimientos nacionales posteriores a la Federación y anteriores a la misma, constituyéndose de este modo una nutrida legión de personalidades que, tomando la posta de Saldías, se introducen en el desafío de correrles las anteojeras pedagógicas a los argentinos.

Por Gabriel O. Turone

Bibliografía:
Gorostiaga Saldías, Leonor. “Adolfo Saldías. Leal servidor de la República”, Corregidor, Buenos Aires, 1999.
Jauretche, Arturo. “Política Nacional y Revisionismo Histórico”, A. Peña Lillo editor, Buenos Aires, Octubre de 1973.
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